Cálculos del Conducto Salival
Conductos Salivales
Síndrome Poscolecistectomía
Cálculos Biliares
Carcinoma Ductal
Cálculos
Cálculos Urinarios
Cálculos Ureterales
Cálculos Renales
Cálculos de la Vejiga Urinaria
Periplaneta
Cálculos Dentales
Glándulas Salivales
Enfermedades de las Glándulas Salivales
Glándula Submandibular
Adenoma Pleomórfico
Glándula Parótida
Litotricia
Los cálculos del conducto salival, también conocidos como sialolitos, son depósitos duros y solidificados que se forman en los conductos salivales. Están compuestos principalmente de sales de calcio y otras sustancias presentes en la saliva.
La formación de estos cálculos puede ocurrir como resultado de una serie de factores, incluyendo deshidratación, infecciones recurrentes, trastornos del flujo salival y anormalidades en la composición de la saliva. Los cálculos pueden variar en tamaño, desde pequeños granos de arena hasta grandes masas esféricas.
Los síntomas más comunes asociados con los cálculos del conducto salival incluyen dolor, hinchazón y enrojecimiento en la zona afectada, especialmente durante las comidas, cuando el flujo de saliva aumenta. También puede haber dificultad para abrir la boca completamente y sensación de sequedad en la boca.
El tratamiento de los cálculos del conducto salival depende del tamaño y la ubicación del cálculo, así como de la gravedad de los síntomas. En algunos casos, el médico puede recomendar medidas conservadoras, como beber mucha agua y realizar masajes en el conducto salival afectado. Sin embargo, si el cálculo es grande o está causando complicaciones graves, como infecciones recurrentes o inflamación severa, puede ser necesario realizar una intervención quirúrgica para extraerlo.
Los conductos salivales son pequeños tubos o canalículos que transportan la saliva desde las glándulas salivales hasta la boca. Existen varios tipos de glándulas salivales en el cuerpo humano, como las glándulas parótidas, submandibulares y sublinguales, cada una con sus propios conductos respectivos.
La glándula parótida produce la mayor parte de la saliva y desemboca en la boca a través del conducto de Stensen o conducto parotideo. Este conducto se abre directamente en la cavidad oral, cerca de la mejilla y los molares superiores.
La glándula submandibular produce aproximadamente un tercio de la saliva y drena a través del conducto de Wharton o conducto submandibular. Este conducto desemboca en el piso de la boca, justo detrás de los incisivos inferiores.
Por último, las glándulas sublinguales producen una pequeña cantidad de saliva y drenan a través de varios conductos pequeños llamados conductos de Rivinus o conductos de Bartholin. Estos conductos desembocan en la parte inferior de la boca, debajo de la lengua.
Las glándulas salivales y sus conductos desempeñan un papel importante en la digestión, ya que ayudan a mantener la boca húmeda y facilitan el proceso de masticación, tragado y digestión de los alimentos.
El síndrome poscolecistectomía se refiere a un conjunto de síntomas que algunas personas experimentan después de haberse realizado una cirugía para extirpar la vesícula biliar, conocida como colecistectomía. Aunque la mayoría de las personas no presentan complicaciones luego de la operación, aproximadamente entre el 5% y el 40% de los pacientes pueden experimentar síntomas persistentes o nuevos después de la cirugía.
Los síntomas más comunes del síndrome poscolecistectomía incluyen:
1. Dolor abdominal: Este es el síntoma más frecuente y puede variar en intensidad y localización. Puede ser un dolor sordo, agudo o cólico en la parte superior del abdomen, a menudo en el lado derecho, donde se encontraba la vesícula biliar.
2. Discomfort gastrointestinal: Se puede experimentar hinchazón, flatulencia, distensión abdominal y náuseas después de comer.
3. Trastornos digestivos: Algunas personas pueden experimentar diarrea crónica, estreñimiento o ambos, conocido como síndrome del intestino irritable (SII).
4. Aftas orales recurrentes: La aparición frecuente de úlceras dolorosas en la boca puede ser un síntoma asociado con el síndrome poscolecistectomía.
5. Depresión y ansiedad: Algunos estudios han sugerido que las personas con síndrome poscolecistectomía pueden tener un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como depresión y ansiedad.
La causa exacta del síndrome poscolecistectomía no está completamente clara, pero se cree que puede deberse a una combinación de factores, incluyendo cambios en el sistema nervioso, disfunción motora gastrointestinal y alteraciones en la microbiota intestinal. El tratamiento generalmente implica una combinación de modificaciones en el estilo de vida, como una dieta saludable y ejercicio regular, y medicamentos para aliviar los síntomas específicos. En algunos casos, se puede considerar la cirugía para corregir problemas anatómicos o funcionales subyacentes.
Los cálculos biliares, también conocidos como piedras en la vesícula o colelitiasis, son pequeñas masas sólidas que se forman en la vesícula biliar a partir de sales y colesterol. La vesícula biliar es un órgano pequeño situado debajo del hígado que almacena y libera bilis, una sustancia líquida que ayuda a descomponer las grasas durante la digestión.
Los cálculos biliares pueden variar en tamaño, desde pequeños granos de arena hasta bolas del tamaño de una pelota de golf. La mayoría de las personas con cálculos biliares no presentan síntomas y los descubren durante exámenes médicos rutinarios o por otros problemas de salud. Sin embargo, algunas personas pueden experimentar dolor intenso en el abdomen superior derecho o en la parte superior del abdomen, especialmente después de comer alimentos grasosos. El dolor puede durar desde unos minutos hasta varias horas y a veces se irradia hacia el hombro derecho.
Otros síntomas de cálculos biliares pueden incluir náuseas, vómitos, pérdida de apetito, fiebre y escalofríos. En casos graves, los cálculos biliares pueden causar complicaciones como inflamación de la vesícula biliar (colecistitis), infección, pancreatitis y obstrucción del conducto biliar.
El tratamiento de los cálculos biliares depende del tamaño y la ubicación de los cálculos, así como de la gravedad de los síntomas. En algunos casos, se pueden administrar medicamentos para disolver los cálculos pequeños y blandos. Sin embargo, la mayoría de las personas con cálculos biliares requieren cirugía para extirpar la vesícula biliar y los cálculos. La cirugía más común es la colecistectomía laparoscópica, que se realiza mediante pequeñas incisiones en el abdomen.
Las neoplasias de las glándulas salivales se refieren a un crecimiento anormal (tumor) en las glándulas salivales. Estos tumores pueden ser benignos (no cancerosos) o malignos (cancerosos). Las glándulas salivales principales se encuentran dentro y alrededor de la boca y la cara, incluyendo las glándulas parótidas, submandibulares y sublinguales. También hay pequeñas glándulas salivales en todo el revestimiento del tracto digestivo desde la boca hasta el intestino grueso.
Los tumores benignos suelen crecer lentamente y raramente se diseminan a otras partes del cuerpo. Sin embargo, pueden seguir creciendo y causar problemas locales, como dificultad para masticar o hablar, dolor o infección.
Por otro lado, los tumores malignos pueden invadir tejidos circundantes y diseminarse a otros órganos (metástasis). Los síntomas de un tumor maligno pueden incluir hinchazón, dolor, dificultad para tragar o movimiento facial anormal.
El tratamiento depende del tipo y el estadio del tumor. Puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia o una combinación de estos. El pronóstico también varía según el tipo y el estadio del tumor.
El carcinoma ductal es un tipo específico de cáncer que se forma en los conductos o tubos que transportan la leche desde las glándulas mamarias hasta el pezón en el seno. Este tipo de cáncer de mama es el más común y puede presentarse en forma de tumores no invasivos (carcinoma ductal in situ) o invasivos (carcinoma ductal invasivo).
En el carcinoma ductal in situ, las células cancerosas se encuentran confinadas dentro del revestimiento del conducto y no han invadido los tejidos circundantes. Este tipo de cáncer a menudo se puede tratar con éxito mediante la extirpación quirúrgica del tumor y posiblemente la radioterapia o terapia hormonal adicionales.
Sin embargo, en el carcinoma ductal invasivo, las células cancerosas han invadido los tejidos circundantes y pueden diseminarse a otras partes del cuerpo a través de la sangre o el sistema linfático. El tratamiento para este tipo de cáncer puede incluir cirugía, quimioterapia, radioterapia y terapia hormonal, dependiendo de la etapa y la extensión del cáncer en el momento del diagnóstico.
Es importante que cualquier bulto o cambio sospechoso en el seno sea evaluado por un profesional médico para determinar si se trata de un cáncer o una afección benigna. La detección y tratamiento tempranos del carcinoma ductal pueden mejorar significativamente las posibilidades de éxito del tratamiento y la recuperación.
En la medicina, los cálculos son depósitos sólidos y generalmente pequeños de minerales y sales que se forman en los tejidos y fluidos del cuerpo. También se les conoce como "piedras" o "concreciones". Se pueden desarrollar en varios órganos, incluyendo los riñones (cálculos renales), la vejiga (cálculos vesicales), las vías biliares (cálculos biliares) y la vesícula biliar (cálculos vesiculares).
La formación de cálculos puede ocurrir como resultado de una variedad de factores, incluyendo desequilibrios químicos en el cuerpo, infecciones, dieta inadecuada, estilo de vida sedentario y anomalías congénitas. Los síntomas asociados con los cálculos pueden variar dependiendo del tamaño y la ubicación del cálculo, pero generalmente incluyen dolor intenso e intermitente en el costado o la parte inferior del abdomen, náuseas, vómitos y micciones frecuentes o dolorosas.
El tratamiento de los cálculos depende del tamaño, la ubicación y los síntomas asociados con ellos. Los cálculos más pequeños pueden pasar naturalmente a través del sistema urinario o digestivo sin causar daño. Sin embargo, los cálculos más grandes o problemáticos pueden requerir procedimientos médicos invasivos, como la litotripsia (ondas de choque que se utilizan para descomponer el cálculo en fragmentos más pequeños) o la cirugía.
La prevención de los cálculos puede implicar cambios en la dieta y el estilo de vida, como beber mucha agua, limitar el consumo de alimentos altos en oxalatos (como las espinacas y las nueces), reducir el consumo de sal y grasas saturadas y aumentar la actividad física.
Los cálculos urinarios, también conocidos como piedras en el riñón o nefrolitiasis, son depósitos sólidos de sales y minerales que se forman en uno o más sitios del sistema urinario, que incluye los riñones, uréteres, vejiga e uretra.
Estos depósitos pueden variar en tamaño, desde pequeños granos de arena hasta piedras del tamaño de una pelota de golf. Los cálculos se forman cuando hay un exceso de ciertas sustancias en la orina, como el oxalato, calcio, ácido úrico o fosfato. Estas sustancias pueden cristalizar y unirse para formar una piedra.
Los síntomas más comunes de los cálculos urinarios incluyen dolor intenso en la espalda baja o en el costado, náuseas, vómitos, fiebre y escalofríos, sangre en la orina y micción frecuente o urgente. El tratamiento depende del tamaño y la ubicación de los cálculos. Los cálculos pequeños pueden pasar por sí solos con el aumento de la ingesta de agua y el uso de medicamentos para aliviar el dolor. Sin embargo, los cálculos más grandes pueden requerir cirugía o procedimientos médicos no quirúrgicos para su eliminación.
La prevención de los cálculos urinarios implica beber mucha agua, mantener una dieta saludable y equilibrada, limitar el consumo de alimentos altos en oxalato y sodio, y tomar medidas para reducir el riesgo de infecciones del tracto urinario. Si tiene antecedentes de cálculos urinarios, es importante seguir las recomendaciones de su médico para prevenir la recurrencia.
Los cálculos ureterales son depósitos sólidos y duros que se forman en el interior del uréter, el tubo que conecta los riñones con la vejiga. Estos depósitos están compuestos de sales y minerales que se han cristalizado en el tracto urinario. Pueden variar en tamaño, desde pequeños granos como la arena hasta guisantes o incluso más grandes.
La formación de cálculos ureterales puede ser causada por una variedad de factores, incluyendo una infección del tracto urinario, deshidratación, dietas altas en proteínas y sodio, y trastornos genéticos que afectan al metabolismo de los minerales. Los síntomas más comunes asociados con los cálculos ureterales incluyen dolor intenso e intermitente en la espalda baja o en el costado, náuseas y vómitos, micción frecuente y dolorosa, y sangre en la orina.
El tratamiento de los cálculos ureterales depende del tamaño y la ubicación del cálculo, así como de la gravedad de los síntomas. En algunos casos, se pueden pasar naturalmente a través del tracto urinario con la ingesta de líquidos adicionales y el uso de medicamentos para aliviar el dolor. Sin embargo, si el cálculo es grande o no puede pasar por sí solo, pueden ser necesarios procedimientos médicos o quirúrgicos, como la litotripsia extracorpórea por ondas de choque (LEC), la ureteroscopia o la nefrolitotomía percutánea.
Los cálculos renales, también conocidos como nefrolitiasis o piedras en el riñón, son pequeños depósitos sólidos compuestos de minerales y sales que se forman en uno o ambos riñones. La mayoría de los cálculos renales están compuestos de calcio, generalmente en combinación con oxalato o fosfato. Otros tipos de cálculos renales pueden contener ácido úrico, estruvita o cistina.
La formación de cálculos renales puede ocurrir cuando hay un exceso de sustancias en la orina que favorecen su formación, como el calcio, oxalato y ácido úrico, o cuando la orina está demasiado concentrada, lo que facilita la unión de estas sustancias. Los cálculos renales pueden variar en tamaño, desde pequeños granos de arena hasta pelotas del tamaño de una cereza o incluso mayor.
Los síntomas más comunes de los cálculos renales incluyen dolor intenso y repentino en la parte inferior del abdomen, el costado o la espalda, que puede irradiarse a la ingle o los genitales; náuseas y vómitos; micción frecuente y dolorosa; y hematuria (sangre en la orina). En algunos casos, los cálculos renales pueden pasar sin causar síntomas graves, pero en otros casos pueden requerir tratamiento médico, como terapia con ondas de choque o cirugía.
La prevención de los cálculos renales puede incluir beber suficiente agua para mantener la orina diluida, reducir el consumo de alimentos altos en oxalato y sodio, y evitar el uso de medicamentos que aumenten el riesgo de formación de cálculos renales. En algunos casos, se pueden recetar medicamentos para reducir el riesgo de recurrencia de los cálculos renales.
Los cálculos de la vejiga urinaria, también conocidos como litiasis vesical, se refieren a la formación y acumulación de cálculos o piedras en la vejiga urinaria. La vejiga es un órgano hueco situado en la pelvis que almacena la orina antes de ser excretada del cuerpo. Los cálculos pueden formarse a partir de sales minerales y ácidos en la orina que se cristalizan y endurecen con el tiempo.
Los cálculos de la vejiga pueden causar diversos síntomas, como dolor o ardor al orinar, micción frecuente o urgente, sangre en la orina, dolor pélvico o abdominal bajo, y dificultad para vaciar por completo la vejiga. En algunos casos, los cálculos pueden ser asintomáticos y descubrirse durante exámenes de rutina.
El tratamiento de los cálculos de la vejiga depende del tamaño, número y localización de las piedras, así como de la gravedad de los síntomas. En algunos casos, se pueden eliminar mediante procedimientos no quirúrgicos, como el uso de ondas de choque o litotricia extracorpórea por ondas de choque (LEOC). Sin embargo, si las piedras son demasiado grandes o causan complicaciones, puede ser necesaria una cirugía para extraerlas.
Es importante recibir atención médica si se sospecha la presencia de cálculos en la vejiga urinaria, ya que pueden aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario y causar daños a los riñones o a la vejiga si no se tratan adecuadamente. Además, es recomendable beber suficiente agua y mantener una dieta saludable para prevenir la formación de cálculos en el futuro.
La palabra "Periplaneta" se refiere específicamente a un género de insectos pertenecientes a la familia Blattidae, más comúnmente conocidos como cucarachas. El género Periplaneta incluye algunas de las especies de cucarachas más comunes y ampliamente distribuidas en el mundo, entre ellas:
1. Periplaneta americana: La cucaracha americana, también conocida como cucaracha marrón o palo, es una de las especies de cucarachas más grandes y ampliamente distribuidas en el mundo. Originaria del trópico, ahora se encuentra en muchos lugares cálidos y húmedos en todo el mundo.
2. Periplaneta australasiae: La cucaracha australiana o cucaracha de gama grande es originaria de Australia y Nueva Guinea, pero ahora tiene una distribución cosmopolita. Es una especie nocturna y se encuentra principalmente en áreas urbanas y suburbanas.
3. Periplaneta brunnea: La cucaracha marrón o cucaracha de luto es originaria del sudeste asiático, pero ahora tiene una distribución mundial. Se encuentra principalmente en áreas costeras y portuarias.
4. Periplaneta filiginella: La cucaracha filipina o cucaracha de Madagascar es originaria del sudeste asiático, pero ahora se distribuye ampliamente en otras regiones tropicales y subtropicales.
Las cucarachas Periplaneta son conocidas por su comportamiento nocturno, hábitos alimenticios omnívoros y alta resistencia a los ambientes adversos. Pueden transmitir varias enfermedades humanas y desencadenar reacciones alérgicas en algunas personas.
Las neoplasias de la glándula parótida se refieren a un crecimiento anormal o tumor en la glándula salival más grande del cuerpo, conocida como la glándula parótida. Estos tumores pueden ser benignos (no cancerosos) o malignos (cancerosos).
Los tumores benignos son los más comunes y suelen crecer lentamente, siendo asintomáticos en muchos casos. Sin embargo, si crecen lo suficiente, pueden causar molestias o dificultad para masticar, hablar o incluso deglutir.
Por otro lado, los tumores malignos son menos frecuentes pero más preocupantes porque tienen el potencial de extenderse (metástasis) a otras partes del cuerpo. Los síntomas asociados con estos tumores pueden incluir dolor, hinchazón rápida, dificultad para mover los músculos faciales y parálisis facial.
El tratamiento depende del tipo y grado de la neoplasia. Para los tumores benignos, el tratamiento generalmente implica la extirpación quirúrgica. En cambio, para los tumores malignos, el tratamiento puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia o una combinación de estos.
Es importante destacar que si bien cualquier persona puede desarrollar un tumor en la glándula parótida, fumar aumenta el riesgo de padecer este tipo de neoplasias. Además, ciertas afecciones genéticas también pueden incrementar la probabilidad de sufrir estos tumores.
Los cálculos dentales, también conocidos como "tarro" o "sarro", son depósitos duros y porosos de sales minerales que se endurecen y adhieren a la superficie dental. Están compuestos principalmente por calcificaciones de placa bacteriana y pueden contener restos orgánicos, como células epiteliales desprendidas y glóbulos blancos.
Se forman cuando los minerales presentes en la saliva, como el calcio y el fósforo, se depositan sobre la placa dental que no ha sido eliminada adecuadamente mediante el cepillado y el uso de hilo dental. La acumulación de cálculos dentales puede provocar enfermedades periodontales, como la gingivitis y la periodontitis, ya que las bacterias que se esconden detrás de ellos producen toxinas que inflaman y dañan las encías y el tejido de soporte de los dientes.
El tratamiento de los cálculos dentales generalmente implica una limpieza profesional por parte de un dentista o higienista dental, quien utiliza instrumentos especiales para eliminar los depósitos. Para prevenir la formación de cálculos dentales, es importante mantener una buena higiene oral, cepillarse los dientes al menos dos veces al día, usar hilo dental diariamente y realizar visitas regulares al dentista para revisiones y limpiezas profesionales.
Las glándulas salivales, en términos médicos, se refieren a un conjunto de glándulas exocrinas que producen y secretan la saliva. La saliva es una solución acuosa que contiene varias enzimas y electrolitos, y desempeña un papel importante en la digestión de los alimentos, particularmente de los carbohidratos.
Existen tres pares principales de glándulas salivales:
1. Glándulas parótidas: Son las glándulas salivales más grandes y se localizan justo debajo y hacia adelante de las orejas. Producen la mayor parte de la saliva al estimular la comida.
2. Glándulas submandibulares: Se encuentran en el suelo de la boca, debajo de la lengua. Estas glándulas producen una saliva más espesa y rica en mucina, lo que ayuda a lubricar los alimentos.
3. Glándulas sublinguales: Son las glándulas salivales más pequeñas y se sitúan en el piso de la boca, debajo de la lengua. También producen una saliva espesa y rica en mucina.
Además de estos tres pares principales, existen numerosas glándulas salivales menores distribuidas por toda la mucosa oral, como las glándulas labiales, linguales y palatinas. Todas ellas contribuyen a la producción total de saliva en la boca.
La secreción de saliva está controlada por el sistema nervioso autónomo, específicamente por el reflejo de la salivación, que se activa cuando se percibe o se piensa en los alimentos. La estimulación de los receptores del gusto, el olfato y la visión también pueden desencadenar la producción de saliva.
Las enfermedades de las glándulas salivales se refieren a un grupo diverso de trastornos que afectan la estructura y función de las glándulas salivales. Estas glándulas, incluyendo las parótidas, submandibulares y sublinguales, junto con cientos de pequeñas glándulas salivales en todo el revestimiento interior de los labios, mejillas y otras superficies de la boca, producen saliva para mantener la boca húmeda y ayudar en la digestión.
Las enfermedades de las glándulas salivales pueden ser causadas por infecciones, inflamación, traumatismos, tumores benignos o malignos, y trastornos autoinmunes. Algunos ejemplos comunes de estas enfermedades incluyen:
1. Sialadenitis: una inflamación de las glándulas salivales, generalmente causada por una infección bacteriana o viral.
2. Quiste de retención: un saco lleno de líquido que se forma en una glándula salival cuando el flujo de saliva está bloqueado.
3. Tumores benignos y malignos: crecimientos anormales que pueden desarrollarse en las glándulas salivales, algunos de los cuales pueden ser cancerosos.
4. Síndrome de Sjögren: un trastorno autoinmune que afecta a las glándulas salivales y lacrimales, causando sequedad en la boca y los ojos.
5. Sialolitiasis: la formación de cálculos o piedras en los conductos que transportan la saliva desde las glándulas salivales hasta la boca.
6. Xerostomía: sequedad extrema en la boca causada por una disminución en la producción de saliva, que puede ser el resultado de ciertos medicamentos, radiación o trastornos médicos subyacentes.
El tratamiento de los problemas de las glándulas salivales depende del tipo y la gravedad de la afección. Puede incluir antibióticos para infecciones, cirugía para extirpar tumores o quistes, terapia con humedad para aliviar la sequedad de boca y ojos, y cambios en el estilo de vida o medicamentos para tratar los síntomas.
La glándula submandibular es una glándula exocrina que se encuentra en la región del cuello, más específicamente en la parte inferior de la mandíbula. Es una de las tres principales glándulas salivales en humanos, junto con las glándulas parótidas y sublinguales. La glándula submandibular produce aproximadamente el 65-70% de la saliva secretada en reposo y desempeña un papel importante en la digestión de los alimentos, la lubricación de las membranas mucosas y la protección contra infecciones orales.
La glándula submandibular tiene una forma ovalada y pesa alrededor de 10-15 gramos. Se divide en dos porciones: la porción superficial y la porción profunda. La porción superficial se encuentra justamente debajo de la piel y está cubierta por los músculos platisma y sternocleidomastoideo. Por otro lado, la porción profunda se localiza más profundamente en el cuello, detrás del músculo milohioideo y por encima del músculo esternotiroideo.
La glándula submandibular está inervada por el nervio facial (VII par craneal) a través de sus ramas glosofaríngea y lingual. La glosofaríngea suministra los nervios simpáticos a la glándula, mientras que la rama lingual proporciona los nervios parasimpáticos. La irrigación sanguínea de la glándula submandibular corre a cargo de las arterias facial y lingual.
Las afecciones más comunes que afectan a la glándula submandibular incluyen infecciones, como la inflamación aguda o crónica de la glándula (sialadenitis), piedras o cálculos en los conductos salivales (sialolitiasis) y tumores benignos o malignos. El tratamiento dependerá del tipo y gravedad de la afección, pudiendo incluir antibióticos, antiinflamatorios, terapia con sales para disolver los cálculos, cirugía o radioterapia en caso de tumores malignos.
El adenoma pleomórfico es un tipo benigno de tumor que se presenta con mayor frecuencia en las glándulas salivales, particularmente en la parótida. Este tumor está compuesto por células epiteliales glandulares con una variedad de formas y tamaños, lo que le da su nombre "pleomórfico".
Las células del adenoma pleomórfico pueden contener inclusiones eosinófilas o vacuoladas, y a menudo se presentan en nidos o cúmulos rodeados por un estroma fibroso. Aunque este tumor es benigno, tiene el potencial de causar problemas debido a su crecimiento y expansión dentro del espacio limitado de la glándula salival.
En algunos casos, el adenoma pleomórfico puede transformarse en un carcinoma adenoide quístico, que es un tipo más agresivo de cáncer de glándula salival. Por lo tanto, aunque sea benigno, se recomienda la extirpación quirúrgica del tumor para prevenir complicaciones y el posible desarrollo de malignidad.
La glándula parótida es la glándula salival más grande del cuerpo humano, localizada justamente debajo y hacia adelante del oído. Se extiende desde la región temporomandibular hasta el cuello y está compuesta por dos partes: una parte superficial y otra profunda. La glándula parótida secreta la mayor parte de la saliva que contiene amilasa, una enzima importante para iniciar la digestión de los almidones en la boca. Las obstrucciones o inflamaciones en esta glándula pueden causar problemas como el tumor parotídeo o la parotiditis (inflamación de la glándula parótida).
La litotricia es un procedimiento médico que se utiliza para desintegrar o destruir cálculos (conocidos como litos) en el cuerpo, especialmente en el sistema urinario. El término proviene del griego 'lithos', que significa piedra, y 'tric', que significa romper o pulverizar.
El tipo más común de litotricia es la litotricia extracorpórea por ondas de choque (LEOC), en la cual se utilizan ondas de choque acústicas para desintegrar los cálculos renales o de vejiga sin necesidad de cirugía invasiva. Durante el procedimiento, el paciente se coloca sobre una mesa especial y se introduce un catalizador (como gel) entre la piel y el transductor que produce las ondas de choque. Estas ondas viajan a través del cuerpo hasta llegar al cálculo, donde causan su fragmentación en piezas más pequeñas que pueden ser posteriormente expulsadas del organismo de forma natural a través de la orina.
La litotricia también puede implicar el uso de láser o energía ultrasónica para destruir cálculos en otros órganos, como la vesícula biliar o los conductos biliares. Estos procedimientos suelen ser más invasivos y requieren anestesia general o sedación profunda.
Aunque la litotricia es un tratamiento eficaz para la mayoría de los cálculos renales y de vejiga, no está exenta de riesgos y complicaciones potenciales, como dolor intenso, sangrado, infección o daño en los tejidos circundantes. Por lo tanto, es importante que el procedimiento sea realizado por un especialista capacitado y experimentado, y que se evalúen cuidadosamente los beneficios y riesgos antes de tomar una decisión sobre el tratamiento.