Forma de inflamación necrotizante no granulomatosa que afecta preferentemente a las ARTERIAS de mediano tamaño, a menudo con microaneurismas. Esta enfermedad se caracteriza por dolores musculares, articulares y abdominales debidos a infartos arteriales y cicatrices en los órganos afectados. La poliarteritis nodosa con afectación pulmonar se denomina SÍNDROME DE CHURG-STRAUSS.
Inflamación de cualquier vaso sanguíneo, incluidas las ARTERIAS, las VENAS y el resto del sisitema vascular del organismo.
INFLAMACIÓN de cualquier ARTERIA.
Angeitis necrotizante difusa con granulomas. La participación pulmonar es frecuente. La evidencia de vasculitis puede estar precedida por asma u otra infección respiratoria. La eosinofilia y la participación pulmonar diferencian a esta enfermedad de la POLIARTERITIS NODOSA.
Una enfermedad multisistémica de base genética compleja. Se caracteriza por inflamación de los vasos sanguíneos (VASCULITIS) que conducen a daños en numerosos órganos. Características comunes son la inflamación granulomatosa del SISTEMA RESPIRATORIO y riñones. La mayoría de los pacientes tienen mensurables autoanticuerpos (ANTICUERPOS CITOPLASMÁTICOS ANTINEUTRÓFILO) contra proteinasa-3 de neutrófilos (AUTOANTÍGENO DE WEGENER).
Enfermedades de la piel que afectan o en las que participan los vasos sanguíneos cutáneos y que se manifiestan generalmente por inflamación, edema, eritema, o necrosis en el área afectada.
Vasculitis sistémica primaria de pequeños y algunos vasos medianos. Se caracteriza por tropismo de los riñones y los pulmones, asociación positiva con los anticuerpos citoplasmáticos antineutrófilo (ANCA), y una escasez de depósitos de inmunoglobulinas en las paredes vasculares.
Grupo heterogéneo de enfermedades caracterizadas por inflamación y necrosis de las paredes de los vasos sanguíneos.
Inflamación del perinefrio; se caracteriza por fiebre, dolor local espontáneo y a la presión. (Dorland, 28a ed)
Administración de altas dosis de medicamentos en cortos períodos de tiempo.
Los autoanticuerpos dirigidos contra los constituyentes citoplasmáticos de NEUTRÓFILOS y / o MONOCITOS. Se utilizan como marcadores específicos para GRANULOMATOSIS CON POLIANGEÍTIS y otras enfermedades, aunque su papel fisiopatológico no está claro. Los ANCA se detectan rutinariamente por inmunofluorescencia indirecta con tres patrones diferentes: c-ANCA (citoplasmático), p-ANCA (perinuclear), y un atípico ANCA.
Muerte y putrefacción de tejidos debida normalmente a pérdida de suministro sanguíneo.
Trastorno que se caracteriza por síndrome de vasculitis asociada con la exposición a un antígeno como drogas, agentes infecciosos, o a sustancias extrañas o endógenas. Su fisiopatología incluye el depósito de complejos inmunes y una amplia gama de lesiones de la piel. Hipersensibilidad o alergia está presente en algunos pero no en todos los casos.
Eliminación de plasma y reemplazo con varios líquidos, ejemplo, plasma fresco congelado, fracciones de proteínas plasmáticas (FPP), preparaciones de albúmina, soluciones de dextrán, salina. Se utiliza en el tratamiento de enfermedades autoinmunes, enfermedades del complejo inmune, enfermedades por exceso de factores plasmáticos, y otras afecciones.
Formación de un infarto, que es una NECROSIS del tejido debida a ISQUEMIA local, provocada por una obstrucción de la CIRCULACIÓN SANGUÍNEA, generalmente por TROMBOSIS o EMBOLIA.
Procesos patológicos del TESTÍCULO.
Dilatación patológica en forma de bolsa o saco en la pared de un vaso sanguíneo (ARTERIAS o VENAS) o del corazón (ANEURISMA CARDÍACO). Este cuadro indica un área débil o fina de la pared, que puede llegar a romperse. Los aneuirsmas se clasifican según su localización, su etiología u otras características.
Ramificación de la arteria celíaca que distribuye sangre hacia el estómago, el páncreas, el duodeno, el hígado, la vesícula biliar y en gran cantidad al epiplón.
Afección caracterizada por la presencia de cantidades anormales de CRIOGLOBULINAS en sangre. Expuestas al frio, estas proteínas anómalas precipitan en los capilares provocando una reducción del aporte sanguineo en las áreas expuestas.
Obras que contienen artículos de información sobre temas de cualquier campo del conocimiento, generalmente presentadas en orden alfabético, o una obra similar limitada a un campo o tema en especial.
Exámen postmorten del cuerpo.

La Poliarteritis Nodosa (PAN) es una enfermedad poco frecuente pero grave que involucra la inflamación de los vasos sanguíneos pequeños y medianos, conocidos como arterias. Esta inflamación puede reducir o bloquear el flujo sanguíneo, lo que puede dañar los órganos y tejidos del cuerpo.

La PAN puede afectar a varios órganos y sistemas corporales, incluyendo los riñones, el sistema nervioso, la piel, el corazón, los intestinos y los músculos. Los síntomas pueden variar ampliamente dependiendo de los órganos afectados e incluyen fiebre, fatiga, dolor abdominal, debilidad muscular, entumecimiento o debilidad en las extremidades, pérdida de peso y moretones o úlceras en la piel.

La causa exacta de la PAN es desconocida, pero se cree que está relacionada con una respuesta anormal del sistema inmunológico. En algunos casos, puede estar asociada con una infección previa por virus. El diagnóstico de la PAN generalmente se realiza mediante una combinación de historial clínico, examen físico, análisis de sangre y estudios de imagen, como angiografía o biopsia.

El tratamiento de la PAN depende de la gravedad de la enfermedad y de los órganos afectados. Por lo general, implica el uso de medicamentos para suprimir el sistema inmunológico, como corticosteroides y ciclofosfamida, junto con terapia de reemplazo renal o diálisis en casos graves que afectan los riñones. La detección y el tratamiento tempranos son clave para prevenir daños graves a los órganos y mejorar el pronóstico general de la enfermedad.

La vasculitis es un término médico que se refiere a la inflamación de los vasos sanguíneos. Puede afectar a vasos de diferentes tamaños, desde pequeñas capilares hasta grandes arterias. La inflamación puede causar estrechamiento, debilitamiento o bloqueo de los vasos sanguíneos, lo que puede impedir el flujo sanguíneo adecuado a los tejidos y órganos del cuerpo.

Los síntomas de la vasculitis pueden variar ampliamente dependiendo de la gravedad de la inflamación y la ubicación de los vasos sanguíneos afectados. Algunas personas con vasculitis pueden experimentar fiebre, fatiga, pérdida de apetito y dolores articulares. Otros síntomas más específicos pueden incluir erupciones cutáneas, debilidad muscular, entumecimiento o dolor en los brazos o las piernas, y problemas respiratorios o renales.

La causa de la vasculitis no siempre está clara, pero se cree que puede estar relacionada con respuestas anormales del sistema inmunológico a infecciones, medicamentos, toxinas u otras sustancias extrañas en el cuerpo. En algunos casos, la vasculitis puede ser una complicación de otras enfermedades autoinmunitarias como lupus eritematoso sistémico o artritis reumatoide.

El tratamiento de la vasculitis depende del tipo y gravedad de la enfermedad, pero generalmente implica el uso de medicamentos para reducir la inflamación y suprimir el sistema inmunológico. Los corticosteroides como la prednisona son comúnmente utilizados, al igual que los fármacos inmunosupresores como la ciclofosfamida o el metotrexato. En casos graves, puede ser necesario un tratamiento adicional con plasmaféresis o terapia de reemplazo renal.

La arteritis es una inflamación de las paredes de las arterias que puede impedir el flujo sanguíneo adecuado y dañar los tejidos corporales. Existen diferentes tipos de arteritis, pero la forma más común es la arteritis de células gigantes (también conocida como arteritis de células gigantes de Horton), que generalmente afecta las arterias de la cabeza y el cuello en personas mayores de 50 años.

Otros tipos de arteritis incluyen la arteritis temporal, que afecta principalmente a la arteria temporal, y la poliarteritis nodosa, que puede afectar a varias arterias en todo el cuerpo. Los síntomas de la arteritis pueden variar dependiendo del tipo y la gravedad de la inflamación, pero algunos síntomas comunes incluyen dolores de cabeza, fiebre, fatiga, pérdida de apetito y dolor o rigidez en los músculos del cuello y hombros.

El tratamiento de la arteritis generalmente implica el uso de corticosteroides para reducir la inflamación y prevenir daños adicionales a los tejidos corporales. En algunos casos, se pueden recetar medicamentos inmunosupresores adicionales para ayudar a controlar la enfermedad. Es importante recibir un diagnóstico y tratamiento tempranos de la arteritis, ya que la enfermedad puede causar complicaciones graves, como pérdida de visión o accidente cerebrovascular, si no se trata adecuadamente.

El síndrome de Churg-Strauss, también conocido como granulomatosis eosinofílica con poliangeítis, es una forma rara de vasculitis sistémica, una inflamación de los vasos sanguíneos que puede afectar a varios órganos y sistemas corporales. Se caracteriza por la inflamación de los vasos sanguíneos pequeños y medianos, lo que lleva a una serie de complicaciones clínicas.

Este síndrome se asocia con frecuencia con antecedentes de asma alérgica y sinusalitis crónica. Los síntomas pueden variar ampliamente, dependiendo de los órganos afectados, e incluyen: dolor articular, erupciones cutáneas, neumonía eosinofílica, insuficiencia cardíaca congestiva, y daño renal.

El diagnóstico se realiza mediante una combinación de hallazgos clínicos, análisis de sangre que muestran eosinofilia (un aumento en el número de glóbulos blancos llamados eosinófilos), y pruebas de imagen o biopsias que revelan la inflamación de los vasos sanguíneos. El tratamiento generalmente implica el uso de corticosteroides y otros fármacos inmunosupresores para controlar la inflamación y prevenir daños adicionales a los órganos.

La granulomatosis de Wegener, también conocida como granulomatosis with polyangiitis (GPA), es una enfermedad inflamatoria grave y rara que afecta varios sistemas corporales, especialmente los vasos sanguíneos pequeños en los pulmones, los riñones y las vías respiratorias superiores. Se caracteriza por la inflamación y formación de granulomas (pequeñas masas de tejido anormal) en los vasos sanguíneos y los órganos afectados.

La enfermedad se manifiesta clínicamente con una variedad de síntomas, que pueden incluir:

1. Síntomas respiratorios: tos crónica, dolor torácico, hemoptisis (toser sangre), neumonía y disnea (dificultad para respirar).
2. Síntomas renales: hematuria (sangre en la orina), proteinuria (proteínas en la orina) e insuficiencia renal aguda o crónica.
3. Síntomas de las vías respiratorias superiores: rinitis, sinusitis, dolor facial y pérdida del sentido del olfato.
4. Síntomas sistémicos: fiebre, fatiga, pérdida de apetito y pérdida de peso.
5. Otras manifestaciones clínicas: artralgias (dolores articulares), erupciones cutáneas, úlceras orales y oculares, y neuropatías periféricas (daño a los nervios).

El diagnóstico de la granulomatosis de Wegener se basa en una combinación de hallazgos clínicos, radiológicos e histopatológicos. El análisis de laboratorio puede mostrar niveles elevados de proteína C-reactiva (PCR) y velocidad de sedimentación globular (VSG), así como la presencia de anticuerpos citoplasmáticos anti-neutrófilos (ANCA) específicos, especialmente los dirigidos contra la proteinasa 3 (PR3). Sin embargo, estos últimos no son siempre detectables y su ausencia no excluye el diagnóstico.

El tratamiento de la granulomatosis de Wegener requiere una combinación de inmunosupresión y terapia antiinflamatoria. La terapia de primera línea implica el uso de corticosteroides en combinación con ciclofosfamida o rituximab, seguido de un mantenimiento con azatioprina o metotrexato. En casos graves o refractarios, se pueden considerar otras opciones terapéuticas, como plasmaféresis y terapia dirigida contra las interleucinas proinflamatorias.

La supervivencia a largo plazo de los pacientes con granulomatosis de Wegener ha mejorado significativamente en las últimas décadas gracias al desarrollo de nuevos tratamientos y a un mejor manejo clínico. Sin embargo, la enfermedad sigue siendo una afección grave que puede causar complicaciones importantes y reducir la calidad de vida de los pacientes. Por lo tanto, es fundamental un seguimiento estrecho y una monitorización regular de la respuesta al tratamiento y de los efectos secundarios de la terapia inmunosupresora.

Las enfermedades cutáneas vasculares son un grupo de trastornos que afectan los vasos sanguíneos y linfáticos de la piel. Estas condiciones se caracterizan por anomalías en la estructura o función de los pequeños vasos sanguíneos, lo que resulta en una variedad de signos y síntomas cutáneos.

Existen dos categorías principales de enfermedades cutáneas vasculares: las primarias y las secundarias. Las primarias son trastornos idiopáticos (de causa desconocida) que afectan directamente a los vasos sanguíneos, mientras que las secundarias son el resultado de otras enfermedades sistémicas o factores externos.

Algunos ejemplos comunes de enfermedades cutáneas vasculares incluyen:

1. Telangiectasia: Dilatación permanente de los capilares cutáneos, que causa la aparición de líneas rojas o violáceas en la piel, especialmente en la nariz, las mejillas y las orejas.

2. Angioema: Hinchazón dolorosa causada por la fuga de líquido de los vasos sanguíneos pequeños, a menudo desencadenada por irritantes, cambios hormonales o reacciones alérgicas.

3. Púrpura: Manchas planas rojas o púrpuras en la piel debidas a la extravasación de glóbulos rojos fuera de los vasos sanguíneos. La púrpura puede ser el resultado de trastornos hemorrágicos, infecciosos o vasculares.

4. Eritema: Enrojecimiento de la piel causado por la dilatación de los vasos sanguíneos superficiales. El eritema puede ser el resultado de una inflamación, una infección o una reacción alérgica.

5. Vascular: Trastornos cutáneos caracterizados por la proliferación anormal de vasos sanguíneos y linfáticos, como las hemangiomas y los linfangiomas.

6. Vasculitis: Inflamación de los vasos sanguíneos que puede causar daño tisular y síntomas sistémicos. La vasculitis puede ser el resultado de infecciones, enfermedades autoinmunes o reacciones a medicamentos.

7. Enfermedad vascular periférica: Trastornos que afectan el flujo sanguíneo en las extremidades, como la enfermedad arterial periférica y la trombosis venosa profunda. Estas condiciones pueden causar dolor, hinchazón, úlceras y necrosis de los tejidos.

8. Enfermedades autoinmunes: Condiciones en las que el sistema inmunitario ataca los propios vasos sanguíneos, como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico y la esclerodermia. Estas enfermedades pueden causar inflamación, daño tisular y síntomas sistémicos.

9. Enfermedades genéticas: Trastornos hereditarios que afectan los vasos sanguíneos, como la enfermedad de Marfan, el síndrome de Ehlers-Danlos y la telangiectasia hemorrágica hereditaria. Estas condiciones pueden causar debilidad, ruptura y sangrado de los vasos sanguíneos.

10. Cáncer: Tumores malignos que se originan en los vasos sanguíneos o linfáticos, como el angiosarcoma y el hemangioendotelioma. Estos cánceres pueden invadir tejidos adyacentes, diseminarse a otras partes del cuerpo y causar síntomas graves.

La Poliangeítis Microscópica es una enfermedad inflamatoria de los vasos sanguíneos pequeños (vasculitis) que afecta predominantemente a los glomérulos renales y a las arteriolas pulmonares. Se caracteriza por una necrosis fibrinoide segmentaria y una infiltración inflamatoria de la pared vascular, con predominio de neutrófilos.

Esta enfermedad puede presentarse de forma aislada o asociada a otras enfermedades autoinmunes, como el lupus eritematoso sistémico o la granulomatosis de Wegener. Los síntomas más comunes incluyen hematuria (sangre en la orina), proteinuria (proteínas en la orina), y disfunción renal, aunque también pueden presentarse síntomas pulmonares, cutáneos o neurológicos.

El diagnóstico se realiza mediante biopsia renal o pulmonar, que muestra los cambios característicos en la pared vascular. El tratamiento suele incluir corticosteroides y otros fármacos inmunosupresores, como ciclofosfamida o micofenolato mofetil, con el objetivo de controlar la inflamación y prevenir daños permanentes en los órganos afectados.

La vasculitis sistémica es un término médico que se refiere a un grupo de trastornos inflamatorios poco comunes que afectan los vasos sanguíneos en todo el cuerpo. La característica definitoria de estas condiciones es una inflamación aguda o crónica de las paredes de los vasos sanguíneos, lo que puede causar una variedad de síntomas y complicaciones graves, dependiendo del tamaño y la ubicación de los vasos afectados.

La inflamación en la vasculitis sistémica se cree que es el resultado de una respuesta exagerada e inapropiada del sistema inmunológico, en la que las células inmunitarias atacan y dañan los tejidos sanos. Aunque la causa exacta de esta reacción autoinmune no se conoce completamente, se cree que está relacionada con una combinación de factores genéticos y ambientales, como infecciones o exposiciones químicas.

Los síntomas de la vasculitis sistémica pueden variar ampliamente, dependiendo del tipo y la gravedad de la enfermedad. Sin embargo, muchos pacientes experimentan fiebre, fatiga, pérdida de apetito y pérdida de peso. Otras manifestaciones comunes incluyen dolor articular, debilidad muscular, erupciones cutáneas y úlceras en la piel. En casos graves, la vasculitis sistémica puede causar daño a órganos vitales como el corazón, los pulmones, los riñones y el sistema nervioso central.

El diagnóstico de vasculitis sistémica generalmente requiere una evaluación clínica exhaustiva, que puede incluir análisis de sangre, estudios de imagenología y biopsias de tejidos afectados. El tratamiento suele implicar el uso de medicamentos inmunosupresores para controlar la inflamación y prevenir daños adicionales a los órganos. La terapia con corticosteroides, como la prednisona, es comúnmente utilizada, aunque otros fármacos, como la ciclofosfamida o el rituximab, también pueden ser recetados en casos más graves.

La prognosis de la vasculitis sistémica depende del tipo y la gravedad de la enfermedad, así como de la respuesta al tratamiento. Algunas formas de vasculitis sistémica pueden ser controladas eficazmente con terapia médica, mientras que otras pueden causar daño irreversible a los órganos y llevar a una discapacidad grave o incluso la muerte. Por lo tanto, es importante buscar atención médica especializada tan pronto como sea posible si se sospecha de vasculitis sistémica.

La perinefritis es una afección médica que se caracteriza por la inflamación del tejido que rodea el riñón (la cápsula renal) y los tejidos adyacentes. Por lo general, esta condición se desarrolla como complicación de una infección preexistente en otra parte del cuerpo, como una infección intraabdominal o urinaria, que se disemina al tejido renal.

La perinefritis puede presentar síntomas como dolor abdominal y lumbar intenso, fiebre, náuseas, vómitos y escalofríos. El diagnóstico suele requerir estudios de imagenología, como una tomografía computarizada o una resonancia magnética nuclear, para confirmar la presencia de inflamación en el tejido perirrenal.

El tratamiento de la perinefritis generalmente implica antibióticos de amplio espectro para tratar la infección subyacente y, en algunos casos, intervención quirúrgica para drenar el pus o los líquidos infectados acumulados en el tejido renal. La recuperación depende de la gravedad de la infección y del estado general de salud del paciente.

La quimioterapia por pulso es un tipo de tratamiento del cáncer en el que la administración de fármacos quimioterapéúticos se realiza durante periodos cortos y repetidos, seguidos de períodos libres de medicación. Este método permite que las células sanas tengan tiempo para recuperarse entre cada ciclo de quimioterapia, reduciendo así los efectos secundarios tóxicos en el paciente. Los fármacos se diseñan específicamente para atacar y destruir las células cancerosas, aunque también pueden afectar a algunas células sanas durante el tratamiento.

La quimioterapia por pulso puede ser utilizada como tratamiento único o en combinación con otros tratamientos contra el cáncer, como la radioterapia o la cirugía. La dosis y la frecuencia de los ciclos de quimioterapia dependen del tipo de cáncer, su localización, la extensión del tumor y la salud general del paciente.

Este enfoque tiene como ventaja que las células cancerosas se ven expuestas a dosis altas de fármacos durante un breve período, lo que puede aumentar su eficacia en la destrucción de las células tumorales. Además, el descanso entre ciclos ayuda a mantener una mejor calidad de vida para el paciente al reducir los efectos secundarios adversos asociados con la quimioterapia continua.

En resumen, la quimioterapia por pulso es un método de administración intermitente de fármacos quimioterapéuticos que aprovecha los períodos de descanso para permitir la recuperación de células sanas y maximizar la destrucción de células cancerosas, mejorando así la eficacia del tratamiento y preservando la calidad de vida del paciente.

Los anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA) son un tipo de anticuerpo que se encuentra en el torrente sanguíneo y están dirigidos contra los componentes del citoplasma de los neutrófilos, un tipo de glóbulo blanco importante en la respuesta inmunitaria. Los ANCA se asocian con varias enfermedades autoinmunitarias, como la granulomatosis de Wegener, la poliangitis microscópica y la colitis ulcerosa.

Existen dos tipos principales de ANCA: los ANCA perinucleares (pANCA) y los ANCA citoplasmáticos (cANCA). Los pANCA se dirigen contra los antígenos presentes en el núcleo de los neutrófilos, mientras que los cANCA se dirigen contra un antígeno específico llamado proteinasa 3 (PR3) en el citoplasma de estas células.

La presencia de ANCA en sangre puede ayudar a diagnosticar y monitorizar el tratamiento de las enfermedades autoinmunitarias asociadas con estos anticuerpos. Sin embargo, también pueden encontrarse ANCA en personas sin ninguna enfermedad relacionada, por lo que su detección debe interpretarse junto con otros hallazgos clínicos y de laboratorio.

La gangrena es una condición médica grave en la que se produce la muerte y descomposición del tejido corporal como resultado de una interrupción prolongada o severa del suministro de sangre. Esto puede ocurrir debido a varias razones, como infecciones graves, lesiones, falta de flujo sanguíneo (isquemia) o enfermedades vasculares subyacentes.

Existen diferentes tipos de gangrena, dependiendo de sus causas y características:

1. Gangrena seca: Se produce cuando el suministro de sangre al tejido se interrumpe completamente, lo que impide que llegue oxígeno y nutrientes vitales. Esto conduce a la muerte del tejido y su posterior necrosis (descomposición). La gangrena seca generalmente no es tan extensa como otros tipos de gangrena y puede presentarse sin dolor.
2. Gangrena húmeda: También conocida como gangrena infecciosa, es el resultado de una infección bacteriana que invade el tejido dañado o necrótico. Esta forma de gangrena se asocia con un fuerte olor desagradable y pus. Los gérmenes más comúnmente involucrados en la gangrena húmeda incluyen especies de bacterias anaeróbicas y aeróbicas, como el Clostridium perfringens y los estreptococos.
3. Gangrena gaseosa: Es una forma poco frecuente pero grave de gangrena húmeda causada principalmente por la bacteria Clostridium perfringens. La infección produce toxinas que dañan el tejido y causan la formación de burbujas de gas dentro del mismo, lo que le da un aspecto característico a la piel.
4. Gangrena de Fournier: Es una gangrena rápidamente progresiva que afecta los tejidos blandos de la región genital y perineal (la zona entre el ano y los órganos genitales). La gangrena de Fournier suele ser causada por infecciones polimicrobianas, incluidas bacterias anaeróbicas y aeróbicas.

El tratamiento de la gangrena depende de su tipo y gravedad. Los objetivos principales del tratamiento son eliminar el tejido necrótico, controlar la infección y prevenir complicaciones. Las opciones de tratamiento incluyen:

1. Cirugía: La extirpación quirúrgica del tejido necrótico (debridamiento) es el pilar del tratamiento de la gangrena. En algunos casos, se puede realizar una amputación para prevenir la propagación de la infección y salvar la vida del paciente.
2. Antibióticos: Se administran antibióticos de amplio espectro para tratar las infecciones bacterianas asociadas con la gangrena húmeda e infecciosa. Los antibióticos pueden administrarse por vía intravenosa o oral, según la gravedad de la infección.
3. Oxigenoterapia hiperbárica: La oxigenoterapia hiperbárica implica respirar oxígeno puro en una cámara presurizada. Esta terapia puede ayudar a mejorar el suministro de oxígeno a los tejidos y promover la curación.
4. Vaciamiento de úlceras: Si la gangrena está asociada con úlceras, se pueden realizar procedimientos para vaciarlas y ayudar a prevenir infecciones adicionales.
5. Cuidados de apoyo: Los pacientes con gangrena pueden necesitar cuidados de apoyo adicionales, como fluidos intravenosos, nutrición parenteral y manejo del dolor.
6. Tratamiento de causas subyacentes: Si la gangrena está asociada con una enfermedad subyacente, como diabetes o enfermedad vascular periférica, se debe tratar esa afección para ayudar a prevenir recurrencias.

La recuperación y el pronóstico dependen de la gravedad de la gangrena, la rapidez del tratamiento y la presencia de enfermedades subyacentes. En casos graves, la amputación puede ser necesaria para prevenir la propagación de la infección. Sin embargo, con un diagnóstico y tratamiento oportunos, muchas personas pueden recuperarse completamente de la gangrena.

La vasculitis leucocitoclástica cutánea (VLC), también conocida como vasculitis hipersensible, es una forma relativamente común de vasculitis que afecta predominantemente a los vasos sanguíneos más pequeños en la piel. Se caracteriza por la inflamación y destrucción de los glóbulos blancos (leucocitos) dentro de los vasos sanguíneos, lo que lleva a la formación de pequeñas úlceras o ampollas en la piel.

La VLC se presenta clínicamente con lesiones cutáneas que suelen ser eritematosas (enrojecidas), purpúricas (púrpura), eccematosas (con aspecto de eccema) o bulosas (ampollas). Estas lesiones pueden ser dolorosas, pruríticas (picazón) o asintomáticas y a menudo se localizan en las extremidades inferiores.

La causa más común de la VLC es una reacción a una infección, medicamento u otra sustancia extraña. Algunos de los desencadenantes comunes incluyen infecciones bacterianas o virales, vacunas, drogas ilícitas y fármacos como antibióticos, antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y anticonvulsivantes.

El diagnóstico de la VLC se realiza mediante una biopsia cutánea, que muestra los cambios característicos en los vasos sanguíneos pequeños, incluyendo la infiltración de glóbulos blancos y la destrucción de sus núcleos (leucocitoclasia).

El tratamiento de la VLC implica la identificación y eliminación del desencadenante si es posible. Si se sospecha que un medicamento es la causa, se debe suspender su uso. El tratamiento adicional puede incluir corticosteroides orales o tópicos, antihistamínicos y medidas de soporte para controlar los síntomas. En casos graves, pueden ser necesarios inmunosupresores como la ciclosporina o el metotrexato.

El intercambio plasmático, también conocido como plasmaféresis o exanguinación controlada con reinfusión, es un procedimiento terapéutico en el que se extrae una parte del plasma de un paciente y se reemplaza con solución salina, albúmina u otro líquido. Esto se hace típicamente para eliminar anticuerpos o otras sustancias nocivas del torrente sanguíneo en el tratamiento de diversas afecciones, como trastornos autoinmunes, intoxicaciones y enfermedades inflamatorias graves. Durante el procedimiento, la sangre se extrae del cuerpo, se separa en componentes (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plasma) y se devuelve al paciente después de haber eliminado una parte del plasma.

Un infarto, también conocido como un ataque al corazón, se produce cuando los tejidos del músculo cardíaco carecen de flujo sanguíneo y oxígeno suficientes, lo que generalmente es el resultado de la oclusión total o parcial de una arteria coronaria. Esta situación puede desencadenar la muerte celular en el área afectada del miocardio (músculo cardíaco), dependiendo de la gravedad y duración del déficit de irrigación sanguínea.

Los infartos suelen estar relacionados con la aterosclerosis, una enfermedad crónica que implica el depósito de lípidos, células inflamatorias, calcio y tejido fibroso en las paredes internas de las arterias, lo que provoca su endurecimiento y estrechamiento progresivo. Cuando se produce un desprendimiento de una placa aterosclerótica (trombo) o bien por la ruptura de la capa interna de la arteria (endotelio), puede originarse un trombo que obstruye el vaso sanguíneo, dando lugar al infarto.

Los síntomas más comunes de un infarto son dolor intenso y opresivo en el pecho, disnea (dificultad para respirar), sudoración excesiva, náuseas, vómitos, mareos e incluso pérdida del conocimiento. Es fundamental buscar atención médica inmediata si se sospecha un infarto, ya que el tratamiento oportuno puede minimizar los daños al músculo cardíaco y salvar vidas.

Las enfermedades testiculares se refieren a un grupo diverso de condiciones que afectan los testículos y las glándulas accesorias adyacentes, como el epidídimo y los conductos efferentes. Estas enfermedades pueden variar desde trastornos congénitos hasta problemas adquiridos más tarde en la vida. Algunos de los ejemplos comunes incluyen:

1. Criptorquidia: Es una afección en la que uno o ambos testículos no descienden al escroto, el saco de piel suelta que contiene y protege los testículos, antes del nacimiento o durante el primer año de vida.

2. Hidrocele: Se trata de un acumulo de líquido alrededor del testículo que causa hinchazón y dolor leve. Puede ser congénito o adquirido.

3. Varicocele: Es una dilatación variosa de las venas que drenan el testículo, lo que puede provocar infertilidad masculina o dolor testicular.

4. Torsión testicular: Ocurre cuando el testículo gira en su cordón espermático, cortando el suministro de sangre al testículo. Requiere atención médica inmediata ya que puede causar daño permanente al testículo si no se trata rápidamente.

5. Epididimitis: Es una inflamación del epidídimo, el tubo enrollado que se encuentra detrás de cada testículo donde los espermatozoides maduran. Por lo general, está causada por una infección bacteriana y puede provocar dolor e hinchazón.

6. Orquitis: Es la inflamación de uno o ambos testículos, a menudo como resultado de una infección. La parotiditis (paperas) es una causa común de orquitis.

7. Cáncer testicular: Es un tipo de cáncer que se desarrolla en los tejidos de uno o ambos testículos. Aunque no es tan común, es altamente curable si se detecta y trata a tiempo.

Estas condiciones pueden presentar síntomas similares, como dolor, hinchazón e inflamación en el escroto, lo que dificulta el diagnóstico diferencial. Por lo tanto, es importante buscar atención médica si se experimentan estos síntomas para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.

Un aneurisma es una dilatación anormal y localizada de forma focal en la pared de un vaso sanguíneo, lo que hace que adquiera una forma sacular o similar a un globo. La causa más común es la degeneración de la pared arterial, especialmente en las áreas donde el flujo de sangre es más turbulento. Los aneurismas pueden ocurrir en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en el cerebro (aneurisma cerebral) y en la aorta abdominal (aneurisma de aorta abdominal).

Los aneurismas pueden ser asintomáticos y descubrirse durante exámenes de rutina o por imágenes realizadas para otras condiciones. Sin embargo, si un aneurisma se rompe (ruptura de aneurisma), puede causar hemorragia interna grave e incluso la muerte. Los síntomas de una ruptura de aneurisma pueden incluir dolor abdominal intenso, rigidez en el cuello o espalda, náuseas, vómitos, sudoración, mareos y shock.

El tratamiento de los aneurismas depende del tamaño, la ubicación y si se han presentado síntomas o no. Los aneurismas pequeños y asintomáticos pueden ser monitoreados periódicamente mediante exámenes de imagenología. Sin embargo, los aneurismas grandes o que causan síntomas pueden requerir tratamiento con cirugía o endovascular (por ejemplo, colocación de stents).

La arteria hepática es una arteria vital en el cuerpo humano, ya que suministra sangre oxigenada al hígado. Se origina a partir de la bifurcación de la arteria celíaca y se divide en tres ramas: la arteria hepática proximal o principal, la arteria gastroduodenal y la arteria derecha del estómago.

La arteria hepática proximal o principal se divide en dos ramas adicionales, la arteria derecha hepática y la arteria izquierda hepática, que suministran sangre al lóbulo derecho e izquierdo del hígado, respectivamente. La arteria gastroduodenal se divide en varias ramas más pequeñas que suministran sangre a partes del estómago y el intestino delgado.

La arteria hepática desempeña un papel crucial en la circulación sanguínea, ya que es responsable de llevar oxígeno y nutrientes al hígado, que son necesarios para sus funciones metabólicas y depurativas. Cualquier problema o daño en la arteria hepática puede afectar negativamente la salud del hígado y, por lo tanto, requiere atención médica inmediata.

La crioglobulinemia es una afección en la cual ciertas proteínas (crioglobulinas) presentes en la sangre se agrupan y forman sedimentos cuando la temperatura del cuerpo desciende. Este proceso puede hacer que la sangre se vuelva más espesa y tenga dificultad para fluir normalmente, lo cual puede provocar una variedad de síntomas.

Existen tres tipos principales de crioglobulinemia, clasificados según el tipo de crioglobulinas involucradas:

1. Tipo I: Está asociada con trastornos malignos como los linfomas y los mielomas.
2. Tipo II y III: Ambos están relacionados con infecciones crónicas, especialmente la hepatitis C, aunque también pueden estar asociados con otras enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico o la artritis reumatoide.

Los síntomas más comunes de la crioglobulinemia incluyen:

* Sensación de frío o entumecimiento en las manos y los pies
* Dolor, hinchazón e inflamación articular
* Erupciones cutáneas purpúricas (manchas rojas o moradas) en la piel, especialmente en respuesta al frío o al calor
* Fatiga
* Debilidad
* Pérdida de apetito y pérdida de peso
* Nefropatía (enfermedad renal)
* Neuropatía periférica (daño a los nervios que controlan los músculos y la sensación en las extremidades)

El diagnóstico de crioglobulinemia se realiza mediante análisis de sangre, en los cuales se examina una muestra de sangre a temperatura ambiente y luego se refrigera para ver si se forman sedimentos. El tratamiento depende del tipo y la gravedad de la enfermedad y puede incluir medicamentos como corticosteroides, inmunosupresores o terapias dirigidas contra el sistema inmunitario.

No existe una definición médica específica para "Enciclopedias como Asunto" ya que esta frase parece ser una expresión coloquial o un título en lugar de un término médico. Sin embargo, si nos referimos al término "enciclopedia" desde un punto de vista educativo o del conocimiento, podríamos decir que se trata de una obra de consulta que contiene información sistemática sobre diversas áreas del conocimiento, organizadas alfabética o temáticamente.

Si "Enciclopedias como Asunto" se refiere a un asunto médico en particular, podría interpretarse como el estudio o la investigación de diferentes aspectos relacionados con las enciclopedias médicas, como su historia, desarrollo, contenido, estructura, impacto en la práctica clínica y la educación médica, entre otros.

Sin un contexto más específico, es difícil proporcionar una definición médica precisa de "Enciclopedias como Asunto".

La autopsia, también conocida como necropsia o examen postmortem, es el proceso metódico y sistemático de examinar un cadáver para determinar la causa de muerte y las posibles enfermedades o lesiones que presentaba el individuo en el momento de fallecer. Esto se realiza mediante la inspección externa del cuerpo, la disección de diferentes órganos y tejidos, así como el análisis de muestras obtenidas durante el procedimiento. La autopsia es practicada por profesionales médicos especializados, como patólogos forenses o patólogos clínicos, y sus resultados pueden ser útiles en investigaciones criminales, estudios epidemiológicos, determinar la idoneidad de órganos para trasplantes, así como proporcionar información importante sobre el estado de salud del fallecido y las posibles patologías subyacentes.

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