Behaviorismo
Psicología Criminal
El behaviorismo, también conocido como conductismo, es una teoría y aproximación en psicología que se enfoca en el estudio de la conducta observable y accionable, en oposición a los procesos mentales internos y no observables. Los behavioristas creen que el comportamiento se puede explicar como una respuesta a estímulos específicos del entorno y que las acciones de un individuo son moldeadas por las consecuencias de sus comportamientos anteriores.
En medicina, el behaviorismo puede ser aplicado en el tratamiento de diversas condiciones de salud mental, como trastornos de ansiedad, depresión y trastornos del comportamiento. La terapia conductual, una forma de psicoterapia basada en los principios del behaviorismo, se enfoca en identificar y modificar patrones de comportamiento desadaptativos mediante la técnica de reforzamiento positivo o negativo.
La terapia conductual puede incluir técnicas como el entrenamiento en habilidades sociales, la terapia de exposición y la extinción de respuestas indeseables. El objetivo es ayudar al individuo a adquirir y mantener comportamientos adaptativos y saludables que mejoren su calidad de vida y funcionamiento en el día a día.
La Psicología Criminal es una subdisciplina de la psicología que se ocupa del estudio científico de los aspectos psicológicos del comportamiento criminal. Se centra en comprender las causas, consecuencias y patrones de la conducta criminal, así como en la evaluación, predicción y prevención del delito. Implica el uso de métodos y teorías psicológicas para estudiar a los delincuentes y su comportamiento, los factores de riesgo y protección asociados con la conducta criminal, y las intervenciones psicológicas para reducir la reincidencia y promover la reintegración social. También abarca el estudio de las respuestas legales y sociales al delito, incluyendo la percepción pública del crimen y la justicia, y las políticas y prácticas de control de delitos.
La terapia aversiva es un tipo de tratamiento psicológico en el que se empareja una conducta no deseada con un estímulo negativo o desagradable para disminuir la probabilidad de que esa conducta se repita en el futuro. El objetivo es crear una asociación negativa con la conducta específica, haciendo que la persona sea menos propensa a repetirla.
Existen diferentes tipos de terapia aversiva, incluyendo:
1. Condicionamiento clásico aversivo: Este método involucra el uso de un estímulo desagradable para crear una asociación negativa con una sustancia o comportamiento específico. Por ejemplo, alguien que sufre de alcoholismo puede ser administrada una dosis de alcohol seguida inmediatamente por una inyección de un agente que causa náuseas.
2. Castigo punitivo: Este método implica el uso de castigos desagradables después de la conducta no deseada, como descargas eléctricas o privación de privilegios.
3. Extinción: Este método implica el cese total de la recompensa por una conducta específica, lo que hace que la persona deje de realizar esa conducta porque ya no obtiene ningún beneficio de hacerlo.
La terapia aversiva se ha utilizado en el tratamiento de diversos problemas de comportamiento, como el alcoholismo, la drogadicción y los trastornos de la conducta sexual. Sin embargo, su uso es controvertido y éticamente cuestionable en algunos casos, ya que puede causar angustia emocional y física significativa a la persona tratada. Además, los efectos a largo plazo de la terapia aversiva no están bien estudiados y pueden no ser duraderos. Por lo tanto, se recomienda que solo sea utilizada bajo la supervisión de profesionales capacitados y en casos específicos donde otros tratamientos hayan fallado.