MICOSIS del cerebro, médula espinal y meninges que pude producir ENCEFALITIS; MENINGITIS, FÚNGICA; MIELITIS; ABCESOS CEREBRALES; y ABCESO EPIDURAL. Ciertos tipos de hongos pueden producir enfermedades en hospederos inmunológicamente normales, en tanto otros se clasifican como patógenos oportunistas, causan enfermedad fundamentalmente en pacientes inmunocomprometidos (ejemplo, SÍNDROME DE INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA).
INFECCIONES OPORTUNISTAS causadas por HONGOS MITOSPÓRICOS dematiáceos (de pigmentación obscura) de la ALTERNARIA, Bipolaris, CLADOSPORIUM, Curvalaria y EXOPHIALA. Estos hongos tienen HIFAS pigmentadas debido a la MELANINA en la pared celular. El quiste subcutáneo inicial de la infección puede llegar a ser sistémico y extenderse rápidamente hacia los sistemas renales, pulmonares y cerebrales (ver FEOHIFOMICOSIS CEREBRAL) en un HUESPED INMUNOCOMPROMETIDO.
Infecciones del SNC causada por hongos dematiáceos neurotrópicos que contienen melanina en sus paredes celulares. Las infecciones a menudo resultan en ABSCESO ENCEFÁLICO, ENCEFALITIS y MENINGITIS en pacientes que a menudo son inmunocompetentes. Los hongos causantes comunes incluyen los miembros Cladophialophora bantiana, Exophiala dermatitidis, Rhinocladiella mackenziei y Ochroconis gallopavum. La infección por R mackenziei se ve casi exclusivamente en pacientes procedentes del MEDIO ORIENTE.
Género fúngico de Chaetothyriales mitospóricos que normalmente son saprofitos. Las infecciones en humanos incluyen FEOHIFOMICOSIS; Y PERITONITIS. La Exophiala jeanselmei (anteriormente Phialophora jeanselmei) es un agente etiológico del MICETOMA.
Género de hongos ascomiceto de la familia Chaetomiaceae, orden SORDARIALES. Muchos miembros son celulolíticos y algunos micotóxicos. Se encuentran de forma natural en las fábricas de papel y algodón.
Infecciones superficiales de la piel o de sus apéndices por cualquiera de varios hongos.
Un filo de hongos que tienen paredes cruzadas o septos en el micelio. El estado perfecto se caracteriza por la formación de una célula en forma de saco (ascus) que contiene las ascoesporas. La mayoría de los hongos patógenos con un estado perfecto conocido pertenecen a este filo.
Colección circunscrita de exudado purulento en el cerebro, producida por bacterias u otras infecciones. La mayoría son causadas por diseminación de material infectado desde un foco de supuración en cualquier parte del cuerpo, principalmente los SENOS PARANASALES, OÍDO MEDIO), CORAZÓN (ver también ENDOCARDITIS BACTERIANA) y PULMÓN. Este estado también puede estar asociado con TRAUMA CRANEOCEREBRAL penetrante y PROCEDIMIENTOS NEUROQUIRÚRGICOS. Las manifestaciones clínicas incluyen CEFALEA, CONVULSIONES, déficits neurológicos focales y alteraciones de la conciencia (Traducción libre del original: Adams et al., Principles of Neurology, 6th ed, pp712-6).
Micosis es una infección causada por hongos que pueden afectar diversas partes y sistemas del cuerpo humano.
Género de hongo mitospórico. La Phialophora verrucosa es causa de cromomicosis (CROMOBLASTOMICOSIS). El Ophiobolus es el teleomorfo de la Phialophora.
Tejido conectivo laxo que se extiende por debajo de la DERMIS, el cual une la PIEL con los tejidos subyacentes. Puede contener una almohadilla de ADIPOCITOS, la cual varía en número según el área corporal y varía en tamaño de acuerdo con el estado nutricional.
Afecciones que acometen al ENCÉFALO, que está compuesto por los componentes intracraneales del SISTEMA NERVIOSO CENTRAL. Este incluye (pero no está limitado a) la CORTEZA CEREBRAL; sustancia blanca intracraneal; GANGLIOS BASALES; TÁLAMO; HIPOTÁLAMO; TRONCO ENCEFÁLICO; y CEREBELO.
Un grupo grande y heterogéneo de hongos cuya característica común es la ausencia de un estado sexual. Muchos de los hongos patógenos en los humanos pertenecen a este grupo.
Término inespecífico usado para denotar cualquier lesión o grupo de lesiones o erupciones de cualquier tipo de la pierna. (Stedman, 25a ed)
Un agente antifúngico que inhibe el citocromo P-450 dependiente de enzimas que requieren síntesis de ERGOSTEROL.
Enfermedades de la piel del pie, general o inespecífica.
Género fúngico de Loculoascomycetes mitospóricos, incluidos diversos patógenos de plantas y al menos una especie que produce un antibiótico altamente fitotóxico. Su teleomorfo es Lewia.
Pápulas escamosas o verrugas en crecimiento, producidas por cinco hongos, que se diseminan como resultado de las lesiones satélites que afectan al pie o la pierna. La extremidad puede aumentar de volumen y, en su porción distal, cubrirse de varios nódulos, lesiones verrugosas que recuerdan a la coliflor. En raros casos, la enfermedad puede comenzar en la mano o muñeca y afectar a toda la extremidad superior.
Sustancias que destruyen hongos al suprimir su capacidad para crecer o reproducirse. Difieren de los FUNGICIDAS, INDUSTRIALES en que defienden de los hongos que están presentes en los tejidos humanos o de otros animales.
Un ser humano o animal cuyo mecanismo inmunológico es deficiente a causa de un trastorno por inmunodeficiencia u otra enfermedad o como consecuencia de la administración de drogas inmunosupresoras o radiación.
Vasos sanguíneos arteriales que irrigan el CEREBRO.
Infección causada por un organismo que se convierte en patógeno bajo ciertas circunstancias, ejemplo, durante la inmunosupresión.
Muerte resultante de la presencia de una enfermedad en un individuo, tal y aparece en un reporte de un solo caso o un número limitado de pacientes. Debe diferenciarse de MUERTE, el cese fisiológico de la vida y de MORTALIDAD, un concepto epidemiológico o estadístico.
Un antibótico macrólico antifúngico producido por el Streptomyces nodosus obtenido del suelo de la región del río Orinoco de Venezuela.
Formación de una zona de NECROSIS en el HEMISFERIO CEREBRAL causada por una insuficiencia del flujo de sangre arterial o venoso. Los infartos del cerebro se clasifican generalmente por el hemisferior afectado (es decir, izquierdo o derecho), lóbulos (por ejemplo, infarto del lóbulo frontal), distribución arterial (por ejemplo, INFARTO DE LA ARTERIA CEREBRAL ANTERIOR) y etiología (por ejemplo, infarto embólico).
Grupo heterogéneo de enfermedades motoras no progresivas producidas por lesiones cerebrales crónicas que se originan en el período prenatal, perinatal, o en los primeros años de la vida. Los cuatro subtipos principales son espástica, atetoide, atáxica, y parálisis cerebral mixta, con formas espásticas que son las más comunes. El trastorno motor puede ir desde dificultades con el control motor fino a espasticidad severa (ver ESPASTICIDAD MUSCULAR) en las extremidades. La diplegia espástica (enfermedad de Little) es el subtipo más común, y se caracteriza por espasticidad que es más intensa en las piernas que en los brazos. Esta afección puede asociarse a la LEUCOMALACIA, PERIVENTRICULAR. (Traducción libre del original: Dev Med Child Neurol 1998 Aug;40(8):520-7)
Circulación de la sangre a través de los VASOS SANGUÍNEOS del ENCÉFALO.
La mayor y más compleja de las arterias cerebrales. Se divide en tres ramas, temporal, frontal y parietal que proporcionan irrigación a la mayor parte del parénquima de estos lóbulos en la CORTEZA CEREBRAL. Estas son las áreas implicadas en las actividades motoras, sensitivas y del lenguaje.
Radiografía del sistema vascular del cerebro luego de la inyección de un medio de contraste.
NECROSIS que se produce en el sistema de distribución de la ARTERIA CEREBRAL MEDIA que lleva sangre a la totalidad de las caras laterales de cada uno de los HEMISFERIOS CEREBRALES. Los signos clínicos incluyen trastornos cognitivos, AFASIA, AGRAFIA, debilidad y entumecimiento en la cara y brazos, contralateralmente o bilateralmente dependiendo del infarto.
Estado caracterizado por somnolencia o coma en presencia de una infección aguda por PLASMODIUM FALCIPARUM (y raramente otras especies de Plasmodium). Las manifestaciones clínicas iniciales incluyen CEFALEA, CONVULSIONES y alteraciones mentales, seguidas por una rápida progresión al COMA. Las características patológicas incluyen capilares cerebrales llenos de eritrocitos con parásitos y múltiples focos pequeños de necrosis cortical y subcortical (Adaptación del original: Adams et al., Principles of Neurology, 6th ed, p136).
Parte del SISTEMA NERVIOSO CENTRAL contenida dentro del CRÁNEO. Procedente del TUBO NEURAL, el encéfalo embrionario consta de tres partes principales: PROSENCÉFALO (cerebro anterior), MESENCÉFALO (cerebro medio) y ROMBENCÉFALO (cerebro posterior). El encéfalo desarrollado consta de CEREBRO, CEREBELO y otras estructuras del TRONCO ENCEFÁLICO.
Venas que drenan el cerebro.

Las infecciones fúngicas del sistema nervioso central (SNC) se refieren a invasiones patógenas por hongos en el tejido cerebral, las meninges (membranas que rodean el cerebro y la médula espinal), o el líquido cefalorraquídeo (LCR). Estas infecciones pueden variar desde mild a severas e incluso potencialmente letales.

Existen tres categorías principales de hongos que causan infecciones en humanos: los mohos, las levaduras y los hongos dimórficos (que pueden existir en forma de levadura y moho). Los hongos que más comúnmente afectan el SNC incluyen Cryptococcus neoformans, Coccidioides immitis/posadasii, Histoplasma capsulatum y Candida spp.

La infección por Cryptococcus neoformans, también conocida como cryptococosis, es una de las infecciones fúngicas del SNC más comunes y a menudo se asocia con enfermedades debilitantes subyacentes, como el VIH/SIDA. Los síntomas pueden incluir dolor de cabeza, náuseas, vómitos, confusión, convulsiones e incluso coma.

La coccidioidomicosis, causada por Coccidioides immitis/posadasii, es endémica en el suroeste de los Estados Unidos y partes de América Central y del Sur. La infección generalmente se adquiere al inhalar esporas del hongo del suelo. Aproximadamente el 10-50% de las personas infectadas desarrollan una enfermedad sistémica, que puede incluir meningitis coccidioidomicótica.

La histoplasmosis, causada por Histoplasma capsulatum, es otra micosis endémica común en los Estados Unidos y partes de América Central y del Sur. La infección generalmente se adquiere al inhalar esporas del hongo del suelo. En casos raros, la histoplasmosis puede diseminarse y causar meningitis.

El tratamiento de las infecciones fúngicas del SNC depende de la gravedad de la enfermedad y de la especie fúngica involucrada. Los antifúngicos, como el anfotericina B y los azoles (como el fluconazol), se utilizan comúnmente para tratar estas infecciones. En algunos casos, la cirugía puede ser necesaria para aliviar la presión intracraneal o eliminar el foco de infección.

La prevención es clave en el manejo de las infecciones fúngicas del SNC. Las personas con enfermedades debilitantes subyacentes, como el VIH/SIDA, deben evitar exponerse a suelos contaminados y áreas con alto riesgo de exposición a hongos. El uso de equipos de protección personal, como máscaras y guantes, puede ayudar a reducir el riesgo de infección. La vacunación contra la histoplasmosis también está disponible en algunas áreas con alto riesgo de exposición al hongo.

En resumen, las infecciones fúngicas del SNC son una causa importante de morbilidad y mortalidad en personas con enfermedades debilitantes subyacentes. El diagnóstico y el tratamiento oportunos son esenciales para prevenir complicaciones graves y mejorar los resultados clínicos. La prevención sigue siendo la mejor estrategia para reducir el riesgo de infección y mejorar la salud pública en general.

La feohifomicosis es una infección fúngica profunda y crónica causada por el hongo Feohimicrum (anteriormente conocido como Phialophora verrucosa). Esta enfermedad es rara pero grave, particularmente en personas con sistemas inmunes debilitados. La feohifomicosis afecta predominantemente la piel y los tejidos subyacentes, aunque también se ha informado una afección diseminada en individuos inmunodeprimidos. Los síntomas pueden incluir úlceras cutáneas crónas, nódulos o tumores que crecen lentamente y pueden volverse cancerosos con el tiempo. El tratamiento suele ser difícil y puede requerir una combinación de cirugía y terapia antifúngica a largo plazo.

La feohifomicosis cerebral es una infección fúngica rara y invasiva causada por el hongo Feohimonas (anteriormente conocido como Scedosporium). Esta infección afecta predominantemente al sistema nervioso central, particularmente al cerebro. Es difícil de diagnosticar y tratar, ya que el hongo es resistente a muchos antifúngicos comunes. La feohifomicosis cerebral puede ocurrir como resultado de una diseminación hematógena (dispersión a través del torrente sanguíneo) desde un foco pulmonar u óseo, o puede ser el resultado directo de una lesión traumática en la cabeza que permite la entrada del hongo en el cerebro. Los factores de riesgo incluyen la inmunosupresión, como la quimioterapia, el trasplante de órganos y la infección por VIH, así como la exposición a entornos contaminados con el hongo. Los síntomas pueden incluir dolor de cabeza, convulsiones, déficits neurológicos focales y cambios en el estado mental o comportamiento. El diagnóstico se realiza mediante técnicas de imagen cerebral y cultivo micológico del líquido cefalorraquídeo o tejidos afectados. El tratamiento suele requerir una combinación de cirugía para eliminar el tejido necrótico infectado y administración prolongada de antifúngicos específicos contra Feohimonas, como voriconazol e itraconazol. A pesar del tratamiento, la feohifomicosis cerebral tiene una alta tasa de mortalidad y morbilidad.

"Exophiala" es un género de hongos que pertenecen a la división Ascomycota y a la clase Eurotiomycetes. Estos hongos se encuentran principalmente en entornos húmedos y ácidos, como el suelo, el agua dulce, las plantas y los materiales orgánicos en descomposición. Algunas especies de Exophiala pueden causar infecciones oportunistas en humanos, particularmente en individuos inmunocomprometidos. Las infecciones más comunes incluyen la neumonía, las infecciones de la piel y los tejidos subcutáneos, y las infecciones del sistema nervioso central. La especie más conocida es Exophiala dermatitidis, que se ha asociado con el síndrome de neumonía ectotrix en individuos con deficiencias inmunológicas graves.

Chaetomium es un género de hongos de la familia Chaetomiaceae. Estos hongos se encuentran comúnmente en el suelo, en materiales vegetales en descomposición y en materiales orgánicos en descomposición en edificios, como papel tapiz, alfombras y escombros. Algunas especies de Chaetomium pueden producir compuestos secundarios tóxicos y micotoxinas que pueden causar problemas de salud en humanos y animales. Sin embargo, la exposición a estos hongos generalmente no causa problemas de salud graves a menos que una persona tenga un sistema inmunológico debilitado. Los síntomas más comunes de exposición a Chaetomium incluyen irritación de los ojos, la nariz y la garganta, tos, dificultad para respirar y sibilancias. En casos raros, se ha informado de infecciones invasivas en personas con sistemas inmunológicos debilitados.

Es importante tener en cuenta que la presencia de Chaetomium en un edificio no siempre indica un problema de moho grave o una amenaza para la salud. Sin embargo, si se sospecha la presencia de Chaetomium u otros hongos en un edificio, es recomendable buscar la ayuda de un profesional capacitado en evaluación y remediación de moho para determinar el alcance del problema y tomar medidas correctivas apropiadas.

La dermatomicosis, también conocida como dermatofitosis o tiña, es una infección de la piel, uñas y pelo causada por hongos dermatofitos. Estos hongos se alimentan de la queratina que se encuentra en la capa externa de la piel, el cabello y las uñas. La infección puede propagarse a través del contacto directo con una persona infectada o con objetos contaminados, como ropa, toallas o superficies. Los síntomas pueden incluir enrojecimiento, picazón, descamación y formación de ampollas en la piel afectada. La dermatomicosis puede presentarse en diferentes partes del cuerpo, como la cabeza (tiña capitis), el cuerpo (tiña corporis), las manos (tiña manus), los pies (tiña pedis o pie de atleta) y las uñas (onicomicosis). El tratamiento suele implicar el uso de antifúngicos tópicos o sistémicos, según la gravedad e extensión de la infección.

Los ascomicetos son un grupo de hongos que producen esporas en una estructura especializada llamada asca. Esta forma de reproducción distingue a los ascomicetos de otros grupos de hongos. Los ascomicetos pueden existir como mohos, levaduras u organismos filamentosos y se encuentran en una gran variedad de hábitats, incluyendo el suelo, la materia vegetal en descomposición y los tejidos vivos de plantas y animales. Algunos ascomicetos son patógenos importantes que causan enfermedades en humanos, plantas y animales. Otros tienen importancia económica como agentes de fermentación en la producción de alimentos y bebidas, como el pan, la cerveza y el vino.

Un absceso encefálico es una acumulación localizada de pus dentro del tejido cerebral, causada generalmente por la infección y multiplicación de bacterias u hongos en el cerebro. Esto puede ocurrir como resultado de una infección que se disemina desde otra parte del cuerpo o como consecuencia de una infección directa en el cerebro, por ejemplo, después de una lesión traumática o quirúrgica.

Los síntomas más comunes incluyen dolor de cabeza, fiebre, confusión, convulsiones, debilidad en un lado del cuerpo y trastornos visuales. El tratamiento generalmente implica antibióticos o antifúngicos para eliminar la infección, junto con procedimientos quirúrgicos para drenar el pus acumulado. Si no se trata a tiempo, un absceso encefálico puede causar daño cerebral severo e incluso la muerte.

La micosis es un término médico que se refiere a una infección causada por hongos. Estos hongos pueden infectar la piel, el cabello o las uñas (infecciones superficiales) o sistemas corporales más profundos (infecciones sistémicas o invasivas). Los síntomas y signos varían dependiendo de la parte del cuerpo afectada y el tipo de hongo involucrado.

Las micosis superficiales son comunes y suelen tratarse fácilmente. Incluyen infecciones como la tiña (infección en la piel), la candidiasis cutánea (infección por el hongo Candida que causa irritación y enrojecimiento en la piel plegada o húmeda) y la pitiriasis versicolor (manchas marrones o blanquecinas en la piel).

Las micosis sistémicas son menos comunes, pero pueden ser graves. A menudo afectan a personas con sistemas inmunológicos debilitados, como aquellos con VIH/SIDA, diabetes o trasplantados de órganos. Algunos ejemplos de estas infecciones incluyen la histoplasmosis (inhalación de esporas de un hongo que vive en el suelo), la coccidioidomicosis (inhalación de esporas de un hongo que se encuentra en el suelo del suroeste de los Estados Unidos) y la aspergilosis (inhalación de esporas de un hongo que se encuentra en el polvo, en el aire o en material vegetal en descomposición).

El tratamiento depende del tipo de hongo involucrado y de la gravedad de la infección. Puede incluir medicamentos antifúngicos tópicos (cremas, lociones, polvos o champús) o sistémicos (pastillas o inyecciones).

Phialophora es un género de hongos que pertenecen a la familia Herpotrichiellaceae. Estos hongos son saprofitos, lo que significa que viven y se desarrollan en materia orgánica muerta. Algunas especies de Phialophora pueden causar infecciones oportunistas en humanos, especialmente en individuos con sistemas inmunes debilitados.

Una de las enfermedades más comunes asociadas con Phialophora es la phaeohyphomycosis, una infección causada por hongos pigmentados que produce lesiones cutáneas, subcutáneas o sistémicas. La especie más comúnmente involucrada en estas infecciones es Phialophora verrucosa.

Los síntomas de la phaeohyphomycosis varían dependiendo del sitio y la extensión de la infección, pero pueden incluir lesiones cutáneas verrugosas o ulceradas, granulomas pulmonares y abscesos cerebrales. El diagnóstico se realiza mediante el examen microscópico y la cultura del tejido afectado, seguido de pruebas moleculares para confirmar la especie de hongo.

El tratamiento de las infecciones por Phialophora puede ser difícil debido a su resistencia a los antifúngicos comunes. Se pueden utilizar agentes como itraconazol, voriconazol o posaconazol, dependiendo de la gravedad y la localización de la infección. En algunos casos, la cirugía puede ser necesaria para extirpar el tejido afectado.

El tejido subcutáneo, también conocido como hipodermis, es el nivel más profundo de la piel. Se compone principalmente de tejido conectivo suelto y grasa. Los lóbulos de grasa se encuentran en grandes cantidades en este tejido y están rodeados por un marco delgado de tejido conectivo. Las células grasas, o adipocitos, almacenan energía en forma de triglicéridos.

El tejido subcutáneo también contiene vasos sanguíneos y linfáticos, nervios y glándulas sudoríparas. La función principal del tejido subcutáneo es la termorregulación, ya que la grasa aislante ayuda a mantener la temperatura corporal constante. Además, actúa como un amortiguador y protege los huesos y músculos de lesiones traumáticas. También desempeña un papel en la absorción de algunas drogas y el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos.

Las encefalopatías se definen como condiciones o trastornos que involucran cambios generalizados y globales en la estructura y función cerebrales. Estos cambios a menudo son reversibles si se tratan las causas subyacentes, pero en algunos casos pueden ser permanentes o incluso letales.

Las encefalopatías pueden resultar de diversas causas, que incluyen infecciones, falta de oxígeno (anoxia), trastornos metabólicos, exposición a toxinas y determinadas condiciones médicas subyacentes. Algunos ejemplos comunes de encefalopatías incluyen la encefalopatía hipóxica-isquémica (que puede ocurrir después de un paro cardíaco o ahogamiento), la encefalopatía hepática (asociada con enfermedad hepática grave), la encefalopatía hipertensiva (que puede ocurrir cuando la presión arterial se eleva drásticamente) y la encefalopatía Wernicke-Korsakoff (que está relacionada con el alcoholismo crónico).

Los síntomas de las encefalopatías varían ampliamente, dependiendo de la causa subyacente y la gravedad del daño cerebral. Pueden incluir confusión, desorientación, pérdida de memoria, cambios de personalidad, dificultad para hablar o tragar, movimientos musculares anormales e incluso coma. El tratamiento implica abordar la causa subyacente de la encefalopatía y proporcionar apoyo de soporte para mantener las funciones corporales mientras el cerebro se recupera.

Los hongos mitospóricos, también conocidos como hongos filamentosos mitospóricos o saprofíticos, son un grupo heterogéneo de hongos que producen esporas vegetativas asexuales llamadas conidios durante el proceso de mitosis. Estos hongos no forman estructuras reproductivas sexuales como ascos o basidios, y por lo tanto, no se clasifican en los phyla Ascomycota o Basidiomycota, respectivamente.

Los hongos mitospóricos son extremadamente diversos y abundantes en el medio ambiente, donde desempeñan un papel importante en la descomposición de materia orgánica muerta. Algunas especies pueden ser beneficiosas para los humanos, como los utilizados en la industria alimentaria para la fermentación y producción de various productos, como quesos, bebidas alcohólicas y medicamentos.

Sin embargo, otros hongos mitospóricos pueden ser patógenos o alérgenos para los humanos y los animales. Por ejemplo, algunas especies de hongos del género Aspergillus pueden causar infecciones invasivas en personas con sistemas inmunes debilitados, mientras que otras especies pueden producir micotoxinas que contaminan los alimentos y causan enfermedades. Otras especies comunes de hongos mitospóricos patógenos incluyen Fusarium, Penicillium, Alternaria y Cladosporium.

El diagnóstico y tratamiento de infecciones fúngicas causadas por hongos mitospóricos pueden ser desafiantes, ya que estas especies son difíciles de identificar en el laboratorio y a menudo requieren técnicas moleculares avanzadas para su diagnóstico. Además, la resistencia a los antifúngicos puede ser un problema importante en algunas especies de hongos mitospóricos.

La dermatosis de la pierna, también conocida como dermatitis de estasis o enfermedad vascular venosa crónica de la pierna, es un término utilizado para describir una variedad de condiciones cutáneas que afectan las piernas, especialmente en personas mayores y aquellos con insuficiencia venosa crónica. Se caracteriza por inflamación, enrojecimiento, picazón, dolor e hinchazón en la parte inferior de las piernas y los tobillos.

La afección ocurre cuando la sangre se acumula en las venas de las piernas, lo que provoca presión y flujo sanguíneo deficiente hacia el corazón. Esto puede dañar la piel y hacer que sea más susceptible a las infecciones e irritaciones.

Los síntomas pueden incluir:

1. Enrojecimiento y calor en la piel de las piernas.
2. Hinchazón y dolor en los tobillos y las pantorrillas.
3. Picazón intensa y comezón.
4. Piel engrosada, dura o escamosa.
5. Apariencia de manchas marrones o negras en la piel (hiperpigmentación).
6. Úlceras cutáneas crónicas que no cicatrizan fácilmente.

El tratamiento de la dermatosis de la pierna generalmente implica el uso de medias de compresión para mejorar el flujo sanguíneo, ejercicios para fortalecer los músculos de las piernas y promover el retorno venoso, y cambios en el estilo de vida, como elevar las piernas mientras se está sentado o acostado. También pueden recetarse medicamentos para aliviar la inflamación y el dolor, así como cremas y ungüentos para hidratar la piel y reducir la picazón. En casos graves, puede ser necesaria la cirugía para corregir problemas estructurales en las venas.

El itraconazol es un fármaco antifúngico utilizado en el tratamiento de diversas infecciones fúngicas. Pertenece a la clase de los triazoles y actúa inhibiendo la síntesis de ergosterol, un componente fundamental de la membrana celular de los hongos. Esta interferencia en la biosíntesis del ergosterol provoca alteraciones en la permeabilidad de la membrana celular del hongo, lo que lleva a su eventual muerte.

El itraconazol se utiliza para tratar una variedad de infecciones fúngicas, como candidiasis invasivas (infecciones por Candida), histoplasmosis, blastomicosis, paracoccidioidomicosis, aspergilosis y sporotricosis. También se puede usar para prevenir las infecciones fúngicas en pacientes inmunodeprimidos, como aquellos con SIDA o trasplantados de órganos sólidos.

El itraconazol está disponible en forma de cápsulas y solución oral. La dosis y la duración del tratamiento dependen del tipo de infección, su gravedad y la respuesta al tratamiento. Los efectos secundarios comunes incluyen náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y erupciones cutáneas. En raras ocasiones, el itraconazol puede causar problemas hepáticos, trastornos auditivos o cardiovasculares graves. Por lo tanto, es importante que los pacientes estén bajo la supervisión de un médico durante el tratamiento con itraconazol.

La dermatosis del pie, también conocida como "pié de atleta" o tinea pedis, es una infección fúngica común que afecta los pies, especialmente entre los dedos. Se caracteriza por enrojecimiento, picazón, descamación y formación de ampollas en la piel de los pies. Puede causar ardor y dolor si no se trata adecuadamente. La infección suele ocurrir en ambos pies y puede propagarse a las manos y uñas. Es contagiosa y puede transmitirse por contacto directo con una persona infectada, toallas, calcetines o superficies contaminadas. El hongo que causa la dermatosis del pie prospera en ambientes cálidos y húmedos, por lo que es más común en los meses más cálidos y entre las personas que sudan mucho en los pies.

"Alternaria" es un género de hongos que se encuentran ampliamente distribuidos en el medio ambiente. Estos hongos pueden crecer en una gran variedad de superficies y materiales, incluyendo plantas, frutas, verduras, suelos y ambientes interiores. Algunas especies de Alternaria son capaces de producir esporas que pueden causar alergias y otras reacciones adversas en los seres humanos y animales.

En la medicina, la infección por hongos Alternaria se conoce como "alternariasis" y puede afectar a diversas partes del cuerpo humano, incluyendo la piel, las vías respiratorias y los ojos. La infección suele ocurrir en individuos con sistemas inmunológicos debilitados o en personas que han estado expuestas a altas concentraciones de esporas de Alternaria.

Los síntomas de la alternariasis pueden variar dependiendo de la localización y la gravedad de la infección. En la piel, la infección puede causar erupciones cutáneas, ampollas y picazón. En las vías respiratorias, la infección puede provocar síntomas similares a los de un resfriado o una neumonía, como tos, dificultad para respirar, dolor de pecho y fiebre. En los ojos, la infección puede causar conjuntivitis, queratitis y otros trastornos oculares.

El tratamiento de la alternariasis depende de la localización y la gravedad de la infección. Puede incluir medicamentos antifúngicos, corticosteroides y otras terapias de apoyo. En algunos casos, la cirugía puede ser necesaria para eliminar el tejido infectado. La prevención de la alternariasis implica evitar la exposición a altas concentraciones de esporas de Alternaria y mantener una buena higiene personal y ambiental.

La cromoblastomicosis es una infección cutánea crónica y profunda, generalmente causada por hongos pigmentados del suelo, principalmente del género Fonsecaea, Phialophora y Cladophialophora. Es más común en regiones tropicales y subtropicales, y afecta predominantemente a personas con sistemas inmunes debilitados o después de una lesión traumática en la piel. La enfermedad se caracteriza por la formación de granulomas con cuerpos celulares pigmentados (cromoblastos) en el tejido cutáneo y subcutáneo. Los síntomas incluyen verrugas, nódulos, úlceras y cicatrices que pueden ser dolorosas o pruriginosas. El diagnóstico se realiza mediante la observación microscópica de tejidos afectados y la identificación del hongo en cultivos. El tratamiento puede incluir cirugía, crioterapia, termoterapia y antifúngicos sistémicos, aunque a menudo es difícil de erradicar completamente. La prevención se basa en el cuidado de las heridas, la protección de la piel al exponerse al suelo contaminado y el tratamiento oportuno de cualquier infección cutánea.

Los antifúngicos son un grupo de medicamentos que se utilizan para tratar infecciones causadas por hongos y levaduras. Estas infecciones pueden ocurrir en la piel, uñas, boca, genitales o en otros órganos internos. Los antifúngicos funcionan destruyendo o impidiendo el crecimiento de los hongos que causan la infección.

Existen diferentes tipos de antifúngicos, entre ellos se incluyen:

1. **Azoles**: Este grupo incluye medicamentos como el clotrimazol, miconazol, ketoconazol e itraconazol. Se utilizan para tratar infecciones superficiales y sistémicas.
2. **Polienos**: Los polienos, como la nistatina y la amfotericina B, se usan principalmente para tratar infecciones sistémicas graves.
3. **Echinocandinas**: Este grupo incluye anidulafungina, caspofungina y micafungina, y se utiliza sobre todo en el tratamiento de infecciones invasivas graves.
4. **Alilaminas**: La terbinafina es un ejemplo de este tipo de antifúngico, se usa comúnmente para tratar infecciones de la piel y uñas.

Es importante recordar que los antifúngicos solo deben ser utilizados bajo la prescripción y supervisión médica, ya que su uso incorrecto o excesivo puede causar efectos secundarios adversos y favorecer la aparición de resistencias microbianas.

Un huésped inmunocomprometido se refiere a un individuo cuyo sistema inmunitario está debilitado o comprometido, lo que hace que sea más susceptible a infecciones e incluso enfermedades más graves. Esto puede deberse a diversas causas, como enfermedades subyacentes (como el VIH/SIDA, la diabetes o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica), tratamientos médicos (quimioterapia, radioterapia o medicamentos inmunosupresores) o a una edad avanzada. Las personas con un sistema inmunitario comprometido tienen dificultades para combatir patógenos como bacterias, virus, hongos y parásitos, lo que aumenta su riesgo de desarrollar infecciones y complicaciones relacionadas con la salud.

Las arterias cerebrales se refieren a un grupo de vasos sanguíneos que suministran sangre oxigenada al cerebro. Hay dos grupos principales de arterias cerebrales: las arterias cerebrales anteriores, medias y posteriores, que se originan en la arteria carótida interna, y las arterias vertebrales y basilar, que se unen para formar la arteria cerebral posterior.

Estas arterias se dividen en ramas más pequeñas que suministran sangre a diferentes partes del cerebro, incluyendo el córtex cerebral, el tálamo, el hipocampo y el cerebelo. La disfunción o daño en estas arterias puede resultar en una variedad de condiciones neurológicas, como accidente cerebrovascular, aneurismas y demencia vascular.

Es importante mantener la salud de las arterias cerebrales a través de hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y el control de factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial y la diabetes.

Las infecciones oportunistas (IO) se definen como infecciones que ocurren predominantemente en individuos con un sistema inmunológico debilitado y no suelen causar enfermedades en personas sanas. Estas infecciones son ocasionadas por diversos patógenos, incluidos bacterias, virus, hongos y parásitos.

Las IO aprovechan la disminuida capacidad del sistema inmunológico para controlar su crecimiento y propagación, lo que resulta en una variedad de síntomas e incluso puede poner en peligro la vida del paciente. Las personas con VIH/SIDA, aquellas que reciben terapias inmunosupresoras después de un trasplante de órganos o aquellas con trastornos genéticos que afectan el sistema inmunitario son particularmente susceptibles a las IO.

El tratamiento de las IO generalmente implica el uso de antibióticos, antivirales, antifúngicos u otros medicamentos específicos para el patógeno causante, junto con medidas para fortalecer el sistema inmunológico del paciente. La prevención es especialmente importante en aquellos con sistemas inmunes debilitados y puede incluir vacunación, higiene adecuada y evitar el contacto con personas enfermas.

En términos médicos, un "resultado fatal" se refiere a un desenlace desfavorable de un diagnóstico, condición de salud, procedimiento o tratamiento que resulta en la muerte del paciente. Es un término formal y objetivo utilizado para describir una situación en la cual los esfuerzos terapéuticos no han podido revertir el curso de una enfermedad grave o lesión, y desafortunadamente conduce al fallecimiento del individuo.

Es importante mencionar que este término se utiliza con precaución y respeto, dada la naturaleza delicada y sensible de la situación. La comunicación de un resultado fatal a los familiares o cuidadores del paciente suele ser una parte difícil del trabajo médico, y se realiza siempre con empatía y compasión.

La Amphotericin B es un fármaco antifúngico utilizado en el tratamiento de diversas infecciones micóticas invasivas y graves. Se clasifica como un agente polieno, que actúa alterando la permeabilidad de la membrana celular de los hongos, lo que lleva a su muerte.

Este medicamento se administra generalmente por vía intravenosa y puede tener efectos secundarios importantes, como fiebre, escalofríos, náuseas, vómitos y trastornos electrolíticos. En ocasiones, también puede causar daño renal y hepático, por lo que requiere un estricto monitoreo durante su uso.

La Amphotericin B se utiliza para tratar una variedad de micosis invasivas, como la candidiasis sistémica, las histoplasmosis, las coccidioidomicosis y las aspergilosis, entre otras. Además, también puede emplearse en el tratamiento de algunas infecciones protozoarias, como la leishmaniasis visceral.

Es importante recalcar que este fármaco debe ser administrado bajo estricta supervisión médica y con un adecuado seguimiento de laboratorio, dada su potencial toxicidad.

Un infarto cerebral, también conocido como un accidente cerebrovascular isquémico, se produce cuando hay una interrupción del suministro de sangre al cerebro, lo que resulta en la muerte de las células cerebrales. Esto generalmente es causado por un coágulo sanguíneo que bloquea una arteria que suministra sangre al cerebro. La falta de oxígeno y nutrientes a las células cerebrales hace que estas mueran, lo que puede dar lugar a déficits neurológicos permanentes. Los síntomas de un infarto cerebral pueden incluir debilidad o parálisis repentina en la cara, brazo o pierna, especialmente en una mitad del cuerpo; dificultad para hablar o comprender el lenguaje; visión doble o pérdida de visión en un ojo; dolor de cabeza intenso y repentino sin causa conocida; mareos o pérdida del equilibrio. Los factores de riesgo para un infarto cerebral incluyen la edad avanzada, presión arterial alta, tabaquismo, diabetes, colesterol alto, obesidad y enfermedades cardiovasculares.

La parálisis cerebral se define en medicina como un grupo de trastornos del movimiento y la postura, debidos a daños en el cerebro que ocurren antes, durante o después del nacimiento. La lesión cerebral afecta los músculos, haciendo que se tensen y endurezcan (espasticidad) o que se muevan de manera involuntaria. También puede afectar la capacidad para hablar, comer, respirar y aprender.

Los síntomas varían ampliamente, desde casos leves donde una persona tiene dificultad con movimientos precisos hasta casos graves en los que una persona no puede caminar y necesita cuidados intensivos durante toda su vida. Aunque la parálisis cerebral es un trastorno de por vida, la mayoría de las personas con esta afección pueden vivir largas y productivas vidas si reciben un tratamiento médico y terapéutico apropiado.

La causa principal suele ser una lesión en el cerebro o un problema durante el desarrollo del cerebro antes del nacimiento, durante el parto o después de nacer. Los factores de riesgo incluyen infecciones durante el embarazo, complicaciones durante el parto que privan al bebé de oxígeno, lesiones en la cabeza y enfermedades que afectan la circulación sanguínea al cerebro. A veces, la causa es desconocida. No se considera una enfermedad progresiva, lo que significa que no empeora con el tiempo, aunque los síntomas y la discapacidad pueden cambiar a medida que el niño crece y se desarrolla.

La circulación cerebrovascular se refiere al sistema de vasos sanguíneos que abastecen de sangre al cerebro. Está compuesto por arterias, venas y capilares que transportan oxígeno, nutrientes y otras sustancias esenciales a las células cerebrales y eliminan los desechos metabólicos.

Las principales arterias que irrigan el cerebro son las arterias carótidas internas y las vertebrales, que se unen para formar la circulación posterior o basilar. Estas arterias se dividen en ramas más pequeñas que suministran sangre a diferentes regiones del cerebro.

La interrupción del flujo sanguíneo cerebral puede causar daño celular y conducir a una variedad de trastornos neurológicos, como accidente cerebrovascular o ataque isquémico transitorio (AIT). Por lo tanto, la circulación cerebrovascular es fundamental para el mantenimiento de las funciones cerebrales normales y la salud general del cuerpo.

La arteria cerebral media es una arteria grande y importante en el cerebro que se origina en la porción interior de la carótida interna. Es responsable de suministrar sangre oxigenada a gran parte del cerebro, incluyendo los lóbulos frontales, temporales y parietales, así como partes del lóbal occipital. También suministra sangre a estructuras profundas en el cerebro, como el cuerpo calloso, el tálamo y el hipocampo. La arteria cerebral media se divide en varias ramas que proporcionan irrigación sanguínea a diferentes partes del cerebro. La obstrucción o el daño de esta arteria pueden causar accidentes cerebrovasculares y otros trastornos neurológicos graves.

La angiografía cerebral es un procedimiento diagnóstico que utiliza rayos X y una sustancia de contraste para producir imágenes detalladas de los vasos sanguíneos en el cerebro. Durante el procedimiento, un agente de contraste se inyecta en la arteria principal del cuello, lo que permite que los vasos sanguíneos del cerebro se visualicen claramente en las radiografías.

Este procedimiento se utiliza a menudo para identificar anomalías en los vasos sanguíneos del cerebro, como aneurismas, estenosis (estrechamiento), oclusión (obstrucción) y malformaciones vasculares. También se puede usar para planificar tratamientos endovasculares, como la colocación de stents o la embolización de aneurismas.

La angiografía cerebral generalmente se realiza en un hospital o centro médico especializado y requiere la administración de anestesia local. Después del procedimiento, es posible que sea necesario permanecer en observación durante unas horas para asegurarse de que no haya complicaciones. Las complicaciones graves son poco frecuentes pero pueden incluir reacciones al agente de contraste, sangrado excesivo, infección o daño a los vasos sanguíneos.

El infarto de la arteria cerebral media (IAMC), también conocido como accidente cerebrovascular isquémico, es un tipo específico de accidente cerebrovasculares (ACV) que ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se interrumpe o reduce drásticamente. Esta interrupción generalmente está causada por la oclusión de una arteria, en este caso, la arteria cerebral media, una de las principales encargadas de abastecer de sangre al hemisferio cerebral correspondiente.

La arteria cerebral media se origina en el tronco del encéfalo y se divide en dos ramas: la rama anterior y la rama posterior. Cada una de estas ramas suministra sangre a diferentes regiones del cerebro, incluyendo áreas responsables del movimiento, sensibilidad, lenguaje, cognición y memoria. Cuando se produce un infarto en esta arteria, las células nerviosas en las áreas afectadas pueden dañarse o morir, lo que puede dar lugar a diversos déficits neurológicos, dependiendo de la gravedad del daño y la localización precisa del infarto.

Los síntomas más comunes del IAMC incluyen:

1. Debilidad o parálisis repentina en un lado del cuerpo (hemiplejia)
2. Pérdida de sensibilidad en un lado del cuerpo
3. Dificultad para hablar, comprender el lenguaje o dificultades con la expresión verbal (afasia)
4. Visión doble o pérdida de visión en un ojo (pérdida del campo visual)
5. Mareos, desequilibrio o pérdida del control muscular
6. Confusión, cambios en el estado mental o comportamiento inexplicables
7. Dolor de cabeza intenso y repentino sin causa conocida

El tratamiento del IAMC dependerá de la gravedad y la evolución de los síntomas. Los fármacos trombolíticos, como la activasa alteplase (Activase), pueden administrarse en las primeras horas tras el inicio de los síntomas para disolver los coágulos sanguíneos y mejorar el flujo sanguíneo a las áreas dañadas del cerebro. La terapia de rehabilitación, como la fisioterapia, la logopedia y la terapia ocupacional, también desempeña un papel importante en la recuperación funcional después de un IAMC.

La prevención del IAMC se centra en el control de los factores de riesgo cardiovasculares modificables, como el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la dislipidemia y la obesidad. El seguimiento médico regular y el tratamiento adecuado de las enfermedades cardiovasculares subyacentes también son cruciales para reducir el riesgo de sufrir un IAMC.

La malaria cerebral, también conocida como cerebral malaria, es una complicación grave y potencialmente mortal de la malaria, una enfermedad causada por parásitos que se transmiten a través de las picaduras de mosquitos infectados. La forma más común de malaria que conduce a la enfermedad cerebral es Plasmodium falciparum.

La malaria cerebral ocurre cuando los parásitos de la malaria invaden y se multiplican en los glóbulos rojos, bloqueando los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Esto puede provocar inflamación del tejido cerebral y alteraciones en el nivel de conciencia, convulsiones, coma e incluso la muerte si no se trata a tiempo.

Los síntomas de la malaria cerebral incluyen fiebre alta, dolor de cabeza intenso, vómitos repetidos, rigidez en el cuello, confusión, desorientación, convulsiones y coma. El diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre para detectar la presencia de parásitos de la malaria.

El tratamiento de la malaria cerebral requiere hospitalización y consiste en administrar medicamentos antipalúdicos, especialmente aquellos que son eficaces contra los parásitos de P. falciparum, como la artemisinina y la cloroquina. Además, se pueden proporcionar cuidados de soporte, como oxígeno suplementario, fluidos intravenosos y control de convulsiones.

La prevención de la malaria cerebral implica evitar las picaduras de mosquitos mediante el uso de repelentes de insectos, ropa protectora, mosquiteras tratadas con insecticidas y la fumigación de espacios interiores. También se recomienda tomar medicamentos profilácticos antes y después de viajar a áreas donde la malaria es común.

El encéfalo, en términos médicos, se refiere a la estructura más grande y complexa del sistema nervioso central. Consiste en el cerebro, el cerebelo y el tronco del encéfalo. El encéfalo es responsable de procesar las señales nerviosas, controlar las funciones vitales como la respiración y el latido del corazón, y gestionar las respuestas emocionales, el pensamiento, la memoria y el aprendizaje. Está protegido por el cráneo y recubierto por tres membranas llamadas meninges. El encéfalo está compuesto por billones de neuronas interconectadas y células gliales, que together forman los tejidos grises y blancos del encéfalo. La sangre suministra oxígeno y nutrientes a través de una red de vasos sanguíneos intrincados. Cualquier daño o trastorno en el encéfalo puede afectar significativamente la salud y el bienestar general de un individuo.

Las venas cerebrales son vasos sanguíneos que se encargan de drenar la sangre desoxigenada desde los tejidos del cerebro hacia el corazón. Existen diferentes sistemas de venas cerebrales, incluyendo las venas cerebrales internas, externas y las grandes venas cerebrales.

Las venas cerebrales internas drenan la sangre desde los lóbulos occipital, parietal, temporal y parte del lóbulo frontal del cerebro. Se unen con la vena basal de Rosenthal para formar el seno sagital superior, que corre a lo largo de la línea media del cráneo.

Las venas cerebrales externas drenan la sangre desde los tejidos supratentoriales exteriores y desembocan en el seno sagital superior o en el seno transverso.

Las grandes venas cerebrales incluyen el seno sagital superior, el seno transverso, el seno sigmoideo y la vena yugular interna. Estos vasos sanguíneos se unen para formar el sistema de drenaje venoso extracraneal.

Las venas cerebrales son importantes en el diagnóstico y tratamiento de diversas afecciones neurológicas, como la trombosis venosa cerebral, los accidentes cerebrovasculares y los tumores cerebrales.

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