Contorno conservador del proceso alveolar para la construcción de una dentadura imediata o futura. (Dorland, 28a ed)
Procedimiento quirúrgico para añadir huesos a los PROCESOS ALVEOLARES en los niños nacidos con LABIO LEPORINO y FISURA DEL PALADAR.
Parte más gruesa y esponjosa del maxilar y la mandíbula en la que existen cavidades profundas que alojan a los dientes.
Diente que no irrumpe en la secuencia normal o el intervalo de tiempo esperado para el tipo de diente, en un determinado género, edad o grupo poblacional.
Injerto de hueso de un sitio donador a un sitio receptor.
Reabsorción o pérdida del hueso que da soporte a la dentadura (PROCESOS ALVEOLARES) en el MAXILAR o la MANDÍBULA.
Fisura congénita del paladar blando y/o duro, debido a un defecto de la fusión.
Defecto congénito del labio superior en el cual la prominencia maxilar no se funde apropiadamente con las prominencias medias nasales. Se piensa que se produce por un fallo en la migración del mesodermo en la región cefálica.
TEJIDO CONJUNTIVO especializado que es el principal constituyente del ESQUELETO. El componente celular principal del hueso está formado por OSTEOBLASTOS, OSTEOCITOS y OSTEOCLASTOS, mientras que los COLÁGENOS FIBRILARES y los cristales de hidroxiapatita forman la MATRIZ ÓSEA.
Fractura en la cual la unión no se produce, los extremos óseos se hacen redondeados y ebúrneos, y aparece seudoartrosis. (Stedman, 25a ed)
Cavidad del proceso alveolar del maxilar (MAXILARES) y la MANDÍBULA, donde se fija cada diente y donde se une mediante el ligamento peridontal.
Renovación continua de la MATRIZ ÓSEA y mineral que implica: primero, un aumento de la RESORCIÓN ÓSEA (actividad osteoclástica) y después, FORMACIÓN DEL HUESO reactiva (actividad osteoblástica). El proceso de remodelación del hueso ocurre en el esqueleto adulto en focos discretos. El proceso garantiza la integridad mecánica del esqueleto a través de la vida y desempeña un rol importante en la HOMEOSTASIS del calcio. Un desbalance en la regulación de los dos eventos opuestos en la remodelación del hueso: reabsorción ósea y formación ósea, conduce a muchas de las enfermedades metabólicas de los huesos, tales como la OSTEOPOROSIS.
TEJIDO CONJUNTIVO fibroso que rodea a la RAÍZ DEL DIENTE, que lo separa de éste y lo une al hueso alveolar (PROCESOS ALVEOLARES).
Fagocitos mononucleares redondos y granulares que se encuentran en los alveolos pulmonares. Ellos ingieren pequeñas particulas inhaladas resultantes de la degradación y la presentación del antígeno a las células inmunocompetentes.
Inflamación y pérdida de tejido conectivo o de soporte en torno a los dientes. Puede implicar cualquier parte del PERIODONCIO. La periodontitis está actualmente clasificada por la progresión de la enfermedad (PERIODONTITIS CRÓNICA, PERIODONTITIS AGRESIVA) en vez de la edad de inicio. (Traducción libre del original: 1999 International Workshop for a Classification of Periodontal Diseases and Conditions, American Academy of Periodontology)
Renovación o reparación del tejido óseo perdido. Excluye el CALLO OSEO que se forma después de las FRACTURAS ÓSEAS, pero que aún no ha sido reemplazado por hueso duro.
El más grande de los tres huesos que componen cada mitad de la cintura pélvica.
Cantidad de mineral por centímetro cuadrado de HUESO (esta es la definición usada en la práctica clínica). La densidad ósea real se expresaría en gramos por mililitro. Suele medirse mediante ABSORCIOMETRÍA DE RAYOS X o TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA DE RAYOS X. La densidad ósea es un importante factor predictivo de la OSTEOPOROSIS.
Hueso mayor y más fuerte de la CARA que constituye el maxilar inferior. En el mismo se asientan los dientes inferiores.
La aparición de un diente desde el interior de los folículos en el PROCESO ALVEOLAR del MAXILAR o la MANDIBULA en la BOCA. (Traducción libre del original: Boucher's Clinical Dental Terminology, 4th ed)
Pérdida ósea debido a la actividad osteoclástica.
Raspado, generalmente del interior de una cavidad o un tracto, para la extiparción de nuevos crecimientos u otros tejidos anormales, o para obtener material para diagnóstico tisular, utilizando una cureta o cucharilla de raspado, instrumento con forma de cuchara para extraer material. (Dorland, 28a ed, p482; Stedman, 25a ed, p363)
Pequeñas bolsas polihédricas ubicadas a lo largo de las paredes de los sacos alveolares, los conductos alveolares y los bronquiolos terminales a través de cuyas paredes se produce el intercambio gaseoso entre el aire alveolar y la sangre de los capilares pulmonares.
Las estructuras que rodean y sostienen los dientes. El periodonto incluye la ENCÍA, el hueso alveolar (PROCESOS ALVEOLARES), el CEMENTO DENTARIO, y el LIGAMENTO PERIODONTAL.
Técnicas ortodónticas utilizadas para corregir la malposición de un sólo diente.
Sustancia extracelular del tejido óseo que consiste en fibras de COLÁGENO, sustancia base, y minerales cristalinos inorgánicos y sales.
Diente que tiene una posición posterior en cualquiera de las mandíbulas, son ocho en total en la dentición decidual (2 en cada lado, superior e inferior), y usualmente hay 12 en la dentición permanente (tres en cada lado, superior e inferior). Son dientes para triturar, tienen coronas grandes y superficies de masticación anchas. (Traducción libre del original: Jablonski, Dictionary of Dentistry, 1992, p821)
Tejido conjuntivo semejante al hueso que cubre la raíz de los dientes desde la unión entre el cemento y el esmalte hasta el ápice, cubre el ápice del canal radicular y participa en el soporte de los dientes sirviendo como estructuras de anclaje para el ligamento periodontal. (Traducción libre del original: Jablonski, Dictionary of Dentistry, 1992)
El hueso cuya localización es la más lateral en la fila proximal de los HUESOS DEL CARPO.
Acción del tejido óseo de crecer para asimilar aparatos implantados quirúrgicamente o prótesis que se utilizan como partes de reposición (por ej., cadera) o para anclaje (por ej., implantes dentales intraóseos).
Parte estrecha del diente en la unión de la corona y la o las raíces. A menudo se le denomina unión cemento-esmalte (CEJ, siglas en inglés), es la línea en la que se encuentran el cemento que cubre la raíz de un diente y el esmalte de dicho diente.
Restauración fisiológica del tejido y función óseos después de una fractura. Incluye la formación del CALLO OSEO y su reemplazo normal por tejido óseo.
Tumores o cánceres localizados en el tejido óseo o en HUESOS específicos.
Materiales sintéticos o naturales que se utilizan para reemplazar huesos o tejidos óseos. Incluyen polímeros para reemplazar tejidos duros, coral natural, hidroxiapatita, fosfato beta-tricálcico, y otros biomateriales diversos. El sustituto del hueso, como material inerte, puede incoorporarse al tejido que lo rodea o ser gradualmente reemplazado por el tejido original.
Áreas líticas uniloculares benignas en el extremo proximal de un hueso largo con márgenes endosteales estrechos y bien definidos. Los quistes contienen líquidos y las paredes de los quistes pueden contener algunas células gigantes. Los quistes óseos ocurren usualmente en hombres entre los 3-15 años.
Afección caracterizada por desmineralización de un hueso largo con soporte de peso, seguida por curvatura y fractura patológica, con incapacidad para formar callo normal, lo que conduce a la formación de una "articulación falsa", a lo que debe su nombre este trastorno. (Dorland, 28a ed)
Dispositivos implantables para la fijación de fracturas que se unen a los fragmentos de huesos con tornillos para hacer un puente que una las fracturas separadas y que proteja de las tensiones al sitio de fractura mientras que el hueso se consolida.
Cualquiera del par de huesos de forma irregular que forman la mandíbula superior. El hueso maxilar proporciona los alveolos dentales para la fijación de la dentadura superior, forma parte de la ÓRBITA, y contiene el SENO MAXILAR.
Uso de dispositivos internos (placas metálicas, clavos, vástagos, etc.) para sostener la posición de una fractura en la alineación adecuada.
Cirugía preprotética que comprende injertos de hueso de costilla, cartílago o cresta ilíaca, por lo regular autóloga, o implantes sintéticos para la reconstrucción de la cresta alveolar.
Una fractura de tibia se refiere a la rotura o grietas en el hueso de la espinilla (tibia) que pueden variar en gravedad, desde una fisura menor hasta un completo desplazamiento del hueso.
Tejido blando que llena las cavidades de los huesos. Hay dos tipos de médula ósea, la amarilla y la roja. La médula amarilla se encuentra en las cavidades grandes de los huesos largos y está constituida fundamentalmente por adipocitos y unas pocas células sanguíneas primitivas. La médula roja es un tejido hematopoyético y es el sitio de producción de los eritrocitos y leucocitos granulares. La médula ósea está constituida por una red de tejido conjuntivo que contiene fibras en forma de malla y esa malla está llena de células de la médula.
Gran desarrollo de los huesos desde el feto al adulto. Incluye la OSTEOGÉNESIS, que está restringida a la formación y desarrollo del hueso a partir de células indiferenciadas de las capas germinales del embrión. No incluye la OSTEOINTEGRACIÓN.
Los ocho huesos de la muñeca: HUESO ESCAFOIDES, HUESO SEMILUNAR, HUESO PIRAMIDAL, HUESO PISIFORME, HUESO TRAPECIO, HUESO TRAPEZOIDE, HUESO GRANDE DEL CARPO y HUESO GANCHOSO.
Infecciones con bacterias de la familia BACTEROIDACEAE.
Operación que se repite por una misma afección en un mismo paciente. Incluye la reoperación para reexámen, reoperación por progresión o recurrencia de la enfermedad, o la reoperación que tiene lugar por una falla operatoria.
Uno de un conjunto de estructuras en forma de hueso en la boca que se utiliza para morder y masticar.
Extirpación quirúrgica de un diente. (Dorland, 28a ed)
Las enfermedades maxilares se refieren a diversas condiciones patológicas que afectan los huesos maxilares, incluyendo infecciones, tumores, traumatismos y displasias.
Evaluación que se hace para medir los resultados o consecuencias del manejo y procedimientos utilizados en la lucha contra la enfermedad con el fin de determinar la eficacia, efectividad, seguridad y viabilidad de estas intervenciones en casos individuales o en series.
Proceso de formación del hueso. Histogénesis del hueso incluyendo la osificación.
Fracturas del fémur.
Células contenidas en la médula ósea incluidas las células grasas (ver ADIPOCITOS), CÉLULAS DEL ESTROMA, MEGACARIOCITOS, y precursores inmediatos de la mayoría de las células sanguíneas.
Materiales biocompatibles colocados dentro (endoóseos) o sobre (subperióstico) de la mandíbula para sustentar una corona, puente, o diente artificial, o para estabilizar un diente enfermo.
Procesos patologicos involucrando el PERIODONCIO, incluyendo la ENCÍA, el hueso alveolar (PROCESOS ALVEOLARES), el CEMENTO DENTAL, y el LIGAMENTO PERIODONTAL.
Tumor de hueso compuesto por estroma de células fusiformes que contiene células gigantes multinucleadas diseminadas parecidas a osteoclastos. Los tumores pueden ser benignos o evolucionar y dar lugar a lesiones francamente malignas; aparecen con mayor frecuencia en un extremo de un hueso tubular largo de adultos jóvenes. (Dorland, 28a ed; Stedman, 25a ed)
Porción del diente desde el cuello hasta la cúspide, que se encuentra dentro del proceso alveolar y que está cubierta por cemento. La raíz puede ser única o estar dividida en varias ramas, identificadas usualmente por su posición relativa, ejemplo, raíz lingual o raíz bucal. Los dientes con una sola raíz incluyen los primeros y segundos premolares mandibulares y el segundo diente premolar maxilar. El primer premolar maxilar tiene, en la mayoría de los casos, dos raíces. Los molares maxilares tienen tres raíces.
TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA POR RAYOS X con resolución en el rango micrométrico.
Necrosis aséptica o avascular de la cabeza del fémur. Los tipos principales son idiopática (primaria), como complicación de fracturas o dislocaciones, y la ENFERMEDAD DE LEGG-CALVE-PERTHES.
Enfermedades de los HUESOS.
Adhesivos utilizados para fijar dispositivos prostéticos a huesos y para cementar huesos a huesos en fracturas difíciles. Las resinas sintéticas se utilizan comúnmente como cementos. Una mezcla de fosfato monocálcico, monohidrato, alfa-tricalcio fosfato, y carbonato de calcio con una solución de fosfato de sodio también es una útil pasta ósea.
Técnicas radiográficas utilizadas en estomatología.
Especie de bacterias gramnegativas, anaerobias en forma de bastoncillos que originalmente se clasificaron dentro del género BACTEROIDES. Estas bacterias producen una colagenasa unida a la célula y sensible al oxígeno y se aisla de la cavidad oral humana.
Movimiento horizontal y, en menor grado, axial de un diente en respuesta a las fuerzas normales, como durante la oclusión. Se refiere también a la movilidad de un diente como consecuencia de la pérdida de toda o una parte de su inserción y aparato de sostén, como se observa en la periodontitis, trauma oclusal, y periodontosis. (Traducción libre de los originales: Jablonski, Dictionary of Dentistry, 1992, p507 & Boucher's Clinical Dental Terminology, 4th ed, p313)
Hueso mayor y más largo del esqueleto, está situado entre la cadera y la rodilla.
Roturas de huesos.
Inserción de un implante dentro del hueso de la mandíbula o maxilar. El implante tiene una cabeza expuesta que sobresale a través de la mucosa y constituye un estribo protésico dental.
Terapia quirúrgica de la enfermedad isquémica de la arteria coronaria que se realiza implantando una sección de la vena safena, arteria mamaria interna, u otra sustituta, entre la aorta y la arteria coronaria obstruída, en un lugar distante de la lesión que obstruye.
Dispositivos especializados utilizados en CIRUGÍA ORTOPÉDICA para reparar fracturas de huesos.
Enfermedad de llenado del alvéolo pulmonar, que se caracteriza por densos depósitos fosfolipoproteináceos en los alvéolos, tos y disnea. Esta enfermedad está a menudo relacionada con deterioro congénito o adquirido en el procesamiento de SURFACTANTES PULMONARES por macrófagos alveolares, un proceso dependiente de FACTOR ESTIMULANTE DE COLONIAS GRANULOCITO-MACRÓFAGO.
Gran célula multinuclear asociada a REABSORCIÓN ÓSEA. Un odontoclasto, también denominado cementoblasto, es citomorfológicamente igual a un osteoclasto y está implicado en la reabsorción del CEMENTO DENTARIO.
OSTEOTOMÍA intraoral de la mandíbula inferior generalmente se realiza con el fin de corregir la MALOCLUSIÓN.
Bastones de hueso, metal, o de otro material utilizado para fijar los fragmentos o extremos de los huesos fracturados.

La alveoloplastia es un procedimiento quirúrgico odontológico que consiste en la remodelación y nivelación de los huesos alveolares (los que sostienen los dientes) después de haber extraído uno o varios dientes. El objetivo principal de esta intervención es mejorar la estética y preparar la zona para la colocación de prótesis dentales, como dentaduras postizas, con un ajuste y sujeción óptimos. También puede ayudar a prevenir problemas en las encías y otros dientes adyacentes.

La alveoloplastia se realiza bajo anestesia local y el proceso implica la eliminación de tejido óseo sobrante, el contorneado del hueso alveolar y, en algunos casos, la reposición de tejidos blandos. Después del procedimiento, pueden ser necesarios analgésicos para controlar el dolor y antibióticos para prevenir infecciones. Es importante seguir las instrucciones postoperatorias cuidadosamente para una correcta cicatrización y recuperación.

Un injerto de hueso alveolar es un procedimiento quirúrgico en el que se añade tejido óseo adicional al maxilar o la mandíbula del paciente. Este procedimiento se realiza generalmente en preparación para la colocación de implantes dentales, cuando la cantidad o calidad del hueso alveolar (el tipo de hueso que soporta los dientes) es insuficiente.

El hueso utilizado para el injerto puede provenir del propio paciente (hueso autógeno), de un donante (hueso alogénico), o de una fuente sintética (hueso xenogénico o aloplástico). El tipo de injerto utilizado depende de varios factores, incluyendo la cantidad de hueso necesaria, las preferencias del cirujano y las condiciones médicas generales del paciente.

El proceso de injerto implica hacer una incisión en la encía para exponer el hueso alveolar, luego se esculpe un espacio en el hueso para acomodar el tejido óseo adicional. El nuevo material óseo se coloca en este espacio y se sujeta con pequeños tornillos o grapas. Luego, la encía se cierra sobre el injerto con puntos de sutura.

Después del procedimiento, el paciente puede experimentar alguna incomodidad, hinchazón e inflamación durante unos días. El nuevo tejido óseo tarda varios meses en fusionarse completamente con el hueso existente, proceso conocido como osteointegración. Una vez que este proceso está completo, se pueden colocar los implantes dentales.

Es importante notar que, aunque los injertos de hueso alveolar son procedimientos seguros y rutinarios en manos de cirujanos calificados, como cualquier intervención quirúrgica, conllevan riesgos e inconvenientes potenciales. Estos pueden incluir reacciones adversas a la anestesia, infección, daño a los nervios o tejidos circundantes, y en raras ocasiones, el fracaso del injerto. Por lo tanto, es crucial discutir todos los aspectos de este procedimiento con un profesional dental calificado antes de tomar una decisión.

El proceso alveolar, en términos médicos, se refiere a la remodelación y el crecimiento de los espacios aéreos más pequeños en los pulmones conocidos como alvéolos. Este proceso es crucial para el desarrollo normal de los pulmones, particularmente durante el período prenatal y en la infancia.

El proceso alveolar involucra la multiplicación y diferenciación de células especializadas llamadas células alveolares tipo II, que producen una sustancia llamada surfactante. El surfactante reduce la tensión superficial en los alvéolos, permitiendo que se expandan y contraigan adecuadamente durante el proceso de respiración.

La disfunción en el proceso alveolar puede llevar a diversas condiciones pulmonares, como la displasia broncopulmonar y la fibrosis quística, que pueden causar dificultad para respirar y otros síntomas respiratorios. Por lo tanto, comprender el proceso alveolar y sus mecanismos subyacentes es fundamental para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades pulmonares relacionadas.

Un diente no erupcionado, también conocido como diente impactado o retenido, se refiere a un diente que no ha penetrado en la boca en el tiempo esperado durante el proceso de erupción dental. Normalmente, los dientes temporales comienzan a aparecer alrededor de los 6 meses de edad y continúan hasta los 2-3 años. Los dientes permanentes generalmente comienzan a erupcionar aproximadamente a los 6 u 8 años y el proceso continúa hasta la adolescencia.

Cuando un diente no logra erupcionar en su tiempo normal, podría deberse a varias razones. A veces, no hay suficiente espacio en la mandíbula para que el diente erupcione correctamente. Otras veces, los tejidos circundantes pueden obstruir el camino del diente. El diente también puede estar inclinado o torcido de tal manera que impide su erupción.

Los dientes no erupcionados pueden ser asintomáticos y descubiertos solo durante exámenes dentales de rutina. Sin embargo, en algunos casos, pueden causar dolor, infección o dañar los dientes adyacentes. El tratamiento depende de la gravedad de la situación y puede incluir extracción quirúrgica del diente no erupcionado o ayudarlo a erupcionar mediante procedimientos ortodóncicos.

Es importante mencionar que el término 'diente no erupcionado' es diferente al de 'dientes retenidos', que se refiere a los dientes temporales (de leche) que no se han caído en el momento en que deberían haberlo hecho, impidiendo así la erupción de los dientes permanentes.

Un trasplante óseo, también conocido como injerto óseo, es un procedimiento quirúrgico en el que se transfiere tejido óseo desde una parte del cuerpo (injerto autólogo) o de un donante fallecido (injerto alogénico) a una zona dañada o lesionada del esqueleto. El propósito principal de este procedimiento es promover la regeneración y reparación del hueso dañado, proporcionando una estructura sólida y viable sobre la que el nuevo tejido óseo pueda crecer.

Existen diferentes tipos de injertos óseos, dependiendo de su origen y técnica de preparación:

1. Injerto autólogo: se obtiene del propio paciente, generalmente del hueso de la cadera, la pierna o el cráneo. Este tipo de injerto contiene células vivas que pueden contribuir al crecimiento y regeneración ósea, además de servir como andamiaje estructural para el nuevo tejido.

2. Injerto alogénico: se obtiene de un donante fallecido y es procesado y esterilizado antes de su uso clínico. A diferencia del injerto autólogo, este tipo de injerto no contiene células vivas, pero sigue proporcionando una matriz estructural que puede estimular el crecimiento óseo.

3. Injerto xenogénico: se obtiene de un donante animal, generalmente de bovinos o equinos. Después del procesamiento y esterilización, este tipo de injerto puede utilizarse como andamiaje estructural para promover el crecimiento óseo.

4. Injerto sintético: se trata de un material artificial diseñado para imitar las propiedades estructurales y biológicas del hueso natural. Estos injertos pueden estar hechos de diferentes materiales, como hidroxiapatita, β-tricalciofosfato o polímeros biodegradables.

Los injertos óseos se utilizan en una variedad de procedimientos quirúrgicos, como la reconstrucción maxilofacial, la cirugía ortopédica y la implantología dental. El objetivo principal de estos injertos es restaurar la integridad estructural y la función del hueso dañado o ausente, además de proporcionar soporte para el crecimiento y regeneración ósea.

La pérdida de hueso alveolar, también conocida como reabsorción ósea alveolar, se refiere a la disminución en la anchura y altura del hueso alveolar que rodea los dientes. El hueso alveolar es la porción del hueso maxilar y mandibular donde se insertan las raíces de los dientes. Esta estructura ósea proporciona soporte y anclaje a los dientes, además de participar en la función masticatoria.

La pérdida de hueso alveolar puede ser causada por diversos factores, entre los que se incluyen:

1. Enfermedad periodontal: La inflamación y destrucción del tejido de soporte de los dientes (encía y hueso) como consecuencia de la infección bacteriana es una de las principales causas de pérdida de hueso alveolar.
2. Trauma dental: Lesiones o traumatismos repetidos en un diente pueden provocar la reabsorción del hueso alveolar circundante.
3. Edentulismo: La ausencia de dientes durante un período prolongado puede dar lugar a una disminución en la anchura y altura del hueso alveolar, ya que este deja de recibir los estímulos mecánicos y químicos necesarios para su mantenimiento.
4. Procesos degenerativos: Enfermedades sistémicas como la osteoporosis pueden afectar la densidad y calidad del hueso alveolar, aumentando el riesgo de pérdida ósea.
5. Maloclusiones y bruxismo: Las malposiciones dentarias y el rechinamiento de dientes pueden generar sobrecargas mecánicas en el hueso alveolar, desencadenando su reabsorción.

La pérdida de hueso alveolar puede derivar en consecuencias clínicas importantes, como la movilidad o pérdida de dientes, cambios en la estética facial y dificultades en la colocación y retención de prótesis dentales. Por lo tanto, es fundamental realizar un diagnóstico precoz y establecer medidas terapéuticas adecuadas para preservar el hueso alveolar y mantener una adecuada función oral y estética.

La fisura del paladar, también conocida como fisura palatina o labio leporino con fisura palatina, es un defecto congénito en la boca y el rostro. Se produce durante el desarrollo fetal, alrededor de la séptima a la novena semana de embarazo, cuando los tejidos que forman el labio y el paladar no se fusionan completamente.

En una fisura del paladar, hay una abertura entre el lado izquierdo y derecho del paladar (el techo blando de la boca), lo que puede extenderse a través del labio superior e incluso afectar la nariz. Esto puede dar lugar a problemas en la alimentación, el habla, el crecimiento dental y los oídos.

La gravedad de la fisura del paladar varía de una persona a otra. Algunas personas pueden tener solo una pequeña abertura, mientras que otras pueden tener una fisura extensa que involucra tanto el labio como el paladar. El tratamiento generalmente implica cirugía para cerrar la fisura y restaurar la apariencia y la función normal de la boca y el rostro.

El labio leporino, también conocido como fisura labial, es una malformación congénita que afecta la línea media de la cara. Se caracteriza por una hendidura o grieta en el labio, que puede variar en longitud desde un simple surco hasta una división completa que se extiende hasta la nariz. La gravedad de la afección puede variar desde formas leves que solo involucran el borde del labio hasta formas más severas que también afectan el paladar (techo de la boca), lo que se conoce como labio leporino y paladar hendido.

Esta condición ocurre durante el desarrollo fetal, alrededor de las cuatro a siete semanas de gestación, cuando los tejidos que forman el rostro del feto no se fusionan correctamente. Aunque la causa exacta es desconocida, se cree que está relacionada con una combinación de factores genéticos y ambientales.

El tratamiento generalmente involucra cirugía para cerrar la hendidura y restaurar la apariencia y función normales del labio y la nariz. La cirugía suele realizarse cuando el bebé tiene entre tres y seis meses de edad. En algunos casos, pueden ser necesarias múltiples intervenciones quirúrgicas para lograr los mejores resultados posibles. Además de la cirugía, también pueden ser necesarios otros tratamientos, como terapia del habla y audición, ortodoncia y counseling psicológico.

Los huesos son estructuras rígidas, resistentes y porosas que forman el esqueleto del cuerpo humano. Están compuestos principalmente de tejido conectivo duro llamado tejido óseo. Los huesos tienen varias funciones importantes, incluyendo el apoyo estructural, la protección de órganos vitales, la facilitación del movimiento al servir como punto de unión para los músculos y tendones, y la producción de células sanguíneas en la médula ósea.

El tejido óseo está compuesto por una matriz mineral inorgánica rica en calcio y fosfato, que le da a los huesos su rigidez y resistencia, así como por fibras de colágeno orgánicas, que proporcionan flexibilidad y elástico. Los huesos también contienen células vivas llamadas osteoblastos, osteoclastos y osteocitos, que participan en la remodelación continua del tejido óseo a medida que el cuerpo crece y se repara después de lesiones.

Hay 206 huesos en el esqueleto humano adulto, divididos en dos categorías principales: huesos largos, cortos, planos y curvados. Los huesos largos, como los femures y los tibias, son más largos que anchos y tienen un eje central largo. Los huesos cortos, como los huesos del carpo y el tarso, son relativamente pequeños y de forma cúbica o esférica. Los huesos planos, como las costillas y el cráneo, son delgados y anchos, y proporcionan protección a órganos vitales como los pulmones y el cerebro. Finalmente, los huesos curvados, como la columna vertebral y el esternón, tienen una forma curva que les permite soportar cargas pesadas y proporcionar flexibilidad al cuerpo.

En terminología médica, una fractura no consolidada, también conocida como fractura no unida o pseudartrosis, se refiere a una fractura ósea que no ha logrado curarse y formar un nuevo tejido óseo (callo) después de un período apropiado de tiempo, el cual generalmente es de varas meses. Durante este proceso normal de consolidación, las extremidades fracturadas se mantienen inmóviles, usualmente con el uso de un yeso o una férula, mientras que los huesos rotos gradualmente sanan y se fusionan nuevamente.

Sin embargo, en algunos casos, este proceso de consolidación puede verse interrumpido por diversas razones, como la presencia de un suministro sanguíneo inadecuado, una infección, el movimiento excesivo de las partes fracturadas o la falta de estabilidad en la fijación del hueso. Todos estos factores pueden provocar que la fractura no cicatrice correctamente y permanezca sin consolidar.

El tratamiento para una fractura no consolidada puede involucrar procedimientos quirúrgicos, como la aplicación de placas y tornillos metálicos u otros dispositivos de fijación, con el objetivo de mantener las partes fracturadas en la posición correcta y promover la consolidación. En ocasiones más complejas, se puede recurrir a un injerto óseo para estimular el crecimiento del tejido óseo y acelerar el proceso de curación. Además, es fundamental abordar cualquier infección subyacente o problema vascular que pueda estar impidiendo la consolidación adecuada de la fractura.

El término "alveolo dental" se refiere específicamente a la cavidad en el hueso maxilar o mandibular donde está alojado un diente. Más precisamente, es la parte del hueso que ha sido hollowed out para contener la raíz de un diente. Después de la extracción de un diente, el alveolo dental eventualmente se llena con tejido conjuntivo y hueso.

Es importante mantener la salud del alveolo dental, ya que desempeña un papel crucial en el soporte estructural de los dientes adyacentes y en la preservación de la integridad estructural del maxilar o mandíbula. Si no se cuida adecuadamente, la pérdida de dientes puede conducir a una disminución en la densidad ósea del alveolo dental y aumentar el riesgo de fracturas y otros problemas dentales y maxilofaciales.

La remodelación ósea es un proceso fisiológico continuo en el que el tejido óseo vivo se renueva y mantiene a través del equilibrio entre la formación y reabsorción ósea. Está mediada por dos tipos de células: los osteoblastos, responsables de la formación de nuevo hueso, y los osteoclastos, que descomponen y reabsorben el tejido óseo existente.

Este proceso ayuda a mantener la integridad estructural del esqueleto, adaptándose a las demandas mecánicas y hormonales cambiantes en el cuerpo. La remodelación ósea también desempeña un papel importante en la homeostasis mineral al regular los niveles de calcio y fósforo en la sangre.

La desregulación de este proceso puede conducir a trastornos del metabolismo óseo, como la osteoporosis, donde prevalece un exceso de reabsorción ósea sobre la formación, resultando en huesos más frágiles y susceptibles a fracturas. Por otro lado, enfermedades como la hiperparatiroidismo pueden provocar un aumento excesivo en la formación ósea, lo que lleva a complicaciones como cálculos renales y huesos debilitados.

El ligamento periodontal, también conocido como ligamento periodontal, es un tejido blando y flexible que une el diente a su alveolo (el hueco en el hueso maxilar o mandibular donde se encuentra el diente). Este ligamento está compuesto por fibras colágenas y otros tejidos conectivos, y desempeña un papel crucial en la absorción de las fuerzas durante la masticación y el movimiento dental. Además, ayuda a mantener la salud del periodonto, que es el conjunto de tejidos que rodean y soportan los dientes, incluyendo el hueso alveolar, el ligamento periodontal, el cemento y la encía. El daño o enfermedad del ligamento periodontal puede conducir a problemas dentales graves, como la pérdida del diente.

Los macrófagos alveolares son células del sistema inmunológico que desempeñan un papel crucial en el sistema de defensa inmune dentro de los pulmones. Se encuentran en el espacio aéreo alveolar, donde participan en la respuesta inmunitaria innata y adaptativa.

Estas células son parte de la familia de los fagocitos, lo que significa que tienen la capacidad de ingerir y destruir microorganismos, partículas extrañas y detritus celulares. Los macrófagos alveolares desempeñan un papel fundamental en mantener la homeostasis pulmonar y proteger los pulmones contra infecciones e inflamaciones.

Cuando un microorganismo o una partícula extraña ingresa a los pulmones, los macrófagos alveolares son los primeros en responder. Reconocen y se adhieren a estos elementos extraños mediante receptores de reconocimiento de patrones (PRR) en su superficie celular. Una vez que los macrófagos alveolares han identificado un microorganismo o una partícula extraña, la engullen y la descomponen dentro de sus lisosomas, utilizando enzimas y especies reactivas de oxígeno para destruirla.

Además de su función fagocítica, los macrófagos alveolares también secretan una variedad de mediadores químicos, como citokinas y quimiocinas, que ayudan a reclutar más células inmunes al sitio de la infección o inflamación. También participan en la presentación de antígenos a las células T helper (Th), lo que desencadena una respuesta inmunitaria adaptativa.

Los macrófagos alveolares son un componente esencial del sistema inmunológico pulmonar y desempeñan un papel vital en la protección contra enfermedades respiratorias, como neumonía e infecciones virales. Sin embargo, también se ha demostrado que contribuyen al desarrollo de enfermedades pulmonares crónicas, como la EPOC y la fibrosis quística, mediante la producción excesiva de mediadores proinflamatorios y la activación de vías de señalización que conducen a la destrucción del tejido pulmonar.

La periodontitis, también conocida como piorrea, es una enfermedad inflamatoria grave que afecta los tejidos que soportan los dientes. Se caracteriza por la destrucción progresiva del Periodonto, que comprende el ligamento periodontal, el hueso alveolar y el cemento radicular. Es causada principalmente por bacterias presentes en la placa dental y puede llevar a complicaciones como la movilidad dentaria e incluso la pérdida de dientes si no se trata adecuadamente.

Existen diferentes formas y grados de periodontitis, variando desde formas leves con afectación limitada hasta formas avanzadas con destrucción extensa de los tejidos de soporte. La enfermedad generalmente comienza como gingivitis, una inflamación reversible de las encías, pero sin un tratamiento apropiado puede progresar a periodontitis.

El diagnóstico de la periodontitis se realiza mediante una exploración clínica completa, que incluye la medición de los bolsillos periodontales (espacios entre el diente y la encía), la evaluación de la movilidad dentaria y la recopilación de radiografías para evaluar la pérdida ósea. El tratamiento puede incluir procedimientos de limpieza profunda, modificaciones en los hábitos de higiene oral, control de factores de riesgo y, en algunos casos, intervenciones quirúrgicas.

La regeneración ósea es un proceso natural y complejo del cuerpo humano que involucra la reparación y renovación de los tejidos dañados o perdidos en el sistema esquelético. Implica la formación de nuevo hueso y tejido conectivo para reemplazar el tejido dañado, lo que permite la restauración de la estructura y función originales del hueso.

Este proceso se activa en respuesta a una lesión o enfermedad que cause daño al hueso, como una fractura o una enfermedad periodontal. Durante la regeneración ósea, varios tipos de células, incluyendo células madre mesenquimales, osteoblastos y osteoclastos, trabajan juntas para orquestar la formación de nuevo hueso y tejido conectivo.

La capacidad del cuerpo para regenerar el hueso disminuye con la edad y en presencia de ciertas condiciones médicas o factores ambientales, como la mala nutrición o el tabaquismo. En algunos casos, la regeneración ósea puede ser insuficiente, lo que lleva a la formación de tejido cicatricial en lugar de hueso sano.

La regeneración ósea es un área activa de investigación en medicina y odontología, ya que una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes puede conducir al desarrollo de nuevas terapias y tratamientos para una variedad de afecciones relacionadas con el hueso.

El Ilion, en términos anatómicos, se refiere específicamente a la parte central y más grande de la cavidad glenoidal o cavidad articular de la escápula (omóplato) en el cuerpo humano. Esta región es donde se une el húmero (hueso del brazo) para formar el hombro. Aunque a veces puede haber alguna variación en su uso, generalmente el término "Ilion" no debe confundirse con "íleon", que es una parte del intestino delgado en la anatomía abdominal.

La densidad ósea se refiere a la cantidad de tejido mineralmente denso por unidad de volumen en los huesos. Es un parámetro objetivo que se utiliza comúnmente para ayudar a diagnosticar y monitorear la osteoporosis, una enfermedad caracterizada por huesos débiles y frágiles debido a la pérdida de tejido óseo. La densidad ósea se mide más comúnmente en la columna vertebral, cadera y muñeca utilizando técnicas especializadas como absorciometría dual de energía X-ray (DXA). Un resultado bajo en la densidad ósea indica un mayor riesgo de fracturas óseas.

La mandíbula, también conocida como el maxilar inferior, es el hueso principal de la boca en los seres humanos y otros animales. Se trata de un hueso impar y simétrico que forma la parte inferior de la cara y se articula con el cráneo. La mandíbula contiene los dientes inferiores y participa en funciones como la masticación, el habla y el sueño. Es el único hueso del cráneo que es verdaderamente móvil y está unido al cráneo por la articulación temporomandibular.

La erupción dental, también conocida como dentición, se refiere al proceso por el cual los dientes afilados de un bebé, llamados dientes de leche, rompen la piel (encías) y sobresalen en la boca. Este proceso generalmente comienza alrededor de los 6 meses de edad, aunque puede variar considerablemente, y normalmente continúa hasta los 3 años.

Los primeros dientes en erupcionar suelen ser los incisivos inferiores, seguidos por los incisivos superiores. Luego vienen los molares, caninos y finalmente los segundos molares. Es común que un niño tenga su primer conjunto completo de dientes de leche a los 2 o 3 años de edad.

Durante este proceso, algunos bebés pueden experimentar irritabilidad, enrojecimiento de las encías, aumento de la salivación y el deseo de morder o masticar todo lo que encuentran a su alcance. Algunos también pueden tener fiebre leve y diarrea, aunque esto no es común. Los padres pueden aliviar las molestias mediante el uso de dedales fríos o paños limpios y húmedos sobre las encías inflamadas.

La resorción ósea, también conocida como reabsorción ósea, es un proceso fisiológico en el que las células especializadas llamadas osteoclastos descomponen y eliminan el tejido óseo existente. Este proceso es fundamental para mantener la salud del hueso, ya que ayuda a remodelar y dar forma al esqueleto, adaptándose a las demandas mecánicas y metabólicas cambiantes del cuerpo.

Sin embargo, un desequilibrio entre la formación y resorción ósea puede llevar a diversas condiciones patológicas, como la osteoporosis, en la que predominan los procesos de resorción sobre la formación, resultando en huesos cada vez más frágiles y susceptibles a fracturas. Por lo tanto, comprender el proceso de resorción ósea es crucial para el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades óseas.

Dilation and Curettage (D&C): Es un procedimiento quirúrgico que consiste en dilatar el cuello uterino y raspar o extraer tejido del útero con un instrumento llamado cureta. Aunque a veces se realiza para diagnosticar y tratar ciertas condiciones médicas, como sangrados anormales, también se utiliza a menudo como un método de aborto incompleto o una forma de vaciado del útero después de un aborto involuntario (pérdida espontánea del embarazo). Es importante notar que este procedimiento requiere de la intervención médica y debe ser realizado en un centro hospitalario.

Los alvéolos pulmonares son pequeñas saculaciones en forma de racimo situadas en los extremos de los bronquiolos, los conductos más pequeños de las vías respiratorias en los pulmones. Los alvéolos son la parte crucial del intercambio de gases en el cuerpo humano. Cada persona tiene aproximadamente 480 millones de alvéolos en los pulmones, lo que proporciona una superficie total de alrededor de 70 metros cuadrados para el intercambio de gases.

La pared de cada alvéolo está compuesta por una capa simple de células llamadas células epiteliales alveolares, que están rodeadas por una red fina de vasos sanguíneos llamados capilares. Cuando una persona inhala oxígeno, el gas se difunde a través de la membrana alveolar y los capilares hacia la sangre. De manera simultánea, el dióxido de carbono, un subproducto del metabolismo celular, se difunde desde la sangre a través de los capilares y las paredes alveolares para ser expulsado cuando una persona exhala.

La integridad estructural y funcional de los alvéolos es fundamental para mantener una buena salud pulmonar. Enfermedades como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la fibrosis quística, la neumonía y el síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) pueden dañar los alvéolos y afectar su capacidad para facilitar el intercambio de gases.

El periodonto (del griego, peri significa alrededor y odous significa diente) es el tejido que rodea y soporta los dientes. Se compone de cuatro tipos específicos de tejidos: la encía, el ligamento periodontal, el cemento y el hueso alveolar (el cual contiene los alvéolos, pequeñas estructuras en forma de caja donde se insertan las raíces de los dientes).

La especialidad médica que se encarga del estudio, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades y condiciones que afectan al periodonto es conocida como Periodoncia. Las enfermedades periodontales más comunes son la gingivitis (inflamación de la encía) y la periodontitis (inflamación y destrucción del tejido de sostén de los dientes). Estas afecciones generalmente son causadas por bacterias presentes en la placa dental y pueden conducir a la pérdida de dientes si no se tratan adecuadamente.

El término "movimiento dentario" se refiere al movimiento o desplazamiento de los dientes en sus alveolos (los sockets o cavidades en los huesos maxilares donde están incrustados). Estos movimientos pueden ser el resultado de fuerzas fisiológicas naturales, como el crecimiento y desarrollo, o las fuerzas aplicadas intencionalmente en el contexto de la ortodoncia.

Existen tres tipos principales de movimientos dentarios:

1. **Translation**: Es el desplazamiento paralelo al hueso alveolar. Se produce cuando una fuerza se aplica directamente a la corona del diente, causando que el diente se mueva en la dirección de la fuerza sin rotación.

2. **Rotación**: Ocurre cuando un diente gira alrededor de su eje longitudinal. Esto puede suceder como resultado de una fuerza desequilibrada aplicada a diferentes partes del diente.

3. **Inclinación**: Es el movimiento en el que un diente cambia su ángulo respecto al hueso alveolar. Puede ocurrir tanto mesial (hacia adelante) como distal (hacia atrás).

Estos movimientos son esenciales en el tratamiento ortodóncico para lograr una correcta alineación y oclusión de los dientes. Sin embargo, también pueden desencadenar problemas periodontales si no se controlan adecuadamente, ya que excesivas fuerzas o movimientos inapropiados pueden dañar el tejido de soporte del diente (ligamento periodontal, cemento y hueso alveolar).

La matriz ósea, en términos médicos, se refiere a la estructura interna de un hueso. Está compuesta principalmente por tejido conectivo fibroso y células especializadas llamadas osteoblastos y osteoclastos. La matriz ósea es el soporte sobre el que se depositan los minerales, como el calcio y el fósforo, que forman la parte dura y rígida del hueso, conocida como tejido óseo mineralizado.

La matriz ósea contiene también fibras de colágeno, que le dan resistencia a la tracción, y proteoglicanos, que atraen y retienen agua, dando flexibilidad al hueso. La interacción entre la formación y reabsorción de la matriz ósea está regulada por diversos factores hormonales y mecánicos, y es fundamental para el crecimiento, mantenimiento y reparación de los huesos a lo largo de la vida.

Un diente molar, en terminología dental, se refiere a los grandes molares que se encuentran en las áreas posteriores o traseras de la boca, tanto en la mandíbula inferior como en la superior. Los humanos generalmente tienen doce molares en total durante su vida, incluidos los dientes de leche y los permanentes.

Los molares son los dientes más grandes y robustos en la boca. Su propósito principal es la masticación y el triturado de los alimentos gracias a sus superficies anchas y planas con múltiples cúspides o puntas. Estas cúspides ayudan a moler y desmenuzar los alimentos antes de ser swallowed.

Los molares se dividen en tres tipos: primeros molares, segundos molares y terceros molares, también conocidos como "muelas del juicio". Los terceros molares suelen erupcionar durante la adolescencia o incluso a veces en la edad adulta temprana, y a menudo no hay suficiente espacio en la boca para que lo hagan correctamente, lo que puede causar diversos problemas dentales.

El cemento dental es un material biocompatible que se utiliza en odontología para restaurar y reparar dientes dañados o para fijar prótesis dentales. Se puede obtener a partir de diferentes fuentes, incluyendo materiales sintéticos y derivados de tejidos animales.

Existen varios tipos de cemento dental, entre los que se incluyen:

1. Cemento de zinc oxido eugenol: Es uno de los más antiguos y se sigue utilizando en la actualidad. Se compone de polvo de zinc oxido y líquido de eugenol. Tiene propiedades antiinflamatorias y analgésicas, por lo que es útil para reparar dientes con sensibilidad o inflamación.
2. Cemento de vidrio ionomero: Se compone de polvo de vidrio y ácido poliacrílico. Es transparente y se utiliza comúnmente para sellar fisuras y pequeñas cavidades en dientes primarios y permanentes. También es útil para fijar ortodoncia y prótesis parciales.
3. Cemento de resina: Se compone de monómeros y polímeros de metacrilato. Es fuerte y duradero, por lo que se utiliza comúnmente para fijar coronas, puentes y otros tipos de prótesis dentales.
4. Cemento de óxido de zirconio: Se utiliza específicamente para fijar restauraciones de cerámica sobre dientes naturales o implantes dentales. Es resistente a la abrasión y tiene un color blanco que se asemeja al del diente natural.

En general, el cemento dental se utiliza para reparar dientes dañados, proteger los nervios expuestos, sellar fisuras y cavidades, y fijar prótesis dentales. Es importante seguir las instrucciones del odontólogo para su uso adecuado y evitar posibles complicaciones.

El hueso escafoides, también conocido como el hueso semilunar en algunas tradiciones de nomenclatura anatómica, es un pequeño hueso caroideo del carpo (muñeca) en el sistema esquelético humano. Se localiza en la fila proximales de los huesos del carpo y desempeña un papel crucial en el movimiento y la funcionalidad de la muñeca.

La forma del hueso escafoides es aproximadamente la de una luna creciente, con una porción más grande o cabeza que se articula con los huesos lunato y triquetral, y una porción más pequeña o tubérculo que se articula con el hueso radial.

El hueso escafoides es susceptible a fracturas, especialmente en caídas sobre una mano extendida, lo que puede provocar dolor, hinchazón e impotencia funcional de la muñeca. Las fracturas no tratadas o mal unidas pueden conducir a complicaciones como la artritis degenerativa o el síndrome del túnel carpiano.

La oseointegración es un fenómeno biológico en el que los implantes de materiales como el titanio forman un contacto directo y funcional con el hueso viviente, sin la intervención de tejido conectivo fibroso. Este proceso involucra una serie de eventos moleculares y celulares complejos que conducen a la formación de un nexo estructural y funcional entre el implante y el hueso. La oseointegración es esencial para la estabilidad a largo plazo de los implantes dentales y otros dispositivos médicos, como prótesis ortopédicas.

El término 'Oseointegración' fue introducido por el profesor Per-Ingvar Brånemark en 1965, después de sus estudios sobre la implantación de titanio en huesos de conejo. Desde entonces, se ha convertido en un concepto fundamental en la odontología y la cirugía ortopédica. La oseointegración óptima requiere una cuidadosa planificación quirúrgica, técnicas quirúrgicas precisas y una atención posoperatoria adecuada para garantizar la correcta cicatrización y la formación de hueso alrededor del implante.

El término "cuello del diente" no es un término médico establecido, pero a menudo se refiere al área en la que el diente se une a la encía. En términos dentales, esta zona se conoce más formalmente como la "unión gingival" o "encía marginal".

La unión gingival es una región de importancia clínica ya que representa el límite entre los tejidos duros (esmalte) y los tejidos blandos (encía) que rodean el diente. Es aquí donde a menudo ocurren problemas periodontales, como la enfermedad de las encías (gingivitis y periodontitis), si no se mantiene una buena higiene oral. La acumulación de placa bacteriana y sarro en esta área puede provocar inflamación e infección de los tejidos gingivales, lo que podría conducir a la pérdida del soporte periodontal y, finalmente, a la pérdida del diente.

Por lo tanto, es crucial cepillarse regularmente los dientes, usar hilo dental y realizar limpiezas dentales profesionales regulares para mantener la salud de la unión gingival y prevenir posibles problemas periodontales.

La curación de fracturas, también conocida como osteosíntesis, se refiere al proceso médico en el que los huesos rotos o fracturados son reparados y vuelven a unirse. Este procedimiento puede implicar varios métodos, incluyendo el uso de férulas, yesos, tablillas, clavijas, alambres o placas metálicas para mantener los fragmentos de hueso en su posición correcta mientras sanan.

La curación natural de una fractura implica cuatro etapas principales: la formación de un coágulo sanguíneo alrededor de la zona fracturada, la creación de callo óseo blando (tejido conectivo) que une los extremos rotos, la transformación del callo blando en callo duro (tejido cartilaginoso), y finalmente, el proceso de remodelación en el que el hueso vuelve a adquirir su forma y fuerza originales.

El tiempo necesario para que una fractura se cure completamente varía dependiendo de la gravedad de la lesión, la localización de la fractura, la edad y el estado de salud general del paciente. Durante este proceso, es fundamental evitar cualquier actividad que pueda causar más daño o interferir con la curación adecuada. La fisioterapia y los ejercicios específicos pueden ser recomendados una vez que el médico determine que el hueso está lo suficientemente fuerte para soportar cierto grado de estrés.

Las neoplasias óseas se refieren a un crecimiento anormal o tumoración en el tejido óseo. Pueden ser benignas (no cancerosas) o malignas (cancerosas). Las neoplasias óseas benignas suelen crecer lentamente y rara vez se diseminan a otras partes del cuerpo, aunque pueden comprimir tejidos adyacentes y causar problemas. Por otro lado, las neoplasias óseas malignas tienen el potencial de invadir tejido circundante y diseminarse (metástasis) a otras partes del cuerpo, lo que las hace más graves y difíciles de tratar.

Existen diversos tipos de neoplasias óseas, cada una con características particulares en términos de localización, histología, comportamiento clínico y tratamiento. Algunos ejemplos comunes incluyen el osteoma (benigno), el condrosarcoma (maligno) y el mieloma múltiple (maligno). El diagnóstico y manejo de estas afecciones requieren la evaluación por parte de especialistas en medicina oncológica, ortopedia y radiología.

Los sustitutos de huesos son materiales biocompatibles utilizados en la reparación y regeneración ósea. Se utilizan comúnmente en cirugías ortopédicas y odontológicas para restaurar la estructura y función del hueso dañado o perdido. Estos materiales deben ser capaces de integrarse con el tejido óseo existente, mantener la fuerza mecánica y estimular el crecimiento del nuevo hueso.

Existen diferentes tipos de sustitutos de huesos, incluyendo:

1. Injerto autólogo: Es el tipo más comúnmente utilizado de sustituto de hueso. Se obtiene del propio paciente, generalmente de la cresta ilíaca o del fémur. Tiene las propiedades óptimas para la integración y la regeneración del hueso, pero su uso está limitado por la disponibilidad, la morbilidad asociada con la extracción y el tiempo de recuperación.

2. Injerto alogénico: Se obtiene de un donante humano diferente al paciente. El procesamiento y esterilización del injerto eliminan las células vivas, preservando solo la matriz proteica y mineral. Aunque el riesgo de rechazo y transmisión de enfermedades infecciosas es bajo, su eficacia puede ser menor que la del injerto autólogo.

3. Injerto xenogénico: Se obtiene de un donante animal, generalmente de bovinos o equinos. La matriz ósea se desproteína y desmineraliza para reducir el riesgo de rechazo e inmunogenicidad. Aunque su uso está aprobado en algunos países, aún hay preocupaciones sobre la transmisión de enfermedades zoonóticas.

4. Materiales sintéticos: Se fabrican a partir de polímeros, cerámicas o composites. Algunos ejemplos son el hidroxiapatita, el fosfato tricálcico y el bioglass. Estos materiales tienen propiedades similares a las del hueso natural y pueden estimular la formación de nuevo tejido óseo. Sin embargo, su eficacia puede ser inferior a la de los injertos autólogos.

5. Factores de crecimiento: Se utilizan para promover la proliferación y diferenciación celular, aumentando así la formación de nuevo tejido óseo. Algunos ejemplos son el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF), el factor de crecimiento transformante beta (TGF-β) y el bone morphogenetic protein (BMP).

En conclusión, existen diversas opciones para el tratamiento de defectos óseos, cada una con sus propias ventajas e inconvenientes. El injerto autólogo sigue siendo la opción de elección en muchos casos gracias a su alta eficacia y baja tasa de complicaciones. Sin embargo, los avances en ingeniería de tejidos y biomateriales están abriendo nuevas vías para el tratamiento de estas lesiones, ofreciendo alternativas más seguras y menos invasivas.

Los quistes óseos, también conocidos como quistes óseos simples o quistes foliculares, son lesiones benignas (no cancerosas) que involucran el hueso. Se caracterizan por una cavidad llena de líquido dentro del hueso, rodeada de un revestimiento delgado y fibroso. A menudo se encuentran en la parte superior del fémur (hueso del muslo) o en la parte superior de la tibia (hueso de la espinilla), pero pueden ocurrir en cualquier hueso.

Los quistes óseos suelen ser asintomáticos y se descubren accidentalmente durante exámenes médicos o radiológicos realizados por otras razones. Sin embargo, en algunos casos, pueden causar dolor, especialmente si se fracturan. El tratamiento generalmente implica la observación y, en algunos casos, el procedimiento quirúrgico para eliminar el quiste. La recurrencia es poco común.

Es importante tener en cuenta que existen diferentes tipos de quistes óseos, cada uno con características específicas y métodos de tratamiento recomendados. Por lo tanto, si sospecha la presencia de un quiste óseo, es fundamental buscar atención médica especializada para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.

La pseudartrosis es una condición en la que ocurre una unión anormal entre los extremos de un hueso roto que no ha sanado correctamente mediante un proceso normal de curación llamado osteogénesis. En cambio, se forma tejido fibroso o cicatricial en lugar de hueso verdadero en el sitio de la fractura. Esta unión es inestable y puede causar dolor, debilidad o incluso conducir a una deformidad si no se trata. La pseudartrosis puede ser congénita (presente desde el nacimiento) o adquirida (desarrollada más tarde en la vida), y puede ser el resultado de una fractura mal curada, una infección, una enfermedad ósea subyacente o un tratamiento deficiente. El tratamiento puede incluir cirugía para promover la formación de hueso verdadero y estabilizar la extremidad afectada.

Las placas óseas, en términos médicos, se refieren a depósitos anormales de calcio y otros minerales que se acumulan en el tejido blando que recubre los huesos. Estas estructuras duras y planas se forman cuando las células llamadas osteoclastos no pueden descomponer suficientemente el tejido óseo viejo y dañado, lo que resulta en un exceso de reabsorción ósea.

Esta afección puede ser causada por diversos factores, incluyendo trastornos hormonales, como la hiperparatiroidismo o la deficiencia de vitamina D, enfermedades renales crónicas y algunos medicamentos, como los corticosteroides.

En ocasiones, las placas óseas no presentan síntomas y se descubren durante exámenes médicos rutinarios o estudios de imagenología realizados por otras razones. Sin embargo, en algunos casos, pueden causar dolor, rigidez articular e incluso fracturas óseas si se vuelven lo suficientemente grandes y densas. El tratamiento de las placas óseas depende de la causa subyacente y puede incluir cambios en la dieta, terapia de reemplazo hormonal o medicamentos para controlar los niveles de calcio en la sangre.

El maxilar es una parte fundamental del sistema esquelético y es considerado parte del esqueleto facial. Se trata de un hueso impar, medio y simétrico, que está presente en dos piezas en los seres humanos: el maxilar superior (maxilla) y el maxilar inferior (mandíbula).

El maxilar superior es parte de la cavidad nasal y bucal. Forma la bóveda palatina o techo duro del paladar, contribuye a formar las paredes laterales de las órbitas oculars (cavidades donde se encuentran los ojos) y participa en la formación del suelo de la cavidad orbitaria. Además, el maxilar superior tiene una serie de procesos y crestas que sirven como punto de unión para músculos y ligamentos faciales. También contiene las cuencas donde se alojan los dientes superiores.

El maxilar inferior, por otro lado, es la única parte del cráneo que puede moverse, ya que está articulado con el temporal a través del cóndilo y la cavidad glenoidea, permitiendo así la apertura y cierre de la boca, además de los movimientos laterales y protrusivos. El maxilar inferior también contiene las cuencas para los dientes inferiores y tiene una robusta sínfisis mentoniana en su parte anterior.

En resumen, el maxilar es un hueso fundamental del sistema esquelético que forma partes importantes de la cara y la cavidad oral, alojando los dientes y facilitando funciones como la masticación, la deglución y la fonación.

La fijación interna de fracturas es un procedimiento quirúrgico ortopédico en el que se utilizan varios dispositivos médicos, como placas, tornillos, clavos o barras, para mantener los fragmentos óseos rotos en su lugar mientras la fractura sana. Estos dispositivos se insertan directamente dentro del hueso a través de pequeñas incisiones o cortes.

El objetivo principal de la fijación interna es restaurar la integridad estructural y la función normal del hueso lo más pronto posible después de una fractura compleja. Ayuda a mantener la alineación correcta de los extremos rotos durante el proceso de curación, reduce el dolor y la probabilidad de complicaciones asociadas con las fracturas, como la mala unión o desalineación de los huesos.

Después de la cirugía, generalmente se requiere un período de inmovilización y rehabilitación para permitir que el hueso sane correctamente. La duración del proceso de curación depende de varios factores, como la gravedad de la fractura, la ubicación del hueso afectado y la salud general del paciente.

Es importante tener en cuenta que, aunque estos dispositivos de fijación interna desempeñan un papel crucial en el proceso de curación, no siempre son permanentes. En algunos casos, pueden ser necesarios procedimientos adicionales para quitarlos una vez que el hueso ha sanado por completo.

El aumento de la cresta alveolar es un procedimiento odontológico que consiste en la elevación y regeneración del hueso alveolar, que es la parte del maxilar o mandíbula donde se insertan las raíces de los dientes. Este procedimiento se realiza con el objetivo de crear una base ósea suficiente y adecuada para la colocación de implantes dentales en aquellos pacientes que presentan pérdida ósea debido a diversas causas, como enfermedades periodontales, traumatismos o extracciones dentarias.

El aumento de la cresta alveolar se puede llevar a cabo mediante diferentes técnicas, entre las que se incluyen:

1. Injertos óseos: consiste en extraer hueso de otra parte del cuerpo del paciente o de un donante y trasplantarlo en la zona donde es necesario reforzar el hueso alveolar.
2. Expansión ósea: consiste en separar las paredes del maxilar o mandíbula para crear espacio adicional y permitir la colocación de un injerto óseo más grande.
3. Regeneración tisular guiada: consiste en utilizar membranas y materiales de relleno especiales para guiar el crecimiento del hueso alveolar en la zona deseada.

El objetivo del aumento de la cresta alveolar es proporcionar una base sólida y estable para los implantes dentales, lo que mejora su pronóstico a largo plazo y la función y estética de la sonrisa del paciente.

Una fractura de la tibia se refiere a un rompimiento o craqueo en el hueso de la espinilla, conocido como la tibia. Este tipo de fractura es relativamente común y puede ocurrir en cualquier parte a lo largo de la longitud del hueso. Las fracturas de la tibia pueden variar en gravedad, desde una pequeña grieta hasta un completo desplazamiento o aplastamiento del hueso.

Las causas más comunes de las fracturas de la tibia incluyen traumatismos directos, como los producidos por accidentes automovilísticos o caídas desde gran altura, y traumatismos indirectos, como los que resultan de un golpe fuerte en una posición flexionada de la rodilla. También pueden ser causadas por estrés repetitivo, especialmente en aquellos que participan en actividades deportivas de alto impacto, lo que lleva a fracturas por estrés.

Los síntomas de una fractura de la tibia suelen incluir dolor intenso e inmediato en la pierna, moretones, hinchazón y hematomas, incapacidad para caminar o soportar peso en la pierna afectada, deformidad visible en la pierna y, en algunos casos, un agudo dolor al tacto directo sobre el área fracturada.

El tratamiento de una fractura de la tibia dependerá de la gravedad y la ubicación de la fractura. Puede incluir inmovilización con yeso o férula, cirugía para colocar placas y tornillos en el hueso roto, o incluso la instalación de un clavo intramedular para mantener el hueso alineado correctamente mientras se cura. Después del tratamiento, la rehabilitación y fisioterapia serán esenciales para ayudar a restaurar la fuerza, el rango de movimiento y la función normal de la pierna afectada.

La médula ósea es el tejido esponjoso y graso que se encuentra en el interior de la mayoría de los huesos largos del cuerpo humano. Es responsable de producir células sanguíneas rojas, blancas y plaquetas. La médula ósea contiene células madre hematopoyéticas, que son las células madre inmaduras capaces de diferenciarse en todos los tipos de células sanguíneas maduras.

Existen dos tipos principales de médula ósea: la médula ósea roja y la médula ósea amarilla. La médula ósea roja es el sitio activo de producción de células sanguíneas, mientras que la médula ósea amarilla está compuesta principalmente por tejido adiposo (grasa). En los recién nacidos y en los niños, la mayor parte del esqueleto contiene médula ósea roja. A medida que las personas envejecen, el cuerpo va reemplazando gradualmente la médula ósea roja con médula ósea amarilla, especialmente en los huesos largos y planos como las costillas, el cráneo y el esternón.

La médula ósea puede verse afectada por diversas condiciones médicas, como anemia, leucemia, linfoma y mieloma múltiple. También puede ser dañada por tratamientos médicos, como la quimioterapia y la radioterapia. En algunos casos, se pueden realizar trasplantes de médula ósea para reemplazar el tejido dañado y restaurar la producción normal de células sanguíneas.

El desarrollo óseo es un proceso biológico que implica el crecimiento y la remodelación de los huesos en el cuerpo humano. Comienza durante la etapa embrionaria y fetal, y continúa hasta la edad adulta. El desarrollo óseo se divide generalmente en dos fases: intrauterino y posnatal.

La fase intrauterina comienza a las cuatro semanas de gestación, cuando los primeros tejidos esqueléticos, llamados mesénquima, se condensan para formar un modelo del futuro esqueleto. Luego, estos tejidos se transforman en cartílago hialino, que actúa como un marco temporal para el desarrollo óseo. A medida que el feto crece, los osteoblastos, las células responsables de la formación del hueso, comienzan a depositar cristales de hidroxiapatita y una matriz proteica en el cartílago, reemplazándolo gradualmente por tejido óseo verdadero. Este proceso se denomina osificación endocondral y es el tipo más común de desarrollo óseo.

La fase posnatal del desarrollo óseo está marcada por un crecimiento continuo en longitud y grosor de los huesos. La longitud de los huesos largos aumenta en sus extremos a través de un proceso llamado crecimiento epifisario, donde el cartílago de crecimiento en las placas epifisiarias se convierte gradualmente en hueso por osificación endocondral. El grosor del hueso aumenta mediante la adición continua de nuevas capas de matriz ósea y cristales de hidroxiapatita al perímetro exterior del hueso, un proceso llamado modelado óseo.

El desarrollo óseo está controlado por una compleja interacción de factores genéticos, hormonales y mecánicos. Las hormonas como el crecimiento, la parathormona, la calcitonina y las glucocorticoides desempeñan un papel crucial en el control del desarrollo óseo, al igual que los factores de crecimiento locales, como el factor de crecimiento fibroblástico y el factor de crecimiento transformante beta. La actividad física y la carga mecánica también influyen en el desarrollo óseo, promoviendo un mayor grosor y densidad mineral ósea.

El desarrollo óseo se completa alcanzando la madurez esquelética, que generalmente ocurre durante la adolescencia o principios de la edad adulta. En este punto, el crecimiento longitudinal ha cesado y el hueso ha alcanzado su máxima densidad mineral ósea. Sin embargo, el mantenimiento del tejido óseo a lo largo de la vida requiere un equilibrio continuo entre la formación y la resorción ósea, procesos regulados por células especializadas llamadas osteoblastos y osteoclastos. Con la edad, este equilibrio puede verse alterado, lo que lleva a una pérdida de masa ósea y un mayor riesgo de fracturas y osteoporosis.

Los huesos del carpo se refieren a los ocho pequeños huesos cortos y curvos en la parte inferior de la muñeca, situados entre los extremos inferiores del antebrazo (formado por el radio y la ulna) y los huesos largos de la mano (metacarpianos). Estos ocho huesos se agrupan en dos filas: una proximal o superior, compuesta por el escafoides, semilunar, piramidal y pisiforme; y otra distal o inferior, formada por el trapecio, trapezoide, grande y ganchoso.

Estos huesos desempeñan un papel crucial en la movilidad y estabilidad de la muñeca, ya que permiten una variedad de movimientos, como flexión, extensión, desviación radial y cubital, y circunducción. Además, los ligamentos fuertes conectan estos huesos entre sí y con los huesos adyacentes, proporcionando soporte y previniendo excesivas tensiones o lesiones durante las actividades diarias y los movimientos más intensivos.

Las afecciones que pueden afectar a los huesos del carpo incluyen fracturas, esguinces, luxaciones, artritis y enfermedades degenerativas. El diagnóstico y tratamiento de estas condiciones suelen implicar una combinación de métodos clínicos y de imagenología, como radiografías, resonancias magnéticas o tomografías computarizadas, así como posibles opciones terapéuticas que van desde el reposo y la inmovilización hasta la cirugía reconstructiva.

Las Infecciones por Bacteroidaceae se refieren a infecciones causadas por bacterias pertenecientes a la familia Bacteroidaceae, que son normalmente encontradas en el tracto gastrointestinal y genitourinario de humanos y animales. Estas bacterias incluyen especies como Bacteroides fragilis, Bacteroides thetaiotaomicron, y Prevotella spp., entre otras.

Las infecciones por Bacteroidaceae pueden ocurrir cuando estas bacterias se diseminan desde su sitio normal de colonización a otros tejidos estériles del cuerpo, lo que puede suceder como resultado de una cirugía, trauma, enfermedad subyacente o debilitamiento del sistema inmunológico. Las infecciones por Bacteroidaceae pueden causar una variedad de síntomas dependiendo del sitio de la infección, y pueden incluir abscesos, meningitis, endocarditis, bacteriemia, y otras infecciones graves.

El tratamiento de las infecciones por Bacteroidaceae generalmente requiere antibióticos de amplio espectro, ya que muchas especies de esta familia son resistentes a los antibióticos beta-lactámicos comunes. La carbapenemia y la metronidazol son algunos de los antibióticos más efectivos para tratar estas infecciones. Sin embargo, el tratamiento también puede requerir drenaje quirúrgico o intervención médica adicional dependiendo de la gravedad e invasividad de la infección.

La reoperación, en términos médicos, se refiere a la realización de una nueva intervención quirúrgica en un paciente que ya ha sido sometido previamente a una o más operaciones. La necesidad de una reoperación puede deberse a diversas razones, como complicaciones postoperatorias, recurrencia de la patología original o el desarrollo de nuevas afecciones que requiernan atención quirúrgica.

Existen diferentes tipos de reoperaciones, dependiendo del contexto y la naturaleza de la intervención previa. Algunos ejemplos incluyen:

1. Revisiones quirúrgicas: Se llevan a cabo cuando es necesario corregir problemas relacionados con una cirugía anterior, como infecciones, falta de curación adecuada o complicaciones relacionadas con implantes o prótesis.
2. Cirugías de rescate: Son procedimientos urgentes realizados para tratar complicaciones graves que ponen en peligro la vida del paciente, como hemorragias masivas, infecciones generalizadas o lesiones iatrogénicas (provocadas por el propio tratamiento médico).
3. Cirugías de segunda opinión: Ocurren cuando un paciente consulta a otro cirujano para obtener una evaluación y posible tratamiento diferente al propuesto previamente por otro médico.
4. Intervenciones programadas: Se realizan en pacientes que han presentado recidivas de su patología original o desarrollo de nuevas afecciones, como cánceres recurrentes o complicaciones tardías de enfermedades crónicas.

La reoperación conlleva riesgos adicionales en comparación con la cirugía primaria, ya que el tejido previo alterado puede dificultar la intervención y aumentar la posibilidad de complicaciones. Por lo tanto, es fundamental que los profesionales médicos evalúen cuidadosamente cada caso y consideren todas las opciones terapéuticas disponibles antes de decidir si realizar una reoperación.

Un diente es un órgano calcificado, duro y blanco que se encuentra en los maxilares de la mayoría de los vertebrados. En los seres humanos, un diente típico consta de dos partes principales: la corona, que es la parte visible del diente y está recubierta por esmalte dental, el material más duro del cuerpo humano; y la raíz, que se encuentra debajo de la línea de las encías y está compuesta principalmente por dentina, un tejido calcificado más suave.

La parte central de la corona y la raíz contienen la pulpa dental, que está formada por nervios y vasos sanguíneos. Los dientes desempeñan un papel importante en la función masticatoria, ya que ayudan a triturar los alimentos en partículas más pequeñas para facilitar la digestión.

Además, los dientes también desempeñan un papel importante en la fonación y en la estética facial. Hay diferentes tipos de dientes en el ser humano, cada uno con una función específica: incisivos, caninos, premolares y molares. La odontología es la rama de la medicina que se ocupa del diagnóstico, prevención y tratamiento de las enfermedades y trastornos relacionados con los dientes y las estructuras circundantes.

La extracción dental, también conocida como exodoncia, es un procedimiento médico-dental que implica la eliminación total del diente de su alvéolo óseo en la mandíbula o maxilar. Este procedimiento se realiza comúnmente cuando el diente está dañado más allá de la posibilidad de ser reparado, causando dolor o infección, o cuando hay sobrepoblación dental (como es el caso de los terceros molares o "muelas del juicio").

La extracción dental puede ser simple, donde el dentista suelta el diente con forceps y lo extrae, o quirúrgica, cuando se necesita cortar el diente en pedazos para eliminarlo. La elección entre estos dos métodos depende del estado y la localización del diente que debe ser extraído.

Después de la extracción dental, es normal experimentar cierto grado de dolor e hinchazón. Sin embargo, estos síntomas suelen aliviarse con medicamentos recetados por el dentista y cuidados en el hogar. Se recomienda seguir las instrucciones postoperatorias cuidadosamente para una rápida y cómoda recuperación.

Las Enfermedades Maxilares se refieren a un grupo diverso de condiciones patológicas que afectan los huesos maxilares superior e inferior. Estos huesos forman parte importante del sistema esquelético facial y desempeñan funciones vitales como la masticación, la deglución, el habla y la respiración.

Las enfermedades maxilares pueden ser congénitas o adquiridas. Las causas incluyen infecciones, traumatismos, tumores benignos o malignos, displasias óseas, trastornos sistémicos y reacciones adversas a medicamentos.

Algunos ejemplos comunes de enfermedades maxilares son:

1. Periodontitis: Es una enfermedad infecciosa que daña el tejido que soporta los dientes, incluidos los maxilares superiores e inferiores.

2. Quiste dentígero: Es un tipo de quiste odontogénico que se desarrolla a partir de los tejidos del germen del diente. Su crecimiento puede destruir el hueso maxilar.

3. Ameloblastoma: Es un tumor benigno pero agresivo que se origina en los tejidos odontogénicos del maxilar. Aunque raramente se vuelve canceroso, requiere tratamiento debido a su potencial destructivo.

4. Osteonecrosis de la mandíbula: Es la muerte del tejido óseo en la mandíbula, generalmente como resultado de una interrupción en el suministro de sangre al hueso. Puede ocurrir después de un procedimiento dental invasivo o como efecto secundario de ciertos medicamentos, especialmente aquellos utilizados para tratar el cáncer y la osteoporosis.

5. Fracturas maxilares: Se producen cuando hay una ruptura en los huesos maxilares debido a un traumatismo. Las fracturas pueden ser simples, donde solo está involucrado el hueso, o complejas, donde también están involucrados los tejidos blandos circundantes.

6. Cáncer de cavidad oral: Puede afectar cualquier parte de la boca, incluyendo las encías, el paladar, la lengua y el revestimiento interno de las mejillas. El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol son factores de riesgo importantes para este tipo de cáncer.

7. Enfermedad periodontal: Es una infección bacteriana que afecta los tejidos que soportan los dientes, incluyendo las encías y el hueso maxilar. Si no se trata, puede conducir a la pérdida de dientes y otros problemas de salud graves.

8. Tumores benignos del maxilar: Además de ameloblastomas, existen otros tumores benignos que pueden desarrollarse en el maxilar, como fibromas, mixomas y osteomas. Aunque no son cancerosos, pueden causar problemas funcionales y estéticos si crecen demasiado.

9. Quistes del maxilar: Son sacos llenos de líquido que se desarrollan en el hueso maxilar. La mayoría son benignos, pero algunos pueden convertirse en cáncer si no se tratan a tiempo.

10. Fracturas del maxilar facial: Las fracturas del maxilar facial pueden ocurrir como resultado de un traumatismo grave, como un accidente automovilístico o una pelea. Estas fracturas pueden ser complejas y requerir cirugía reconstructiva para repararlas correctamente.

El término 'Resultado del Tratamiento' se refiere al desenlace o consecuencia que experimenta un paciente luego de recibir algún tipo de intervención médica, cirugía o terapia. Puede ser medido en términos de mejoras clínicas, reducción de síntomas, ausencia de efectos adversos, necesidad de nuevas intervenciones o fallecimiento. Es un concepto fundamental en la evaluación de la eficacia y calidad de los cuidados de salud provistos a los pacientes. La medición de los resultados del tratamiento puede involucrar diversos parámetros como la supervivencia, la calidad de vida relacionada con la salud, la función física o mental, y la satisfacción del paciente. Estos resultados pueden ser evaluados a corto, mediano o largo plazo.

La osteogénesis es un proceso biológico en el que se forma hueso nuevo. Es un término médico que literalmente significa "generación ósea". Se refiere a la formación y desarrollo del tejido óseo, un proceso complejo que involucra la proliferación y diferenciación de células madre mesenquimales en osteoblastos, las células responsables de la síntesis y mineralización de la matriz ósea.

Existen dos tipos principales de osteogénesis: intramembranosa y endocondral. La osteogénesis intramembranosa es un proceso en el que las células mesenquimales se diferencian directamente en osteoblastos, y la matriz ósea se forma dentro de una membrana fibrosa. Este tipo de osteogénesis es responsable de la formación de los huesos planos del cráneo y las clavículas.

Por otro lado, la osteogénesis endocondral es un proceso en el que se forma primero un cartílago templado, que luego se reemplaza por tejido óseo. Este tipo de osteogénesis es responsable de la formación de los huesos largos y planos del cuerpo humano.

La osteogénesis también puede referirse a un grupo de trastornos genéticos que afectan el desarrollo óseo, como la osteogénesis imperfecta, una enfermedad hereditaria que se caracteriza por huesos frágiles y propensos a fracturas.

Una fractura de fémur se refiere a un rompimiento o quebradura en el hueso femoral, que es el hueso más grande y fuerte del cuerpo humano. El fémur se extiende desde la cadera hasta la rodilla y puede sufrir diferentes tipos de fracturas dependiendo de diversos factores como la fuerza del traumatismo, la localización y el estado de salud del paciente.

Algunos de los tipos comunes de fracturas de fémur incluyen:

1. Fractura de cuello de fémur: Ocurre cerca de la articulación de la cadera y es más frecuente en personas mayores con osteoporosis.
2. Fractura diafisaria: Se produce en la parte central o diáfisis del hueso, siendo las causas más comunes los accidentes automovilísticos o caídas desde gran altura.
3. Fracturas de extremidad distal: Estas se localizan cerca de la articulación de la rodilla y pueden ser concomitantes a lesiones ligamentosas o meniscales.
4. Fracturas complejas o abiertas: Suceden cuando el hueso se fractura y perfora la piel, aumentando el riesgo de infección y complicaciones adicionales.
5. Fracturas por estrés: Son pequeñas fisuras en el hueso causadas por sobrecargas repetitivas o entrenamiento excesivo, especialmente en atletas.

El tratamiento de las fracturas de fémur dependerá del tipo y gravedad de la lesión, así como de las condiciones médicas generales del paciente. Puede incluir inmovilización con férulas o yesos, cirugía para colocar placas y tornillos, o el uso de dispositivos de fracturas internas como clavos intramedulares para mantener la alineación adecuada del hueso mientras se recupera. La rehabilitación posterior es fundamental para restablecer la fuerza, el rango de movimiento y la función normal en la extremidad afectada.

Las células de la médula ósea se refieren a las células presentes en el tejido esponjoso de la médula ósea, que se encuentra dentro de los huesos largos y planos del cuerpo humano. La médula ósea es responsable de producir diferentes tipos de células sanguíneas, como glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.

Hay dos tipos principales de células en la médula ósea:

1. Células madre hematopoyéticas (HSC): también conocidas como células troncales hemáticas, son las células madre multipotentes que tienen la capacidad de diferenciarse y madurar en todos los tipos de células sanguíneas.
2. Células progenitoras: son células inmaduras que se derivan de las células madre hematopoyéticas y están en proceso de diferenciación hacia un tipo específico de célula sanguínea.

Las células de la médula ósea desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la homeostasis del sistema hematopoyético, ya que producen constantemente nuevas células sanguíneas para reemplazar a las que mueren o se dañan. La disfunción o disminución en el número de células de la médula ósea puede dar lugar a diversos trastornos hematológicos, como anemia, leucemia y trombocitopenia.

Los implantes dentales son dispositivos protésicos que se colocan quirúrgicamente en la mandíbula o el maxilar. Se utilizan como sustitutos de las raíces naturales de los dientes y están hechos generalmente de titanio, un material biocompatible que se integra firmemente con el hueso durante un proceso llamado osseointegración.

Una vez integrados, los implantes pueden soportar corona dental individual, puentes fijos o prótesis removibles, proporcionando así una restauración estable y funcional de la dentadura. Son ampliamente utilizados en odontología para reemplazar dientes perdidos debido a enfermedades periodontales, traumatismos o extracciones dentales.

Los implantes dentales ofrecen varias ventajas sobre otras opciones de tratamiento prostodóncico. Por ejemplo, ayudan a preservar la densidad ósea maxilar y mandibular, previniendo así el deterioro del hueso que suele ocurrir después de la pérdida de un diente. Además, los implantes proporcionan una excelente estabilidad y soporte para las prótesis, lo que mejora significativamente la masticación, la fonación y la estética dental.

Sin embargo, el proceso de colocación de implantes requiere cirugía y puede extenderse durante varios meses, incluyendo periodos de cicatrización y osseointegración previos a la colocación de la corona o prótesis definitiva. A pesar de ello, los implantes dentales han demostrado ser una solución efectiva y duradera para la rehabilitación oral en pacientes seleccionados adecuadamente.

Las enfermedades periodontales son condiciones infecciosas que afectan los tejidos que rodean y soportan los dientes. Estos tejidos incluyen las encías, el ligamento periodontal y el hueso alveolar. Existen principalmente dos tipos de enfermedades periodontales: la gingivitis y la periodontitis.

La gingivitis es la forma más leve de enfermedad periodontal. Se caracteriza por la inflamación e irritación de las encías, lo que puede causar enrojecimiento, hinchazón y sangrado durante el cepillado dental o el uso de hilo dental. Aunque los dientes no se aflojan en esta etapa, es reversible con un buen cuidado oral.

La periodontitis es una forma más grave de enfermedad periodontal que involucra pérdida de tejido y hueso de soporte de los dientes. Si no se trata, puede resultar en la pérdida de dientes. Los síntomas pueden incluir mal aliento persistente, encías retraídas, sensibilidad dental, movilidad o separación de los dientes y cambios en la mordida o ajuste de las dentaduras postizas.

La acumulación de placa bacteriana y el sarro son factores importantes que contribuyen al desarrollo de enfermedades periodontales. Otros factores de riesgo incluyen el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la diabetes, ciertas afecciones médicas y los medicamentos que reducen la flujo de saliva, así como una predisposición genética. El tratamiento generalmente implica procedimientos de limpieza profunda, antibióticos y, en casos avanzados, cirugía periodontal.

El tumor óseo de células gigantes (TOCG), también conocido como fibroma o fibrosarcoma gigante de células, es un tipo raro de crecimiento anormal y benigno (no canceroso) en los tejidos blandos que recubren el interior de las cavidades óseas o en el propio hueso. Este tumor se caracteriza por la presencia de células gigantes multinucleadas, llamadas células de Ostöblasti-Ostéoclasto, diseminadas en un tejido fibroso de aspecto alveolar o en un tejido anular.

Aunque el TOCG es una lesión benigna, puede ser agresivo localmente y crecer lo suficiente como para causar dolor, fracturas patológicas y discapacidad funcional. En algunos casos, aunque son raros, este tipo de tumor puede experimentar transformaciones malignas o recurrencias locales después del tratamiento.

El diagnóstico diferencial del TOCG incluye otros tipos de tumores óseos benignos y malignos, como el fibrosarcoma, el sarcoma sinovial y el condrosarcoma. El diagnóstico definitivo se realiza mediante una biopsia y un examen histopatológico del tejido afectado.

El tratamiento más común para el TOCG es la cirugía, que puede incluir la extirpación del tumor y la reconstrucción del hueso dañado. La radioterapia y la quimioterapia no suelen ser eficaces en el tratamiento de este tipo de tumores, aunque pueden utilizarse en casos seleccionados o en presencia de transformaciones malignas.

La "raíz del diente" en términos médicos se refiere a la parte inferior y oculta de un diente que se encuentra dentro del alvéolo o socket del maxilar o mandíbula. La raíz es la porción de un diente que no sobresale en la boca y está firmemente unida al hueso mediante ligamentos periodontales.

Las raíces de los dientes suelen tener formas irregulares y curvadas, adaptándose a las irregularidades del hueso maxilar o mandibular. La mayoría de los dientes tienen una o más raíces, aunque algunos dientes anteriores (incisivos laterales superiores) pueden carecer por completo de raíz y tener solo una corona.

La raíz del diente está recubierta por cemento, un tejido conectivo duro que protege la dentina expuesta. Dentro de la raíz se encuentra el conducto radicular, que alberga los vasos sanguíneos y los nervios que suministran sangre y sensibilidad al diente.

La preservación de las raíces de los dientes es importante para mantener la salud bucal general, ya que desempeñan un papel crucial en el soporte estructural y funcional de los dientes. La pérdida o daño de las raíces del diente puede conducir a problemas como la movilidad dental, la pérdida ósea y la eventual pérdida del diente.

La microtomografía por rayos X (micro-CT) es una técnica de imagenología avanzada que utiliza rayos X para obtener detalladas vistas tridimensionales de objetos pequeños, como tejidos biológicos o materiales sólidos. A diferencia de la tomografía computarizada (TC) estándar, que se utiliza en diagnóstico médico y produce imágenes en 2D o 3D de estructuras internas del cuerpo humano a escala centimétrica, la micro-CT ofrece una resolución espacial mucho mayor (hasta micrométrica) y es capaz de visualizar detalles anatómicos y funcionales en muestras pequeñas.

En un procedimiento de micro-CT, la muestra se coloca dentro del tubo de rayos X donde rota gradualmente mientras una fuente de radiación emite un haz de rayos X a través de ella. Los rayos X que atraviesan la muestra son detectados por un sensor especializado, generando una serie de proyecciones radiográficas en diferentes ángulos. Luego, estas proyecciones se combinan mediante algoritmos computacionales para reconstruir una imagen tridimensional detallada de la muestra.

En el campo médico, la micro-CT se emplea principalmente en investigaciones biomédicas y científicas, como el estudio de la estructura y composición de huesos, tejidos blandos y órganos a nivel microscópico. También tiene aplicaciones en ingeniería de tejidos, farmacología, toxicología y desarrollo de dispositivos médicos.

La necrosis avascular de la cabeza femoral, también conocida como osteonecrosis de la cabeza femoral, es una afección médica en la cual el suministro de sangre a la articulación de la cadera se interrumpe o se reduce, lo que causa la muerte del tejido óseo (necrosis). La cabeza femoral es la parte redonda en la extremidad superior del fémur (hueso del muslo) que forma la articulación de la cadera.

La necrosis avascular de la cabeza femoral puede ocurrir como resultado de una lesión, trauma o como complicación de ciertas enfermedades y afecciones médicas subyacentes, como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la embolia grasa, la enfermedad de Caisson (enfermedad de descompresión), el uso prolongado de corticosteroides y el consumo excesivo de alcohol.

Los síntomas de la necrosis avascular de la cabeza femoral pueden incluir dolor en la articulación de la cadera, rigidez y limitación del movimiento articular. A medida que la afección progresa, el hueso se debilita y puede colapsar, lo que lleva a la degeneración articular y la artritis de la cadera. El tratamiento temprano puede incluir medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE), terapia física y modificación del estilo de vida. Sin embargo, en etapas más avanzadas, el tratamiento puede requerir cirugía, como una artroplastia total de cadera para reemplazar la articulación dañada con una artificial.

Las Enfermedades Óseas se refieren a una variedad de condiciones que afectan la salud y el funcionamiento de los huesos. Estas enfermedades pueden causar debilitamiento, deformidad, fragilidad, dolor e incluso disfunción en los huesos. Algunas enfermedades óseas comunes incluyen:

1. Osteoporosis: Esta es una enfermedad que debilita los huesos y hace que sean más propensos a fracturarse. Afecta principalmente a las personas mayores, especialmente a las mujeres después de la menopausia.

2. Osteogenesis Imperfecta: También conocida como "huesos de cristal", es una condición genética que causa huesos frágiles y propensos a fracturarse.

3. Artritis Reumatoide: Esta es una enfermedad autoinmune que afecta las articulaciones, pero también puede dañar los huesos.

4. Cáncer de Hueso: El cáncer que se origina en los huesos es raro, pero el cáncer que se ha diseminado desde otras partes del cuerpo a los huesos es más común.

5. Enfermedad de Paget del Hueso: Esta es una enfermedad que causa huesos débiles y deformes. Afecta generalmente a personas mayores de 55 años.

6. Fibrosis Dentinaria Heritaria: Es una condición genética que afecta el desarrollo del tejido dental y óseo.

7. Enfermedad de Osgood-Schlatter: Esta es una afección en la cual los huesos, los músculos y los tendones que conectan los músculos a los huesos en la rodilla se inflaman.

Estas son solo algunas de las muchas enfermedades que pueden afectar los huesos. Los síntomas varían dependiendo de la enfermedad, pero pueden incluir dolor, rigidez, debilidad y deformidades óseas. El tratamiento también varía dependiendo de la enfermedad, pero puede incluir medicamentos, terapia física, cirugía o una combinación de estos.

Los cementos óseos son materiales químicos que se utilizan en cirugía ortopédica y traumatología para rellenar espacios vacíos o defectos en los huesos y así proporcionar estabilidad y soporte estructural. Los cementos óseos más comúnmente utilizados son el cemento de polimetilmetacrilato (PMMA) y el cemento de hidroxiapatita.

El PMMA es un polímero termoplástico que se mezcla con monómeros líquidos y agentes catalizadores para formar una pasta que puede ser inyectada en el sitio quirúrgico. Una vez solidificado, el cemento PMMA forma una masa rígida que une la prótesis o el implante con el hueso circundante.

Por otro lado, el cemento de hidroxiapatita es un material biocompatible y bioactivo que se asemeja a la composición química del tejido óseo natural. Está compuesto principalmente de cristales de hidroxiapatita y se utiliza comúnmente en cirugía oral y maxilofacial para reparar defectos óseos.

El uso de cementos óseos puede estar indicado en diversas situaciones clínicas, como la fijación de prótesis articulares, la reconstrucción de huesos fracturados o la reparación de defectos óseos causados por tumores o infecciones. Sin embargo, también conllevan riesgos y complicaciones potenciales, como la necrosis avascular del tejido óseo circundante, la inflamación y la migración de partículas de cemento al torrente sanguíneo.

Una radiografía dental, también conocida como radiografía oral o radiografía dentala, es una imagen radiográfica específicamente diseñada para mostrar los dientes, la mandíbula y el maxilar (huesos de la cara que contienen los dientes) en diferentes planos y proyecciones. Se utiliza como parte del examen dental integral para diagnosticar problemas dentales o maxilofaciales, como caries profundas, infecciones periodontales, problemas de erupción, quistes, tumores, lesiones óseas y otros trastornos relacionados.

Existen diversos tipos de radiografías dentales, entre ellas:

1. Radiografía periapical: Muestra una vista completa de un o dos dientes en particular, incluyendo la corona, la raíz y el hueso circundante.
2. Radiografía bitewing: Captura varios dientes en los maxilares superior e inferior simultáneamente, centrándose principalmente en las áreas de contacto entre los dientes para detectar caries interdental o pérdida ósea alrededor de los márgenes gingivales.
3. Radiografía panorámica: Proporciona una imagen de toda la boca, incluyendo los dientes, las articulaciones temporomandibulares, los senos paranasales y los huesos maxilares y mandibulares. Es útil para planificar tratamientos ortodóncicos, evaluar el desarrollo de los dientes no erupcionados y detectar quistes, tumores u otras lesiones óseas.
4. Radiografía cefalométrica: Utilizada en ortodoncia, capta una vista lateral de la cabeza para evaluar el crecimiento y desarrollo facial, la posición y relación de los maxilares entre sí y con las estructuras adyacentes.
5. Tomografía computarizada dental (TAC): Proporciona imágenes tridimensionales detalladas de la estructura dental y ósea, especialmente útil en cirugía oral e implantología para evaluar la densidad y calidad del hueso, la ubicación de los nervios y senos maxilares y planificar cirugías complejas.

Las radiografías dentales son una herramienta importante en el diagnóstico y planificación de tratamientos odontológicos. Los diferentes tipos de radiografías permiten a los profesionales obtener información específica sobre la salud dental y ósea del paciente, lo que facilita la toma de decisiones clínicas informadas y el éxito de los tratamientos.

'Porphyromonas gingivalis' es una especie de bacteria gramnegativa, anaerobia y asaccharolítica que se encuentra comúnmente en la cavidad oral humana. Es uno de los principales organismos patógenos involucrados en la enfermedad periodontal crónica, como la gingivitis y la periodontitis. Esta bacteria es capaz de evadir el sistema inmunológico y adherirse firmemente a las estructuras dentales, produciendo enzimas y toxinas que dañan los tejidos periodontales (encía, ligamento periodontal y hueso alveolar) y promueven la inflamación y destrucción de los tejidos. Su presencia se asocia con el desarrollo y progresión de la enfermedad periodontal, así como con diversas condiciones sistémicas, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer. El control y tratamiento de 'Porphyromonas gingivalis' son cruciales para mantener la salud oral y prevenir complicaciones sistémicas asociadas con esta bacteria.

La movilidad dentaria, en términos médicos y dentales, se refiere al grado de desplazamiento o movimiento que experimenta un diente en su alvéolo (el socket óseo donde está incrustado el diente) cuando se somete a una fuerza. La movilidad dentaria normal es mínima y se debe únicamente a la flexibilidad del periodonto (el tejido que rodea y soporta los dientes, incluyendo el ligamento periodontal, el cemento y el hueso alveolar).

Sin embargo, cuando un diente experimenta una movilidad excesiva o anormal, puede ser indicativo de enfermedades periodontales (como la gingivitis o la periodontitis), traumatismos dentales, infecciones, procesos patológicos o descalcificaciones óseas. La evaluación de la movilidad dentaria es una parte importante del examen dental y periapical, ya que ayuda a diagnosticar diversas condiciones orales y sistémicas.

La movilidad dentaria se mide en milímetros (mm) o con grados angulares y se clasifica generalmente en tres categorías:

1. Movilidad dental fisiológica normal: hasta 0,2 mm de movimiento horizontal o vertical.
2. Movilidad dental leve a moderada: entre 0,2-1 mm de movimiento.
3. Movilidad dental severa: más de 1 mm de movimiento, lo que puede indicar una enfermedad periodontal avanzada o un desajuste en la oclusión dental.

El tratamiento de la movilidad dentaria dependerá de la causa subyacente y puede incluir procedimientos de higiene bucal, terapias farmacológicas, cirugías periodontales o endodónticas, o en casos extremos, la extracción del diente afectado.

El fémur es el hueso más largo y fuerte del cuerpo humano, que forma parte del miembro inferior o extremidad inferior. Se articula con la pelvis en su extremo superior (formando la cadera) y con la rodilla en su extremo inferior. El fémur presenta una cabeza femoral, un cuello, un cuerpo o diáfisis y dos extremos o epífisis: la epífisis superior o próximal y la epífisis inferior o distal. La cabeza femoral se articula con el acetábulo de la pelvis a través del ligamento redondo, mientras que las epífisis se unen a los huesos de la pierna (la tibia y el peroné) mediante las articulaciones de la rodilla. El fémur desempeña un papel crucial en la movilidad y soporte del cuerpo, ya que participa en movimientos como la flexión, extensión, rotación interna y externa e inclinación lateral de la pierna.

En términos médicos, el fémur se describe como un hueso largo, compuesto principalmente de tejido óseo denso y resistente, con una estructura interior esponjosa que contiene médula ósea roja (en la diáfisis) y amarilla (en las epífisis). El fémur también presenta varias líneas de crecimiento, márgenes y superficies distintas que permiten su identificación y descripción anatómica precisa. Además, el fémur está sujeto a diversas enfermedades y trastornos ortopédicos, como fracturas, luxaciones, displasia de cadera, osteoartritis, osteoporosis y cáncer óseo, entre otros.

Una fractura ósea, simplemente conocida como fractura, es una ruptura o interrupción en la continuidad estructural de un hueso. Puede ser causada por traumatismos directos o indirectos, como caídas, accidentes automovilísticos, lesiones deportivas graves, o por enfermedades que debilitan los huesos, como la osteoporosis o el cáncer óseo.

Las fracturas se pueden clasificar de diversas maneras según su localización, patrón, mecanismo de causación y grado de desplazamiento. Algunos tipos comunes de fracturas incluyen las fracturas lineales (donde el hueso se rompe en una línea recta), fracturas oblicuas (donde el hueso se rompe en un ángulo), fracturas en esquina o cominutivas (donde el hueso se rompe en varios fragmentos), y fracturas abiertas o compuestas (donde la piel está rota y los extremos del hueso sobresalen).

El tratamiento de las fracturas depende del tipo, localización y gravedad de la lesión. Puede incluir inmovilización con un yeso o férula, cirugía para alinear y estabilizar los fragmentos óseos con placas, tornillos o clavijas, o en algunos casos, tracción o cirugía de reemplazo articular. El pronóstico también varía según la gravedad de la fractura y la prontitud y eficacia del tratamiento; sin embargo, con el cuidado médico adecuado, la mayoría de las personas se recuperan completamente de las fracturas óseas.

La implantación dental endoósea, también conocida como implante dental endosteal, se refiere a un procedimiento quirúrgico en el que un implante de titanio en forma de tornillo o placa se inserta directamente en el hueso maxilar o mandibular para reemplazar la raíz de un diente perdido. El término "endoóseo" describe la ubicación del implante dentro del hueso (endos = dentro; osteon = hueso).

Después de que el implante se integra quirúrgicamente con el hueso (un proceso llamado osteointegración, que puede tardar varios meses), se coloca una corona artificial sobre el implante para restaurar la función y estética de los dientes naturales. Los implantes endoóseos son una opción popular para reemplazar dientes perdidos debido a su alta tasa de éxito y durabilidad a largo plazo.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la implantación dental endoósea requiere una evaluación exhaustiva de la salud oral y del hueso maxilar o mandibular para determinar si el paciente es un candidato adecuado para el procedimiento. Factores como la densidad ósea, la cantidad de hueso disponible y la presencia de enfermedades periodontales pueden influir en la decisión de realizar este tipo de implante dental.

El "puente de arteria coronaria" se refiere a un procedimiento quirúrgico cardíaco específico en el que se utiliza un injerto de vena o arteria para bypassar, o "salvar", una sección estrecha o bloqueada de una arteria coronaria. Las arterias coronarias son los vasos sanguíneos que suministran sangre oxigenada al músculo cardíaco. Cuando estas arterias se vuelven estrechas o bloqueadas debido a la acumulación de placa y/o coágulos, el flujo sanguíneo hacia el músculo cardíaco puede verse comprometido, lo que podría conducir a angina (dolor torácico) o un infarto de miocardio (ataque al corazón).

Durante la cirugía de bypass coronario, se cosea un injerto sobre la arteria coronaria justo antes y después del segmento bloqueado. Este injerto puede provenir de una vena del brazo o pierna (vena safena) o de una arteria torácica interior (arteria mamaria). El propósito del bypass coronario es restaurar el flujo sanguíneo al músculo cardíaco, aliviar los síntomas y mejorar la supervivencia en pacientes con enfermedad de las arterias coronarias significativa.

La definición médica completa del "puente de arteria coronaria" es el procedimiento quirúrgico de bypass coronario en el que se utiliza un injerto para desviar el flujo sanguíneo alrededor de una sección estrecha o bloqueada de una arteria coronaria, con el objetivo de mejorar el suministro de sangre oxigenada al músculo cardíaco.

Los tornillos óseos, en términos médicos, se refieren a los dispositivos médicos utilizados en procedimientos quirúrgicos ortopédicos. Estos pequeños tornillos son generalmente hechos de metal, como el titanio o acero inoxidable, y se utilizan para mantener juntas fragmentadas o fisuradas partes del hueso durante el proceso de curación.

Existen diferentes tipos de tornillos óseos, tales como tornillos canulados, tornillos cortos y largos, tornillos de bloqueo, etc., cada uno diseñado para su uso específico en diversas situaciones clínicas. Por ejemplo, los tornillos canulados son huecos en el centro, lo que permite la introducción de alambres o cables a través de ellos, mientras que los tornillos de bloqueo tienen una cabeza que se atornilla firmemente sobre el hueso, evitando así que el tornillo se afloje con el tiempo.

La colocación de tornillos óseos generalmente requiere cirugía, donde el cirujano drila un orificio en el hueso y luego inserta cuidadosamente el tornillo en su lugar. Una vez que el hueso ha sanado completamente, a menudo se puede quitar el tornillo si es necesario.

Es importante señalar que, aunque los tornillos óseos son generalmente seguros y eficaces, como cualquier procedimiento quirúrgico, están asociados con ciertos riesgos y complicaciones potenciales, incluyendo infección, daño a los tejidos circundantes, y reacciones alérgicas al material del tornillo.

La proteinosis alveolar pulmonar (PAP) es un trastorno poco común de los pulmones en el que una sustancia lechosa se acumula en los sacos aireados más pequeños de los pulmones (los alvéolos). Esta sustancia está compuesta principalmente por una proteína llamada sírquina. La acumulación excesiva de esta sustancia hace que sea difícil para los pulmones funcionen correctamente.

Hay tres tipos principales de PAP:

1. PAP primaria o idiopática: Es la forma más común y no hay una causa conocida. Se cree que involucra un problema con el sistema inmunológico.

2. PAP secundaria: Esto es causado por otra afección médica, como enfermedades pulmonares infecciosas o no infecciosas, exposición a polvo orgánico o químicos en el lugar de trabajo, o complicaciones de ciertos tratamientos médicos.

3. PAP congénita: Es una forma rara que está presente desde el nacimiento y es causada por mutaciones genéticas que afectan la capacidad del cuerpo para producir una enzima necesaria para descomponer la sírquina.

Los síntomas de la PAP pueden incluir dificultad para respirar, tos seca, fatiga y dolor en el pecho. El diagnóstico a menudo se realiza mediante una tomografía computarizada de tórax y una prueba llamada lavado broncoalveolar, en la que se inserta un tubo delgado a través de la garganta hasta los pulmones para recolectar líquido de los alvéolos para su análisis.

El tratamiento puede incluir oxigenoterapia para ayudar con la dificultad para respirar, y en casos graves, una procedimiento llamado lavado pulmonar, en el que se introduce un líquido especial en los pulmones para eliminar el exceso de sírquina. En algunos casos, un trasplante de pulmón puede ser considerado.

Los osteoclastos son grandes células multinucleadas que desempeñan un papel crucial en el proceso de remodelación ósea continuo. Son responsables de la reabsorción del tejido óseo, un proceso que implica la liberación de enzimas lisosomales y ácidas para disolver los minerales y las proteínas de la matriz ósea. Esta acción permite la eliminación de tejido óseo dañado o innecesario, así como también facilita la adaptación del esqueleto a las demandas mecánicas y metabólicas cambiantes del cuerpo. Los osteoclastos derivan de monocitos/macrófagos hematopoyéticos y funcionan en estrecha colaboración con otras células óseas, como los osteoblastos, para mantener el equilibrio adecuado entre la formación y la reabsorción ósea. La disfunción de los osteoclastos se ha relacionado con diversas patologías esqueléticas, incluyendo la osteoporosis, la periodontitis y el cáncer óseo.

La osteotomía mandibular es un procedimiento quirúrgico ortognático que implica el corte controlado en uno o más huesos de la mandíbula. Se realiza generalmente para corregir deformidades dentofaciales y maxilomandibulares, como prognatismo, retrognatismo, asimetría facial o maloclusiones graves. También se puede utilizar en el tratamiento de trastornos temporomandibulares (ATM) y tumores de la mandíbula.

Existen diferentes tipos de osteotomías mandibulares, dependiendo de la parte de la mandíbula que necesite ser corregida. Algunos de los más comunes incluyen:

1. Osteotomía sagital: Es el tipo más común de cirugía ortognática mandibular, en la que se realiza un corte en el cuerpo de la mandíbula, justo por delante de los molares. Esto permite al cirujano mover la parte inferior de la mandíbula hacia adelante o hacia atrás, según sea necesario.

2. Osteotomía de Lefort I: Este procedimiento implica un corte en el maxilar superior, justo encima de los dientes superiores, lo que permite al cirujano mover todo el bloque maxilar (incluyendo los dientes superiores y la porción inferior del paladar) hacia arriba o hacia abajo, adelante o atrás.

3. Osteotomía de Lefort II: Este tipo de osteotomía se realiza en el maxilar superior pero más cerca de la nariz, lo que permite al cirujano mover todo el bloque maxilar hacia arriba o hacia abajo y adelante o atrás.

4. Osteotomía de Lefort III: También conocida como "osteotomía facial total", involucra un corte a través del hueso nasal, los senos frontales y la base del cráneo. Esto permite al cirujano mover todo el bloque facial (incluyendo los ojos, las mejillas, el maxilar superior y la mandíbula) hacia arriba o hacia abajo, adelante o atrás.

Después de realizar la osteotomía, el cirujano fijará la nueva posición de los huesos con placas y tornillos especiales. En algunos casos, se pueden usar injertos óseos para reforzar la unión entre los huesos. Después del procedimiento, es posible que el paciente necesite usar aparatos dentales o una férula facial durante varias semanas mientras se recupera.

Los clavos ortopédicos son un tipo de implante utilizado en cirugía ortopédica para estabilizar fracturas óseas. Se trata de varillas delgadas y largas, generalmente hechas de acero inoxidable o titanio, que se introducen a través de la piel y los tejidos blandos hasta alcanzar el hueso roto. Una vez dentro del hueso, los clavos ortopédicos se utilizan para mantener los fragmentos óseos juntos mientras sanan.

Existen diferentes tipos de clavos ortopédicos, como por ejemplo:

* Clavos intramedularres: son los más comunes y se introducen a través del centro del hueso roto. Una vez dentro, se fijan al hueso con tornillos o espigas para mantenerlos en su lugar.
* Clavos externos: se utilizan cuando no es posible insertar el clavo intramedularmente, ya sea porque el hueso está demasiado dañado o porque la fractura es muy compleja. Los clavos externos se colocan en el exterior del cuerpo y se unen al hueso con tornillos o placas.
* Clavos canulados: son una variante de los clavos intramedularres que tienen un orificio central a través del cual se puede pasar un alambre para ayudar a mantener el hueso en su lugar.

La elección del tipo de clavo ortopédico dependerá del tipo y localización de la fractura, así como de las condiciones generales del paciente. La colocación de los clavos ortopédicos requiere una intervención quirúrgica, que se realiza bajo anestesia general o regional. Después de la cirugía, es necesario un periodo de reposo y rehabilitación para permitir que el hueso sane correctamente.

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