Un examen ginecológico es un procedimiento realizado por un profesional médico, generalmente un ginecólogo, para examinar y evaluar la salud del sistema reproductivo femenino. Esto incluye los órganos genitales internos (útero, trompas de Falopio y ovarios) y externos (vulva, vagina y cuello uterino).
El examen ginecológico generalmente consta de varias partes:
1. Inspección visual: El médico observa los genitales externos para detectar cualquier signo de infección, irritación o anormalidad.
2. Examen pélvico: Durante este procedimiento, el médico introduce un espéculo (un instrumento de plástico o metal) en la vagina para poder ver el cuello uterino y las paredes vaginales. Esto permite al médico detectar cualquier signo de infección, inflamación o anormalidades, como bultos o úlceras.
3. Examen manual del útero y los ovarios: Después de retirar el espéculo, el médico introduce uno o dos dedos enguantados y lubricados en la vagina mientras presiona suavemente sobre el abdomen con la otra mano. Esto le permite sentir el útero y los ovarios para detectar cualquier anomalía de tamaño, forma o movilidad.
4. Pruebas adicionales: En algunos casos, se pueden realizar pruebas adicionales, como una citología (prueba de Papanicolaou) para detectar células precancerosas en el cuello uterino, o una ecografía para obtener imágenes detalladas de los órganos pélvicos.
La frecuencia con la que se recomienda realizar un examen ginecológico depende de varios factores, como la edad, los antecedentes médicos y los hábitos sexuales. Las guías clínicas suelen recomendar que las mujeres comiencen a hacerse exámenes pélvicos regulares alrededor de los 21 años o cuando sean sexualmente activas, y que continúen haciéndolo una vez al año o cada dos años. Sin embargo, es importante consultar con un proveedor de atención médica para determinar la frecuencia adecuada en función de las necesidades individuales.