Estructura ósea de la boca donde se fijan los dientes. Constituida por la MANDÍBULA y el MAXILAR.
Las enfermedades maxilomandibulares se refieren a diversas afecciones que afectan los huesos y tejidos de la mandíbula superior (maxilar) e inferior, incluyendo trastornos congénitos, infecciosos, traumáticos o neoplásicos.
Cánceres o tumores no específicos del MAXILAR o MANDÍBULA. Para las neoplasias del maxilar, está disponible el término NEOPLASIAS MAXILARES y para la mandíbula está disponible el término NEOPLASIAS MANDIBULARES.
Ausencia congénita o defecto en las estructuras de las mandíbulas.
Maxilas necróticas u otra necrosis esqueleto-maxilofaciales asociadas a el uso de bifosfonato (ver BIFOSFONATOS). Lesiones, procedimientos dentales y trauma pueden desencadenar el proceso necrótico.
Músculos que surgen en el arco cigomático que cierra la mandíbula. Su inervación corresponde al nervio masetérico de la división mandibular del nervio trigémino. (Stedman, 25th ed)
Ausencia total de dientes, tanto de la mandíbula como de la maxila, pero no de ambos. La ausencia total de los dientes en ambos es la BOCA EDÉNTULA. Ausencia parcial de dientes en una de ellas es la ARCADA PARCIALMENTE EDÉNTULA.
Lesiones saculares recubiertas con epitelio y contenidas dentro de cavidades formadas patológicamente en la mandíbula; también los quistes no epiteliales (pseudoquistes) cuando se aplican a la mandíbula, ejemplo, quistes solitarios o traumáticos, cavidad ósea estática, y quiste óseo aneurismático. Los quistes verdaderos de la mandíbula se clasifican como odontogénicos o no odontogénicos.
Muerte de un hueso o parte de un hueso, que puede ser atraumática o post-traumática.
Músculo masticatorio cuya acción es cerrar las mandíbulas.
Hueso mayor y más fuerte de la CARA que constituye el maxilar inferior. En el mismo se asientan los dientes inferiores.
Ausencia de dientes en una porción de la mandíbula y/o del maxilar.
Fuerza que se aplica por los músculos masticadores en la oclusión dental.
Fracturas de la mandíbula superior o inferior.
Las 'enfermedades mandibulares' se refieren a diversas condiciones patológicas que afectan la estructura, función o desarrollo de la mandíbula, incluyendo trastornos congénitos, infecciosos, traumáticos, neoplásicos y degenerativos.
Registro de cualquier relación de posición de la mandíbula en referencia al maxilar. Estos registros pueden ser en caulquiera de las relaciones vertical, horizontal, o de orientación.
Compuestos orgánicos que contienen enlaces P-C-P, en los cuales P quiere decir fosfonatos o ácidos fosfónicos. Estos compuestos afectan el metabolismo del calcio. Inhiben la calcificacion ectópica y enlentecen la reabsorción y el recambio óseo. Los compuestos difosfonato de tecnecio han sido utilizados exitosamente para escanografía ósea.
Articulación entre el cóndilo de la mandíbula y el tubérculo articular del hueso temporal.
Uno de un conjunto de estructuras en forma de hueso en la boca que se utiliza para morder y masticar.
Cualquiera del par de huesos de forma irregular que forman la mandíbula superior. El hueso maxilar proporciona los alveolos dentales para la fijación de la dentadura superior, forma parte de la ÓRBITA, y contiene el SENO MAXILAR.
Tumores o cánceres de la MANDÍBULA.
Dos de los músculos masticatorios; el músculo pterigoideo interno o medio y el músculo pterigoideo externo o lateral. La acción del primero es el cierre de las mandíbulas y la del segundo es su abertura así como el movimiento hacia delante y hacia los lados de las mandíbulas.
Región del periodo de desarrollo de los SOMITOS, que contiene cierto número de arcadas bilaterales con un núcleo mesodérmico revestido por endodermo y ectodermo a ambos lados. En los vertebrados acuáticos inferiores los arcos branquiales dan lugar a las BRANQUIAS. En los vertebrados superiores los arcos forman evaginaciones y se transforman en estructuras de la cabeza y el cuello. Separando los arcos están las hendiduras o surcos branquiales.
Músculo de la masticación cuya acción es cerrar las mandíbulas; su porción posterior retrae la mandíbula.
Las enfermedades maxilares se refieren a diversas condiciones patológicas que afectan los huesos maxilares, incluyendo infecciones, tumores, traumatismos y displasias.
Conjunto de dientes de la arcada dental. La dentición se refiere ordinariamente a los dientes naturales en su posición en los alveolos. La dentición que se refiere a los dientes caducos es la DENTICIÓN PRIMARIA o decidual; la de los dientes permanentes es la DENTICIÓN PERMANENTE. (Jablonski, Dictionary of Dentistry, 1992).
ESQUELETO de la CABEZA que incluye los HUESOS FACIALES y los huesos que encierran el CEREBRO.
Sustancias que inhiben la RESORCIÓN ÓSEA y/o favorecen la MINERALIZACIÓN y la REGENERACIÓN ÓSEA. Se utilizan para consolidación de las FRACTURAS ÓSEAS y el tratamiento de las ENFERMEDADES METABÓLICAS ÓSEAS tales como OSTEOPOROSIS.
Radiografía de sección corporal extra-oral que retrata todo un maxilar, o ambos maxilar y mandíbula, en una sola película.
Un hueso móvil en forma de "U" que se encuentra en la parte anterior del cuello a nivel de la tercera vértebra cervical. El hueso hioides se encuentra suspendido desde los procesos de los HUESOS TEMPORALES por los ligamentos, y está firmemente vinculado al CARTÍLAGO TIROIDES mediante los músculos.
Enfermedad de los huesos caracterizada por adelgazamiento de la corteza por tejido fibroso arenoso que contiene espículas óseas, lo que produce dolor, discapacidad y deformidad gradual creciente. Puede afectar a un solo hueso (DISPLASIA FIBROSA MONOSTÓTICA) o, posteriormente, a varios o muchos huesos (DISPLASIA FIBROSA POLIOSTÓTICA).
Tumor óseo central, benigno, que suele localizarse en los maxilares (sobre todo en la mandíbula) y que está formado por tejido conjuntivo fibroso en cuyo interior se forma hueso.
Proceso de crecimiento y diferenciación de las mandíbulas y la cara.
Cáncer o tumores del MAXILAR o mandíbula superior.

En terminología anatómica, los maxilares se refieren a los huesos que forman parte del esqueleto facial y contribuyen a la estructura de la cavidad oral. Existen dos maxilares: el maxilar superior (maxilla) y el maxilar inferior (mandíbula).

El maxilar superior, también conocido como maxila, es un hueso pareado que forma la mayor parte de la cavidad nasal y del piso de la órbita ocular. Además, el maxilar superior constituye la bóveda palatina y alberga los dientes superiores. Contiene senos maxilares, cavidades huecas llenas de aire dentro del hueso que se comunican con las fosas nasales.

Por otro lado, el maxilar inferior, o mandíbula, es el único hueso móvil en la cara y forma la quijada. La mandíbula está compuesta por un cuerpo y dos ramas. El cuerpo contiene la cavidad glenoidea, donde se articula con el cráneo, y el cóndilo, que encaja en la fosa mandibular del cráneo para permitir el movimiento de la mandíbula durante la masticación, el habla y otras funciones orales. Las ramas de la mandíbula contienen los alvéolos dentarios donde se insertan los dientes inferiores.

En resumen, los maxilares son huesos clave en la estructura facial y oral, responsables de soportar los dientes, permitir la masticación y facilitar otras funciones importantes como el habla y la respiración.

Las enfermedades maxilomandibulares se refieren a un grupo de trastornos que afectan la articulación temporomandibular (ATM) y los músculos circundantes, así como los huesos maxilares y mandibulares. Estas enfermedades pueden causar dolor, rigidez, limitación del movimiento de la mandíbula, ruidos articulares y otros síntomas desagradables que pueden afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes.

La ATM es la articulación que conecta la mandíbula con el cráneo y permite movimientos como la masticación, el habla y la deglución. Las enfermedades maxilomandibulares pueden ser causadas por diversos factores, incluyendo traumatismos, trastornos degenerativos, displasias articulares, infecciones, tumores y enfermedades reumáticas.

Algunas de las enfermedades maxilomandibulares más comunes incluyen la disfunción temporomandibular (DTM), la osteoartrosis de la ATM, la artritis reumatoide y los tumores de la ATM. El tratamiento de estas enfermedades depende del tipo y gravedad del trastorno y puede incluir medidas conservadoras como fisioterapia, terapia cognitivo-conductual y medicamentos, o intervenciones más invasivas como cirugía articular o reemplazo de la ATM.

Es importante buscar atención médica especializada en caso de presentar síntomas relacionados con las enfermedades maxilomandibulares, ya que un diagnóstico y tratamiento precoces pueden ayudar a prevenir complicaciones y mejorar la prognosis del paciente.

Neoplasia es un término general que se refiere al crecimiento celular anormal o a la multiplicación de células en un lugar donde normalmente no deberían estar. Cuando se utiliza el término "neoplasias maxilomandibulares", nos referimos específicamente a los crecimientos anormales en las áreas de la mandíbula y el maxilar, que son los huesos que forman parte del cráneo y desempeñan un papel importante en la función oral, incluyendo masticación, habla y respiración.

Las neoplasias maxilomandibulares pueden ser benignas o malignas (cáncer). Las neoplasias benignas suelen crecer más lentamente y no se diseminan a otras partes del cuerpo, mientras que las neoplasias malignas tienen un potencial de invasión y metástasis más alto.

Algunos ejemplos de neoplasias maxilomandibulares benignas incluyen ameloblastomas, mixomas y osteocondromas. Por otro lado, algunos ejemplos de neoplasias maxilomandibulares malignas son carcinomas de células escamosas, sarcomas y melanomas.

El tratamiento de las neoplasias maxilomandibulares depende del tipo, el tamaño, la ubicación y la etapa del crecimiento anormal. Puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia o una combinación de estos enfoques. La detección y el tratamiento precoces son cruciales para mejorar los resultados y aumentar las posibilidades de curación.

Las anomalías maxilomandibulares se refieren a las condiciones anormales o irregularidades en la estructura, desarrollo y función de los huesos maxilares y la mandíbula. Estas anomalías pueden ser congénitas (presentes desde el nacimiento) o adquiridas (desarrolladas después del nacimiento).

Las anomalías congénitas comunes incluyen:

1. Prognatismo: una mandíbula inferior prominente que sobresale más allá de los dientes superiores.
2. Retrognatismo: una mandíbula inferior retraída que hace que los dientes superiores sean prominentes.
3. Paladar hendido o fisura palatina: una abertura en el techo de la boca (paladar) que puede extenderse hasta la nariz.
4. Labio leporino: una abertura en los labios que puede extenderse hasta la nariz.
5. Agénesis maxilar o mandibular: falta congénita de uno o ambos huesos maxilares o mandibulares.

Las anomalías adquiridas comunes incluyen:

1. Desplazamiento dental: movimiento anormal de los dientes que puede causar problemas en la mordida y el habla.
2. Quiste dentígero: un quiste benigno que rodea un diente no erupcionado.
3. Tumores benignos o malignos de los maxilares o mandíbula.
4. Fracturas maxilomandibulares: fracturas en los huesos maxilares o mandibulares debido a traumatismos.
5. Osteoartritis temporomandibular: una enfermedad degenerativa de la articulación temporomandibular que conecta la mandíbula y el cráneo.

El tratamiento de las anomalías maxilomandibulares depende de la gravedad y el tipo de anormalidad. Puede incluir cirugía, ortodoncia, terapia del habla y fisioterapia.

La osteonecrosis de los maxilares asociada a difosfonatos (ONMD) es una complicación poco frecuente pero potencialmente grave que puede ocurrir en algunos pacientes tratados con medicamentos llamados bifosfonatos, los cuales se utilizan comúnmente para tratar enfermedades óseas como el cáncer de hueso y la osteoporosis.

Los bifosfonatos funcionan reduciendo la actividad de los células que descomponen el tejido óseo, lo que ayuda a mantener la densidad mineral ósea y previene la pérdida ósea. Sin embargo, en raras ocasiones, estos medicamentos pueden interferir con el proceso natural de reparación del hueso en la mandíbula o el maxilar, lo que lleva a la muerte del tejido óseo (osteonecrosis).

La ONMD se caracteriza por la exposición de hueso necrótico (muerto) en la mandíbula o el maxilar durante un período de al menos ocho semanas, sin signos de curación espontánea. Los síntomas pueden incluir dolor, inflamación, úlceras intraorales y movilidad dental.

Los factores de riesgo para desarrollar ONMD incluyen la dosis y duración del tratamiento con bifosfonatos, procedimientos dentales invasivos, tabaco, alcohol y enfermedades sistémicas como cáncer y osteoporosis. La prevención es fundamental y se recomienda realizar una evaluación dental exhaustiva antes de iniciar el tratamiento con bifosfonatos y mantener un cuidado dental adecuado durante el tratamiento.

Si bien la ONMD es una complicación rara, puede causar morbilidad significativa en los pacientes afectados. Se requiere un manejo multidisciplinario que involucre a especialistas en medicina oral, periodoncia, cirugía maxilofacial y oncología, entre otros. El tratamiento puede incluir medidas de higiene bucal estricta, antibióticos, terapia regenerativa y, en casos graves, cirugía reconstructiva.

Los músculos masticadores son un grupo de cuatro músculos esqueléticos que se encargan de la función masticatoria, es decir, mover la mandíbula durante la masticación de los alimentos. Estos músculos incluyen:

1. Masetero: Este músculo es el más potente de los masticadores. Se encuentra en las mejillas y se encarga de elevar la mandíbula e incluso realizar movimientos laterales.

2. Temporal: Ubicado en la frente y en la parte superior de la cabeza, este músculo permite elevar la mandíbula y realizar movimientos retrusivos (movimiento hacia atrás).

3. Pterigoideo medial: Se encuentra dentro del cráneo, junto a los lados de la cavidad nasal. Este músculo ayuda a realizar movimientos protrusivos (movimiento hacia adelante) y laterales de la mandíbula.

4. Pterigoideo lateral: También localizado dentro del cráneo, este músculo contribuye a los movimientos laterales de la mandíbula, así como a la apertura y cierre de la boca.

Estos músculos trabajan en conjunto para permitir la masticación eficaz de los alimentos, preparándolos para su digestión. Cualquier disfunción o trastorno en estos músculos puede provocar problemas al masticar, dolor de mandíbula o incluso dolores de cabeza.

La arcada edéntula es un término dental que se refiere a la ausencia completa de dientes en una o ambas arcadas maxilares o mandibulares. Esta condición puede ser congénita o adquirida, y puede causar problemas funcionales y estéticos para el paciente. El tratamiento más común para la arcada edéntula es el uso de prótesis dentales removibles o fijas, como las dentaduras postizas o los implantes dentales. La pérdida completa de dientes en una arcada puede tener consecuencias negativas en la salud bucal y general del paciente, por lo que es importante buscar tratamiento dental especializado en estos casos.

Los quistes maxilomandibulares son crecimientos anormales, generalmente benignos, que se forman en los huesos maxilares o mandibulares. Estos quistes están llenos de líquido o material semisólido y pueden variar en tamaño. A menudo, no causan síntomas hasta que alcanzan un tamaño considerable, lo que puede resultar en hinchazón, dolor o dificultad para masticar o deglutir.

Existen varios tipos de quistes maxilomandibulares, entre los que se incluyen:

1. Quiste dentígero: también conocido como quiste folicular, es el tipo más común de quiste maxilomandibular. Se forma alrededor de la corona de un diente no erupcionado y está asociado con los terceros molares (dientes del juicio) en la mayoría de los casos.

2. Quiste periodontal: se desarrolla alrededor de los tejidos que rodean a un diente, generalmente como resultado de una infección o trauma.

3. Quiste nasopalatino: este quiste se forma en el paladar, cerca de la línea media de la boca, y está asociado con los conductos nasopalatinos que transportan los nervios y vasos sanguíneos hacia la nariz.

4. Quiste globulomaxilar: este quiste se forma entre los incisivos superiores y el seno maxilar y es relativamente raro.

5. Quiste de erupción: se desarrolla alrededor de un diente que está en proceso de erupción y es más común en niños y adolescentes.

El tratamiento de los quistes maxilomandibulares generalmente implica la extirpación quirúrgica del quiste y, en algunos casos, la extracción del diente asociado. La endodoncia (tratamiento de conducto) también puede ser una opción para tratar quistes periodontales pequeños. Después del tratamiento, se pueden realizar seguimientos regulares con radiografías para asegurarse de que el quiste no vuelva a crecer.

La osteonecrosis, también conocida como necrosis avascular o necrosis isquémica, es una afección médica en la que parte o todo el suministro de sangre a un hueso se interrumpe o reduce significativamente. Esta reducción en el flujo sanguíneo puede causar la muerte del tejido óseo y, finalmente, conducir a la destrucción del hueso.

La osteonecrosis a menudo afecta los huesos de las caderas, rodillas, hombros y mandíbula, aunque cualquier hueso en el cuerpo puede verse afectado. La enfermedad generalmente se desarrolla en etapas, comenzando con dolor e hinchazón en la articulación más cercana al hueso afectado. A medida que la enfermedad avanza, el hueso se vuelve frágil y propenso a fracturas, lo que puede provocar una disminución de la función articular y eventualmente conducir a la pérdida permanente de la movilidad.

La causa exacta de la osteonecrosis no siempre está clara, pero se cree que está relacionada con una combinación de factores, como traumatismos, uso excesivo de corticosteroides, consumo de alcohol en exceso, trastornos de la coagulación sanguínea y enfermedades vasculares. Algunas veces, la osteonecrosis puede ser idiopática, lo que significa que no hay una causa clara identificada.

El tratamiento de la osteonecrosis depende de la gravedad y la ubicación de la enfermedad. Los casos leves pueden ser manejados con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) para aliviar el dolor, mientras que los casos más graves pueden requerir cirugía, como un injerto óseo o una artroplastia total de la articulación. En general, el pronóstico de la osteonecrosis depende del estadio en el que se diagnostica y del tratamiento oportuno y adecuado.

El músculo masetero, en términos médicos, es un músculo potente y amplio localizado en la región lateral de la cara humana. Es el músculo más fuerte de la masticación y su función principal es la elevación de la mandíbula durante el proceso de masticar. Se origina en la cara interna del arco cigomático (hueso que forma la parte inferior de la órbita ocular) y se inserta en la superficie lateral de la rama de la mandíbula y en el proceso coronoides del mismo hueso.

El músculo masetero tiene dos porciones: la porción superficial y la porción profunda. La porción superficial es la más grande y se palpa fácilmente como una prominencia muscular cuando se aprieta los dientes o se muerde algo. Mientras que la porción profunda está ubicada debajo de la porción superficial y se inserta en la cara interna de la rama de la mandíbula.

Es importante tener en cuenta que el músculo masetero, al igual que otros músculos esqueléticos, puede verse afectado por diversas patologías como contracturas, espasmos, inflamación o dolor, los cuales pueden restringir su movimiento y causar trastornos en la masticación y articulación temporomandibular.

La mandíbula, también conocida como el maxilar inferior, es el hueso principal de la boca en los seres humanos y otros animales. Se trata de un hueso impar y simétrico que forma la parte inferior de la cara y se articula con el cráneo. La mandíbula contiene los dientes inferiores y participa en funciones como la masticación, el habla y el sueño. Es el único hueso del cráneo que es verdaderamente móvil y está unido al cráneo por la articulación temporomandibular.

La arcada parcialmente edéntula se refiere a una situación en la cual algunos dientes naturales han sido perdidos o extraídos en un arco dental, ya sea el maxilar superior o inferior. Esto deja espacios vacíos entre los dientes remanentes. La parte "parcial" indica que no todos los dientes se han perdido en esa arcada.

La pérdida de dientes puede ocurrir por varias razones, como caries dental avanzada, enfermedad periodontal (o enfermedad de las encías), traumatismos o factores hereditarios. La arcada parcialmente edéntula puede causar problemas para masticar y hablar correctamente, además de afectar la estética dental y el autoestima del individuo.

El tratamiento más común para una arcada parcialmente edéntula es el uso de un puente fijo o removible, o implantes dentales. Un puente fijo se une a los dientes adyacentes a los espacios vacíos y tiene uno o más dientes falsos en medio para reemplazar los dientes perdidos. Por otro lado, un puente removible, también conocido como prótesis parcial, se puede quitar fácilmente para su limpieza y mantenimiento. Los implantes dentales son tornillos de titanio colocados quirúrgicamente en el hueso maxilar o mandibular, que sirven como sustitutos de las raíces de los dientes perdidos y pueden soportar coronas individuales o puentes fijos.

Es importante tratar una arcada parcialmente edéntula para prevenir problemas adicionales, como la desalineación de los dientes restantes, el deterioro del hueso maxilar o mandibular y la disfunción del sistema masticatorio. Además, un tratamiento adecuado puede mejorar la apariencia estética y la calidad de vida del paciente.

La fuerza de la mordida, también conocida como fuerza bite o fuerza de masticación, se refiere a la fuerza medida en newtons (N) que un diente o grupos de dientes pueden aplicar durante una mordida o masticación. Es un parámetro importante en odontología y estudios de la masticación, ya que está relacionado con la función y salud dental. La fuerza de la mordida se puede medir mediante diferentes métodos, como los dinamómetros de mordida electrónicos o sensores piezoeléctricos. La media de la fuerza de mordida en humanos es de aproximadamente 200-350 N para la primera molar superior, aunque puede variar dependiendo de diversos factores como la edad, el sexo y la salud bucal del individuo.

Las fracturas maxilomandibulares se refieren a las roturas o fracturas que ocurren en los huesos de la mandíbula (la mandíbula inferior) y el maxilar (el hueso que forma el paladar y la parte superior de la boca). Estas fracturas pueden ser causadas por traumatismos directos o indirectos, como accidentes automovilísticos, peleas o caídas.

Los síntomas de las fracturas maxilomandibulares pueden incluir dolor intenso en la mandíbula o el rostro, hinchazón facial, moretones, dificultad para mover la mandíbula, chasquear o crujir al abrir o cerrar la boca, y dientes sueltos o desalineados.

El tratamiento de las fracturas maxilomandibulares depende del tipo y la gravedad de la lesión. Por lo general, se requiere una intervención quirúrgica para alinear los huesos rotos y estabilizarlos con placas, tornillos o alambres. Después de la cirugía, puede ser necesario seguir una dieta blanda durante varias semanas mientras la mandíbula se recupera.

La rehabilitación después de una fractura maxilomandibular puede incluir fisioterapia y ejercicios para ayudar a restaurar el movimiento y la fuerza de la mandíbula. En algunos casos, también pueden ser necesarios tratamientos adicionales, como la extracción de dientes o la reconstrucción facial.

Las enfermedades mandibulares se refieren a un grupo diverso de condiciones y trastornos que afectan la mandíbula, que es el hueso inferior de la cara y forma parte del sistema masticatorio. Estas enfermedades pueden ser causadas por diversos factores, como infecciones, traumatismos, trastornos genéticos o degenerativos, y tumores benignos o malignos.

Algunos ejemplos comunes de enfermedades mandibulares incluyen:

1. Desórdenes temporomandibulares (DTM): Este es un término genérico que se utiliza para describir una variedad de problemas que afectan la articulación temporomandibular (ATM), que conecta la mandíbula con el cráneo. Los síntomas pueden incluir dolor en la mandíbula, chasquido o ruido al abrir y cerrar la boca, limitaciones en el movimiento de la mandíbula y dolores de cabeza.
2. Osteonecrosis de la mandíbula: Esta es una condición en la que el hueso de la mandíbula se deteriora y muere como resultado de una mala irrigación sanguínea. Puede ser causada por diversos factores, incluyendo radioterapia, quimioterapia, infecciones y el uso prolongado de medicamentos que suprimen el sistema inmunológico o inhiben la formación de hueso.
3. Quistes y tumores de la mandíbula: Los quistes y tumores pueden desarrollarse en la mandíbula y causar diversos síntomas, como dolor, hinchazón, dificultad para masticar o tragar y movimientos anormales de la mandíbula. Algunos quistes y tumores son benignos, mientras que otros pueden ser cancerosos.
4. Fracturas de la mandíbula: Las fracturas de la mandíbula pueden ocurrir como resultado de traumatismos, accidentes o lesiones deportivas. Pueden causar dolor, hinchazón, moretones y dificultad para masticar o hablar.
5. Enfermedades periodontales: Las enfermedades periodontales, como la gingivitis y la periodontitis, pueden afectar los tejidos que rodean los dientes y el hueso de la mandíbula. Pueden causar síntomas como encías inflamadas, sangrantes y doloridas, mal aliento y dientes flojos o sueltos.

El tratamiento de estas condiciones depende de la gravedad y la causa subyacente. Puede incluir medicamentos, terapias, cirugía u otros procedimientos médicos o dentales. Si experimenta alguno de los síntomas mencionados anteriormente, es importante que consulte a un profesional de la salud para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.

El Registro de la Relación Maxilomandibular (RRM) es un término utilizado en odontología y cirugía maxilofacial para describir el proceso de registrar la posición y relación entre los maxilar superior (maxila) y el hueso inferior de la mandíbula (mandibula). Este registro se utiliza a menudo durante el proceso de planificación y ejecución de procedimientos ortodóncicos, protésicos o quirúrgicos en los que sea necesario alterar la posición o relación de los maxilares superiores e inferiores.

El RRM se realiza mediante el uso de diversos dispositivos y técnicas, como por ejemplo:

1. Registros interocclusales: Se utilizan materiales elastoméricos o de silicona para registrar la relación entre los dientes superiores e inferiores en una posición específica.
2. Registros de mordida centrada: Se registra la relación entre los maxilares en una posición en la que los dientes posteriores superior e inferior están en contacto y los incisivos superiores e inferiores están alineados en el centro de la cara.
3. Registros de mordida abierta: Se registra la relación entre los maxilares con una separación intencional entre los dientes posteriores superior e inferior, lo que permite un mejor acceso a los tejidos orales durante procedimientos quirúrgicos o protésicos.

El RRM es una herramienta importante en el diagnóstico y tratamiento de diversas condiciones dentofaciales, como la maloclusión, las displasias esqueléticas y los trastornos temporomandibulares (ATM). Permite a los profesionales de la salud oral evaluar la relación entre los maxilares y planificar tratamientos más eficaces y precisos.

Los difosfonatos son un tipo de fármacos que se utilizan principalmente en el tratamiento de enfermedades óseas, como la osteoporosis y la hipercalcemia relacionada con cáncer. Estos medicamentos funcionan inhibiendo el proceso de remodelación ósea, reduciendo así la resorción ósea y aumentando la densidad mineral ósea.

Los difosfonatos se unen a la superficie de los cristales de hidroxiapatita en el hueso, lo que inhibe la actividad de las células responsables de la resorción ósea, llamadas osteoclastos. Al reducir la resorción ósea, los difosfonatos ayudan a prevenir la pérdida de densidad ósea y disminuir el riesgo de fracturas.

Algunos ejemplos comunes de difosfonatos incluyen alendronato, risedronato, ibandronato e etidronato. Estos fármacos se administran generalmente por vía oral en forma de comprimidos o solución, aunque algunos también están disponibles en forma de inyección intravenosa.

Es importante seguir las instrucciones de dosificación cuidadosamente y tomar medidas para reducir el riesgo de efectos secundarios gastrointestinales, como la irritación del esófago, al tomar estos medicamentos. Además, los pacientes deben informar a su médico sobre cualquier problema dental o problemas renales antes de comenzar el tratamiento con difosfonatos.

La Articulación Temporomandibular (ATM) es la articulación que une la mandíbula inferior (movible) al cráneo (fijo). Se trata de una articulación sinovial, en concreto, una artrodia diartrosis bicondiliana, lo que significa que tiene un disco articular entre los huesos implicados y permite movimientos de deslizamiento y rotación.

La ATM está formada por tres partes: la fosa mandibular del cráneo (parte fija), la cabeza de la mandíbula (parte móvil) y el disco articular, una estructura fibrocartilaginosa que se encuentra entre ambas. La articulación está recubierta por una membrana sinovial y lubricada con líquido sinovial para facilitar el movimiento.

La ATM es responsable de los movimientos de apertura y cierre de la boca, así como de los movimientos laterales y protrusivos de la mandíbula. Debido a su uso frecuente en actividades como hablar, comer y masticar, es común que se presenten problemas o trastornos en esta articulación, conocidos como trastornos temporomandibulares (TTM).

Un diente es un órgano calcificado, duro y blanco que se encuentra en los maxilares de la mayoría de los vertebrados. En los seres humanos, un diente típico consta de dos partes principales: la corona, que es la parte visible del diente y está recubierta por esmalte dental, el material más duro del cuerpo humano; y la raíz, que se encuentra debajo de la línea de las encías y está compuesta principalmente por dentina, un tejido calcificado más suave.

La parte central de la corona y la raíz contienen la pulpa dental, que está formada por nervios y vasos sanguíneos. Los dientes desempeñan un papel importante en la función masticatoria, ya que ayudan a triturar los alimentos en partículas más pequeñas para facilitar la digestión.

Además, los dientes también desempeñan un papel importante en la fonación y en la estética facial. Hay diferentes tipos de dientes en el ser humano, cada uno con una función específica: incisivos, caninos, premolares y molares. La odontología es la rama de la medicina que se ocupa del diagnóstico, prevención y tratamiento de las enfermedades y trastornos relacionados con los dientes y las estructuras circundantes.

El maxilar es una parte fundamental del sistema esquelético y es considerado parte del esqueleto facial. Se trata de un hueso impar, medio y simétrico, que está presente en dos piezas en los seres humanos: el maxilar superior (maxilla) y el maxilar inferior (mandíbula).

El maxilar superior es parte de la cavidad nasal y bucal. Forma la bóveda palatina o techo duro del paladar, contribuye a formar las paredes laterales de las órbitas oculars (cavidades donde se encuentran los ojos) y participa en la formación del suelo de la cavidad orbitaria. Además, el maxilar superior tiene una serie de procesos y crestas que sirven como punto de unión para músculos y ligamentos faciales. También contiene las cuencas donde se alojan los dientes superiores.

El maxilar inferior, por otro lado, es la única parte del cráneo que puede moverse, ya que está articulado con el temporal a través del cóndilo y la cavidad glenoidea, permitiendo así la apertura y cierre de la boca, además de los movimientos laterales y protrusivos. El maxilar inferior también contiene las cuencas para los dientes inferiores y tiene una robusta sínfisis mentoniana en su parte anterior.

En resumen, el maxilar es un hueso fundamental del sistema esquelético que forma partes importantes de la cara y la cavidad oral, alojando los dientes y facilitando funciones como la masticación, la deglución y la fonación.

Neoplasia mandibular se refiere a un crecimiento anormal o tumor en la mandíbula. Puede ser benigno (no canceroso) o maligno (canceroso). Los tumores benignos no suelen ser mortales, pero pueden causar problemas si crecen lo suficiente como para presionar contra los tejidos circundantes y dañarlos. Los tumores malignos, por otro lado, pueden invadir y destruir los tejidos cercanos y se pueden extender a otras partes del cuerpo (metástasis).

Existen varios tipos de neoplasias mandibulares, algunas de las más comunes incluyen: ameloblastoma, mixoma, osteoma, fibroma, queratoquiste odontogénico y carcinomas. Los síntomas más comunes son dolor, hinchazón, dificultad para masticar o hablar, movilidad dental y úlceras en la boca que no cicatrizan. El tratamiento depende del tipo y grado de la neoplasia y puede incluir cirugía, radioterapia o quimioterapia.

Los músculos pterigoideos son un par de músculos en la cabeza que forman parte del complejo de los músculos masticatorios. Se encuentran en el área lateral y profunda de la cavidad oral, cerca de la articulación temporomandibular (ATM).

Hay dos músculos pterigoideos: el músculo pterigoideo interno y el músculo pterigoideo externo. Ambos músculos desempeñan un papel importante en los movimientos de la mandíbula, especialmente en los procesos de masticación, deglución y fonación.

El músculo pterigoideo interno es responsable de la lateralización y protrusión de la mandíbula, mientras que el músculo pterigoideo externo realiza la retrusión y lateralización de la mandíbula. Además, también contribuyen a la estabilidad de la ATM y participan en algunos movimientos protectores de esta articulación.

Debido a su ubicación y función, los músculos pterigoideos pueden verse afectados por diversas patologías, como trastornos temporomandibulares, bruxismo, migrañas y dolores de cabeza, entre otros. Por lo tanto, es fundamental que se evalúen y traten adecuadamente para preservar la salud y el correcto funcionamiento del sistema masticatorio.

La región branquial, en términos médicos y embriológicos, se refiere a un área específica en el desarrollo temprano del feto donde se forman los arcos faríngeos o branquiales. Estos arcos son estructuras transitorias que dan origen a varios tejidos y órganos en el cuerpo humano adulto.

En concreto, la región branquial se localiza en la parte anterior del cuello y la cabeza del embrión. Los arcos branquiales se forman a partir de una serie de protuberancias que surgen del lado dorsal del tubo neural (que dará lugar a la columna vertebral) y del endodermo (una de las tres capas germinales que forman el embrión).

Cada arco branquial está compuesto por un esqueleto externo formado por cartílago, músculos, nervios, vasos sanguíneos y una membrana externa llamada ectodermio. Entre cada par de arcos branquiales hay una hendidura o surco faríngeo que se cierra durante el desarrollo embrionario, pero de los cuales derivan diversas estructuras en el adulto.

Las estructuras que descienden de la región branquial incluyen: músculos de la cara y cuello, huesos del oído medio, glándulas tiroides y paratiroides, timo y vasos sanguíneos de la cabeza y el cuello. Los defectos en el desarrollo de la región branquial pueden dar lugar a diversas anomalías congénitas, como fístulas, quistes o malformaciones craneofaciales.

En resumen, la región branquial es una zona importante durante el desarrollo embrionario que da origen a varias estructuras vitales en el cuerpo humano adulto.

El músculo temporal es un músculo situado en la parte lateral y superior de la cabeza, en la fosa temporalis. Este músculo es planocóncavo, con forma de abanico y se inserta en la aponeurosis epicraneal (galea aponeurotica) en su extremo posterior y en la mandíbula en su extremo anterior.

El músculo temporal es uno de los músculos masticatorios, lo que significa que está involucrado en el movimiento de la mandíbula durante la masticación, el habla y otras funciones relacionadas con la boca. Este músculo ayuda a elevar la mandíbula y tirar hacia atrás de la rama de la mandíbula.

La estimulación del músculo temporal puede causar una sensación de tensión o dolor en la frente y los templos, especialmente durante períodos de estrés o ansiedad. Los problemas con el músculo temporal pueden incluir espasmos musculares, rigidez, dolor y dificultad para masticar o abrir la boca completamente.

Las Enfermedades Maxilares se refieren a un grupo diverso de condiciones patológicas que afectan los huesos maxilares superior e inferior. Estos huesos forman parte importante del sistema esquelético facial y desempeñan funciones vitales como la masticación, la deglución, el habla y la respiración.

Las enfermedades maxilares pueden ser congénitas o adquiridas. Las causas incluyen infecciones, traumatismos, tumores benignos o malignos, displasias óseas, trastornos sistémicos y reacciones adversas a medicamentos.

Algunos ejemplos comunes de enfermedades maxilares son:

1. Periodontitis: Es una enfermedad infecciosa que daña el tejido que soporta los dientes, incluidos los maxilares superiores e inferiores.

2. Quiste dentígero: Es un tipo de quiste odontogénico que se desarrolla a partir de los tejidos del germen del diente. Su crecimiento puede destruir el hueso maxilar.

3. Ameloblastoma: Es un tumor benigno pero agresivo que se origina en los tejidos odontogénicos del maxilar. Aunque raramente se vuelve canceroso, requiere tratamiento debido a su potencial destructivo.

4. Osteonecrosis de la mandíbula: Es la muerte del tejido óseo en la mandíbula, generalmente como resultado de una interrupción en el suministro de sangre al hueso. Puede ocurrir después de un procedimiento dental invasivo o como efecto secundario de ciertos medicamentos, especialmente aquellos utilizados para tratar el cáncer y la osteoporosis.

5. Fracturas maxilares: Se producen cuando hay una ruptura en los huesos maxilares debido a un traumatismo. Las fracturas pueden ser simples, donde solo está involucrado el hueso, o complejas, donde también están involucrados los tejidos blandos circundantes.

6. Cáncer de cavidad oral: Puede afectar cualquier parte de la boca, incluyendo las encías, el paladar, la lengua y el revestimiento interno de las mejillas. El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol son factores de riesgo importantes para este tipo de cáncer.

7. Enfermedad periodontal: Es una infección bacteriana que afecta los tejidos que soportan los dientes, incluyendo las encías y el hueso maxilar. Si no se trata, puede conducir a la pérdida de dientes y otros problemas de salud graves.

8. Tumores benignos del maxilar: Además de ameloblastomas, existen otros tumores benignos que pueden desarrollarse en el maxilar, como fibromas, mixomas y osteomas. Aunque no son cancerosos, pueden causar problemas funcionales y estéticos si crecen demasiado.

9. Quistes del maxilar: Son sacos llenos de líquido que se desarrollan en el hueso maxilar. La mayoría son benignos, pero algunos pueden convertirse en cáncer si no se tratan a tiempo.

10. Fracturas del maxilar facial: Las fracturas del maxilar facial pueden ocurrir como resultado de un traumatismo grave, como un accidente automovilístico o una pelea. Estas fracturas pueden ser complejas y requerir cirugía reconstructiva para repararlas correctamente.

La dentición, en términos médicos, se refiere al proceso y el patrón de desarrollo y erupción de los dientes en humanos y otros animales. Es un evento normal del crecimiento que ocurre en etapas específicas, comenzando generalmente desde la infancia hasta la edad adulta.

En los seres humanos, la dentición temporal (conocida como "dientes de leche") comienza alrededor de los 6 meses de edad, donde por lo general erupcionan los incisivos inferiores. Todos los dientes temporales suelen haber erupcionado a la edad de aproximadamente 2-3 años. Posteriormente, entre los 6 y 12 años, se caen gradualmente estos dientes para dar paso a la dentición permanente o definitiva.

La dentición permanente consta de 32 dientes (incluyendo los terceros molares o "muelas del juicio"), aunque no siempre todas éstas últimas logran erupcionar. El patrón y tiempo de erupción pueden variar entre individuos.

La correcta dentición es importante para la función oral, como masticar y hablar, así como también para el desarrollo facial y la salud general. Anomalías en el proceso de dentición, como la agenesia (falta congénita de uno o más dientes) o la displasia (desarrollo anormal de los dientes), pueden requerir tratamientos odontológicos especiales.

El cráneo es la estructura ósea que forma el techo y los bordes de la cara del esqueleto de los vertebrados. En humanos, está compuesto por 22 huesos individuales: 8 huesos en la bóveda craneal (frontal, parietales, occipital, temporales y esfenoides), y 14 huesos en la cara (maxilares superiores, maxilares inferiores, nasales, lagrimales, palatinos, vómer, cornetes inferiores y mandíbula).

La bóveda craneal protege el encéfalo y los senos paranasales, mientras que la cara contiene los órganos de los sentidos (ojos, oídos, nariz y boca) y permite la masticación, la respiración y la fonación.

El cráneo también proporciona puntos de inserción para los músculos que controlan el movimiento de la cabeza y el cuello, y contiene varios agujeros y aberturas a través de los cuales pasan vasos sanguíneos y nervios importantes.

La forma y tamaño del cráneo pueden variar entre individuos y poblaciones, y se utilizan en antropología física y forense para determinar el sexo, la edad, la raza y la identidad individual de un esqueleto humano.

Los conservadores de la densidad ósea son profesionales de la salud, generalmente médicos especializados en endocrinología y metabolismo óseo, que se encargan del diagnóstico, tratamiento y seguimiento de pacientes con osteoporosis u otras afecciones que afecten la densidad y calidad del tejido óseo. Su objetivo principal es prevenir fracturas óseas mediante el uso de fármacos antirresortivos, recomendaciones de dieta y ejercicio físico, y, en general, promoviendo estilos de vida saludables que favorezcan la preservación de la masa ósea y la reducción del riesgo de caídas. Además, pueden solicitar estudios de densidad mineral ósea y realizar un seguimiento periódico de los marcadores bioquímicos de la remodelación ósea para evaluar la eficacia del tratamiento y ajustarlo si es necesario.

Una radiografía panorámica, también conocida como panorámica dental o panorex, es un tipo de examen radiológico utilizado en la odontología y la medicina maxilofacial. Consiste en tomar una imagen radiográfica amplia y detallada de la boca, que incluye los dientes, las articulaciones temporomandibulares (ATM), el maxilar superior (maxila) y el inferior (mandíbula), así como los senos paranasales.

La radiografía panorámica se realiza mediante un equipo especializado que gira alrededor de la cabeza del paciente, capturando imágenes en dos dimensiones de toda la estructura oral y maxilofacial. Esta técnica permite obtener una vista global de la boca, facilitando la detección de diversas patologías y problemas dentales y maxilofaciales, como:

1. Caries profundas o entre los dientes que no se ven a simple vista.
2. Infecciones o quistes en los huesos maxilares.
3. Problemas de desarrollo dental en niños, como dientes retenidos o impactados.
4. Evaluación previa a la extracción de dientes del juicio u otros procedimientos quirúrgicos.
5. Detección temprana de cánceres y tumores en los tejidos blandos y duros de la boca.
6. Anomalías en las articulaciones temporomandibulares (ATM).
7. Evaluación del estado general de salud bucal y dental.

La radiografía panorámica es un procedimiento seguro y no invasivo, que expone al paciente a una dosis relativamente baja de radiación en comparación con otras pruebas radiológicas más extensas. Sin embargo, se recomienda limitar su uso a situaciones clínicas específicas y justificadas, siguiendo los principios de protección radiológica y optimización de dosis.

El hueso hioides es un pequeño hueso en forma de U ubicado en el cuello, entre la base del cráneo y el cartílago tiroides. No se conecta directamente con otras estructuras óseas, sino que está suspendido por una serie de músculos y ligamentos. Forma parte del esqueleto de la laringe o caja de voz y desempeña un papel vital en las funciones de respiración, deglución y fonación. La posición única del hueso hioides lo hace susceptible a lesiones por traumatismos en el cuello, como whiplash o estrangulamiento.

La displasia fibrosa ósea es un trastorno poco frecuente del tejido conectivo que afecta el crecimiento y desarrollo normal de los huesos. Esta afección se caracteriza por la formación excesiva de tejido fibroso en lugar del tejido óseo normal durante el proceso de crecimiento y reparación de los huesos. Esto puede llevar a una amplia gama de signos y síntomas, dependiendo de dónde y cuán extensamente se presente la displasia fibrosa ósea en el esqueleto.

Los síntomas más comunes incluyen dolor óseo, hinchazón o sensibilidad en las áreas afectadas, cojera, fracturas espontáneas y deformidades esqueléticas progresivas. En algunos casos, la displasia fibrosa ósea puede afectar la columna vertebral, resultando en una postura encorvada o joroba. También se han informado complicaciones más graves, como insuficiencia cardíaca y problemas respiratorios, cuando la displasia fibrosa ósea afecta los huesos que forman el tórax y restringen la capacidad pulmonar.

Aunque la causa exacta de la displasia fibrosa ósea sigue siendo desconocida, se sabe que está asociada con mutaciones en genes específicos, como GNAS1 y ACVR1. Estas mutaciones pueden heredarse o pueden ocurrir espontáneamente durante el desarrollo embrionario. El diagnóstico de displasia fibrosa ósea generalmente se realiza mediante radiografías, tomografías computarizadas o resonancias magnéticas que muestran las características típicas de la enfermedad en los huesos afectados. El tratamiento suele ser multidisciplinario e incluye medicamentos para aliviar el dolor, fisioterapia y, en algunos casos, cirugía para corregir las deformidades óseas o extirpar tumores benignos asociados con la enfermedad.

El fibroma osificante es un tipo raro de tumor benigno que contiene tejido conectivo y células similares a los huesos. También se le conoce como "fibroxantoma" o "osteoma fibroso". Este crecimiento anormal puede desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, pero generalmente se encuentra en los músculos, tejidos blandos y membranas que recubren los huesos.

Los fibromas osificantes suelen presentarse como nódulos duros y dolorosos debajo de la piel o dentro de la boca. Pueden crecer gradualmente durante un período de meses o años. A medida que el tumor se desarrolla, puede comenzar a producir hueso, lo que le da su nombre.

Aunque los fibromas osificantes son benignos, pueden causar problemas si presionan contra los tejidos circundantes o si se infectan. En algunos casos, estos tumores pueden convertirse en malignos (cancerosos), especialmente si no se tratan. El tratamiento generalmente implica la extirpación quirúrgica del tumor.

El desarrollo maxilofacial se refiere al proceso gradual y complejo de crecimiento y desarrollo de los huesos maxilares (maxilla) y mandibulares (mandíbula), así como de los tejidos blandos circundantes, que incluyen músculos, ligamentos, glándulas salivales y dientes. Este proceso comienza durante la etapa embrionaria y continúa hasta la adolescencia o incluso más allá en algunos casos.

El desarrollo maxilofacial está influenciado por factores genéticos, hormonales y ambientales. Las irregularidades en este proceso pueden dar lugar a diversas condiciones y trastornos, como la displasia dentofacial, el prognatismo, la retrognatia o la maloclusión dental. Por lo tanto, el seguimiento y evaluación del desarrollo maxilofacial es una parte importante de la odontología y la medicina general, especialmente en niños y adolescentes en etapa de crecimiento.

Neoplasia maxilar se refiere a un crecimiento anormal de tejido en la región maxilar o los huesos que forman la mandíbula. Puede ser benigno (no canceroso) o maligno (canceroso). Las neoplasias maxilares pueden originarse en cualquiera de los tejidos que conforman la estructura ósea y de soporte blando, incluyendo el hueso, los dientes, los vasos sanguíneos, los nervios, los músculos o los tejidos conectivos.

Los síntomas más comunes de las neoplasias maxilares son dolor de mandíbula, hinchazón facial, dificultad para masticar o tragar, movimiento limitado de la mandíbula, úlceras en la encía que no cicatrizan, dientes flojos o protuberancias en la boca o la cara. El tratamiento depende del tipo y el estadio de la neoplasia maxilar y puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia o una combinación de estos.

Es importante mencionar que si bien este término se refiere a un crecimiento anormal en la región maxilar, existen diferentes tipos de neoplasias que pueden presentarse en esta zona, con características y comportamientos clínicos distintos. Por lo tanto, es fundamental una evaluación y diagnóstico preciso por parte de un profesional médico especializado en el área.

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